Una semana después, volviste, traías un abrigo color vino que hacia resaltar tus hermosos ojos negros, y tu piel se veía tan hermosa con ese característico rosa que se sentaba en tus mejillas, traías nuevamente un café en tu mano derecha y el ambiente se llenó de calidez con tu presencia y se me regreso la vida, ahí, en ese justo momento y sonreí, te sonreí a ti y tu así, como si te hubieran puesto en cámara lenta barriste con la mirada el lugar y tus hermosos ojos se detuvieron en mí, y decidí que esta vez no te dejaría ir, así que te llame, con cada fibra de mi ser, todo lo que soy, te llame, y tú me escuchaste.
Sonreíste, con esa característica forma que tienes de hacerlo y caminaste directamente hacia mí, me tomaste suavemente, me miraste de cerca y asentiste ligeramente con tu cabeza antes de ir al mostrador y preguntar que hacia falta para que yo fuera tuyo.
-Este no es nada especial, ¿seguro que lo quiere? - te pregunto el que atendía, y tú, con esa paciencia que te caracteriza solo asentiste, porque al final no te importaba nada más, nada más que estar conmigo y allí, allí inicio todo.
Me llevaste entre tus brazos a casa, y quiero recalcar que en todo el camino jamás recordé que estábamos en invierno, tu calor me lo impedía y estaba tan drogado de amor por ti que fue en lo ultimo que pensé. Me habías notado, nada mas me interesaba y yo ya era tuyo.
Yo estaba listo, y cuando tu lo estuvieras yo estaría ahí para ti.
Estuviste toda una semana pasando por mi lado, con ganas de tomarme, pero tus otras ocupaciones te lo impedían, y yo lo entendía, pero me estaba muriendo de ganas por estar contigo, rayos, tenia tantas ganas. Sin embargo, horas después llego nuestro momento, estaba nervioso, y ansioso y nervioso, oh si, ¡ya dije eso je!, pero quiero que entiendas realmente la sensación de amor que tenía explotándome de a mucho por dentro.
Verte despertar cada mañana era mi regalo favorito de todo el día, pero verte llegar con tanto estrés al final me mataba de a poco, solo quería que me tomaras, que escaparas de la realidad conmigo y fuéramos felices aun cuando llegáramos a la última página.
En fin, era un viernes por la noche, habías cenado y te habías duchado ya, tenias todo el fin de semana libre, así que era el momento de nuestra cita, todo un fin de semana solo para nosotros dos y yo no podía estar mas feliz y en el fondo, sé que también te emocionaba.
Y ahí fue, cuando tu y yo realmente nos vimos por primera vez, allí fue cuando me notaste en verdad y cuando todo tu ser dejo de estar pendiente a todo lo demás para posar toda tu atención en mí, solo en mí, y yo me relaje en ti.
Tu rostro tenía un sinfín de expresiones mientras tus ojos se paseaban con emoción por cada una de mis letras, toda la noche, todo el día y nuevamente toda la noche, hasta el domingo, en donde llegaste a mi último punto, el final.
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En otra vida / Becky Bautista
RomanceEsta una historia contada desde el corazón de un escritor borracho de amor. De mi para ti.