Despedidas que duelen

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Pov por Rose

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Pov por Rose

El llanto me despertó por tercera vez en la noche.

Busqué a mi bebe y no lo encontré junto a mi cuerpo. Mire alrededor de la cama y estaba vacía, pero el llanto se calmó por el siseo de Demetri quien lo tenía en brazos. Desde que nació, son pocas las veces que he tenido al pequeño bulto tibio entre mis brazos. Al primer quejido esta allí, sosteniéndola, cargándola, cambiándola, escogiendo un nuevo vestido para la niña de sus sueños.

La sostuve por primera vez cuando desperté del pre infarto que asusto a Rebecca. Estuvo reprochándome mi falta de cuidado, estaba terrada leyendo información cardiaca, muy lejos de su especialidad, mientras yo solo pedía ver a mi bebe. Demetri no dejo que estuviera en la incubadora, la llevo hasta a mi sonriendo orgulloso porque era una preciosa niña. La princesa de sus sueños, la niña que tanto anhelo. Con el cabello rojo y sus ojos verdes como los míos, me sentí... un poco decepcionada al ver que no se parecía en nada a Demetri.

—Tienes hambre.

—Es lo único que hace, comer y dormir. Ven, déjame alimentarla.

Fue hasta mi entregándome a la pequeña, se sentó a mi lado a observar cómo esos pequeños labios se prendaban de mi pecho. Ella se quedaba pegada a mí y sus pequeñas manos apretaban mi pecho mientras yo acariciaba su cabello cobrizo.

—Es perfecta.

—Nueve meses perfectos, que esperabas.

—Se parece a ti.

—¿Y eso no es decepcionante para ti?

—Es como la soñé, Rose. Nuestra hija es perfecta.

—Pensé que parecería a ti.

Mire la ventana empañada por la lluvia, este espantoso clima que nos ha acompañado en la última semana luego de que naciera la pequeña. No me permitía salir con ella a tomar un poco de sol, porque las nubes no se abrían para que un rayo de luz cayera en esta maldita isla.

—Tenemos que hablar.

—¿Qué quieres?

—Ya ha pasado una semana, no hemos decidido el nombre.

—Yo ya tengo el nombre de mi hija, que tú no lo sepas es otra cosa.

—Rose —Acaricio mi rostro—, deja que escoja el nombre, por favor.

—¿Qué? Parí a esta niña del infierno y tú quieres llevarte el crédito de colocarle el nombre. Eso es demasiado atrevido. Llevo meses buscando el nombre perfecto para ella.

—Hice una lista.

—Estúpida lista —Mire a mi hija dormida con mi pecho en su boca, al intentar separarla volvió a succionar con ansia—. Es mi hija.

—Es nuestra. Ella nunca podrá llevar el apellido Sotomayor, no estaré a su lado para protegerla, no seré el padre que deseo para ella. Al menos, déjame colocarle el nombre.

Efecto Mariposa. [L]GTB  Donde viven las historias. Descúbrelo ahora