Me quedé petrificada.
—¿Estás bien?
No contestó y yo cerré la puerta. Apoyé mi espalda en la puerta y me llevé las manos a la cabeza. No sabía qué hacer. Miré por la mirilla para ver si se levantaba pero seguía inmóvil. Temblando cogí el móvil pero no sabía a quién llamar. Volví a mirar por la mirilla y vi que intentó moverse.
Abrí la puerta y me acerqué a él con más miedo que otra cosa.
—¿Necesitas ayuda?
Él me respondió con un gemido que yo interpreté como un sí. Me acerqué y le quité la mochila. La puse dentro de mi casa y volví a su lado. Le miré. Tenía pinta de pesar bastante más que yo pero tenía que averiguar cómo moverlo.
Le dí la vuelta y se quedó mirando al techo. Le quité el casco de la moto y era mucho más guapo de lo que había pensado. Tampoco era que estuviese pensando en si era guapo o no porque venía a traerme la comida no a ligar pero no sé, era más guapo de lo que pensaba que sería debajo del casco. Tenía la cara alargada y la tez morena cubierta por una barba de tres días que acentuaba la forma de su mandíbula. Tenía los labios delgados y el superior tenía muy acentuado el arco de Cupido. Su nariz era recta y de tabique ancho y sus ojos negros, entre hundidos y almendrados estaban enmarcados por unas cejas arquedas y delgadas.
Sacudí la cabeza porque noté que me estaba distrayendo demasiado e intenté meterle las manos por debajo de las axilas para levantarle.
—Vamos, intenta levantarte.
Al acercarme más a él su olor se coló en mi nariz y aunque olía a llevar horas trabajando, no me resultó desagradable. No era el típico pestazo a sudor revenido.
—My leg hurts. Me duele mi pierna.— Balbuceó.
—Todos tenemos problemas. Tienes que levantarte
Con un esfuerzo tremendo tiré hacia arriba y él consiguió sostenerse sobre la otra pierna. Metí la cabeza bajo la axila para que su brazo colgase por encima e avancé hacia mi casa.
—Venga. Un pasito pa lante, María.
Él me miró sin entenderme.
—One step to the front. Come on. — Traduje con ese inglés de aprobado raspado que gastaba desde el instituto.
Parece que me entendió y como si no hubiésemos andado antes, conseguimos avanzar hasta mi casa.
Una vez dentro fuimos al salón y lo tumbé en el sofá. Salí otra vez para coger el casco y cerré la puerta para volver con él. Seguía ahí tumbado, parecía confuso y desorientado. Fui a por un vaso de agua y se lo llevé.
—¿Cómo te llamas?— Le di el vaso de agua.
—Me llamo Kumar— Se incorporó con mucha dificultad para darle un trago al agua.
—Yo soy Lena ¿qué te pasa?
—Me caí con moto.
—Vamos a ver.
Fui a tocarle la pierna para levantarle la pernera del pantalón pero se revolvió de dolor. Además me di cuenta de que tenía sangre en la mano.
—Joder.
Empecé a hiperventilar un poco, la verdad. Lo primero que pensé fue "Verás cómo le manche a mi madre el sofá de sangre" Lo segundo fue "¿Qué narices hago?"
—Kumar, ¿puedes llamar a alguien para que te recoja? Llamar— Dije haciendo el gesto de llamar con la mano.
—No sé. No tengo a nadie.
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El secreto de Lena (La subiré completa cuando la termine)
RomanceCuando Lena empezó a zambullirse en el mundo del BDSM nunca pensó que podría llegar a sentirse tan atada a una persona.