La diosa.

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I

Miedo, eso es lo que siento, puro y físico miedo; Miro por la ventana de mi habitación y veo a esta maldita ciudad rodeada por agua, extraño mi casa, la pradera verde con especio para correr y jugar, este olor putrefacto invaden mis fosas nasales y me dan ganas de vomitar, no entiendo porque de todas las familias nobles que hay en el basto mundo me toco venir a vivir a Venecia, el solo verla por la ventana me da mareo y ahora estoy comprometida con un príncipe que solo veré mañana cuando este frente al altar dando el sí. Mientras permanezco en esta cárcel y Celine, mi dama de compañía, como mi carcelera.

Nuevamente es hora de dormir, mi eterno bucle de día y noche, escucho ruidos fuera, me asomo por la ventana para hallar su origen y veo a un hombre de pie, es un hombre extraño con su cabello largo cayéndole sobre la espalda, su sola presencia me atrae como polilla a la luz, parpadeo, parece un ilusión, escucho a Celine roncando, nuestras miradas se cruzan y el me guiña un ojo para desaparecer en la oscuridad.

Vuelvo a mi cama frustrada, no sé en qué momento caigo dormida cuando siento el calor del sol atravesar la ventana, me incorporo y en mi mente ese rostro aparece una y otra vez, nunca he tenido contacto con hombres diferentes a mi padre y hermanos mayores y ahora a los 18 años quieren que sea la esposa perfecta de un príncipe.

- Marie es hora de levantarse, hoy es tu matrimonio

Maldigo entre dientes a todos mis ancestros, a dios si es que existe y todos los que me condenaron a este maldito castigo de casarme con un hombre solo por su nombre. Resignada me preparo para dar el sí y lo peor para lo que viene después, entregar mi castidad a ese desconocido.

Camino por mi propio cadalso adornado con flores blancas y antes de llegar al altar veo nuevamente al hombre misterioso, me guiña un ojo mientras me hace una reverencia, casi caigo de la impresión pero continuo la marcha nupcial, volteo a mirar y ya no está, desapareció.

Mi ahora esposo Dante Vecchie al tomarme de la mano me hace volver a la realidad – cariño llego la hora que camines a tus aposentos y me esperes. Asiento sumisa y me pongo de pie, Celine camina conmigo por un pasadizo de puertas cerradas y tiemblo como hoja al llegar a mi nueva habitación ahora como consorte del príncipe tendré una contigua a la de él, mi dama de compañía me desviste y me coloca un camisón casi transparente, me ayuda a acostarme en la cama y me susurra al oído: - cuando el príncipe llegue solo abre las piernas y cierra los ojos, si lo necesitas agárrate en las sabanas, pero no te quejes confía en que será rápido, yo estaré afuera esperándote.

Mi boca está seca, mi corazón late desbocado, asiento, me deja sola con la luz de la vela, por mi mente pasan una infinidad de pensamientos pero ese hombre quedo anclado a mi retina. La puerta que comunica nuestras habitaciones se abre, entra mi esposo totalmente desnudo, nunca he visto un hombre en ese estado, intento tragar pero no puedo, mis labios los siento agrietados y tengo ganas de salir corriendo, huir, no llega el aire a mis pulmones y el frio recorre mi cuerpo, hago lo que Celine me indico cierro los ojos y abro las piernas mientras rezo un padrenuestro, Dante me mira desde su altura con una sonrisa burlona, se acerca a mí y me da un beso en los labios abriéndome un poco más las piernas para acomodarse en medio de ellas suspira lo que parece resignado mientras me dice: - abre los ojos por favor.

Yo obedezco sin dudarlo, abro los ojos y lo observo por primera vez, es un hombre apuesto, sus grandes ojos avellana, su barba y cabello castaña con su piel ligeramente bronceada pero me siento tan indefensa ante él, estoy desnuda y abierta de piernas con el sentado entre ellas, me mira por un largo rato yo no soy capaz de emitir sonido, hasta que el rompe el silencio: - perdóname, no estoy enamorado de ti, pero debo hacer esto, todos lo esperan con ansias ya tenderemos tiempo de conocernos.

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⏰ Última actualización: Jan 31, 2021 ⏰

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El despertar de la diosaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora