Otra oportunidad

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Contexto: Este au fue escrito después de la explosión de la iglesia.



Entreabrió los ojos con dificultad, alertado por una voz conocida que llegaba a él desde lejos. 

-Madre de Dios ¡mi Iglesia!

-Padre, le pido que mantenga la distancia y nos deje hacer nuestro trabajo. 

¿Iglesia? Miró a su alrededor y a lo lejos entre los restos de la edificación pudo descubrir algo parecido a una cruz envuelta en llamas. "¿Qué sucede?" De repente, como latigazos, los recuerdos comenzaron a arremolinarse en su cabeza, uno tras otro. Recuerdos recientes, recuerdos dolorosos. Gustabo, Pogo, un disparo, explosión, obscuridad. Rápidamente descubrió que la onda expansiva lo había arrojado a varios metros del altar y que sus piernas se encontraban atrapadas bajo una pila de escombros. 

- Gustabo... Super... -Las lágrimas se amontonaron en sus ojos y su voz se quebró en un llanto desgarrador. Ya nada podía importar, estaba solo- ¡Gustabo! -gritó con las fuerzas que aún le quedaban. El grito desesperado alertó a los socorristas que prestos, acudieron hacia donde se encontraba- Gustabo, no me dejes... -De inmediato perdió el conocimiento. 

----(6 meses después)

- ¿Cómo estás? ¿Cómo está tu pierna?

- Bien, la semana que viene ya podré andar sin muletas- sonrió apesadumbrado.

- Eso me alegra mucho. 

- ¿Y Volkov?-preguntó repentinamente. Desde que lo habían trasladado a un hospital de otra ciudad, apenas había tenido oportunidad de verlo.

-Estará en recuperación un tiempo hasta el trasplante doble de pulmón. 

- ¿Estará bien? Yo...

- No te preocupes por él.

- Es que... -Horacio, con las mejillas ligeramente rosadas, se mordió la lengua y fijo la vista en sus zapatos. Michelle sonrió cómplice y comenzó a rebuscar entre unos archivos antes de dejar caer sobre el escritorio de su oficina un boleto de avión a Brasil, un pasaporte y un maletín plateado.

 - Lo prometido es deuda. 

- Pero... yo no quiero... no puedo irme.

- Horacio... 

- Usted no entiende, estoy solo. Lo único que me quedan son sus recuerdos y si abandono esta ciudad... es como si los estuviese abandonando a ellos. 

- ¿Y qué harás? Horacio no puedes vivir de recuerdos y fantasmas. El nunca hubiese deseado ese destino para ti. -El hombre guardó silencio- Esta fue la última voluntad de... Jack. -El nombre había salido de su boca con dificultad, como si tan solo mencionarlo le llevara un profundo dolor- El así lo quería. Él quería que continuaras con tu vida... que fueras feliz. 

Evans le dedicó una débil sonrisa que encubría unos ojos tristes. Horacio la vio y asintió muy a su pesar. Se sentía culpable. Él y Michelle no eran tan diferentes, ella también había perdido a un amigo, a un hermano. Ella también estaba sola. Se adelantó en su dirección torpemente y la abrazó. Al minuto, sintió como aquella coraza que siempre parecía envolverla se desarmaba entre sus brazos y comenzó a llorar.

Historias cortas - GTA RoleplayDonde viven las historias. Descúbrelo ahora