Abro los ojos y los delfines me rodean. Colores diversos, con iguales símbolos de alegría. Cantan y dan trampolines. Sonrío y las lágrimas salen sin culpa por primera vez en mi vida. Hacen rondas y danzan sin parar. En el centro, admiro todo con emoción, una emoción inexplicable. De repente, observo en las profundidades a un hijo delfín que se acerca brillando. Una sombra negra aparece sin avisar y los coge por los pies. El pequeño nada con lágrimas de terror. El canto de los otros es tan fuerte que opaca todo sonido. Los gritos del delfín se demuestran en sus labios, y mi cara de horror aparece. Veo como es rasgado sin remordimiento, como cada maravillosa parte es herida en cuestión de segundos. Y nadie escucha nada.
Abro los ojos, y la arena se cuela por mis ojos, me encuentro en la orilla. El viento barre los residuos del lugar. Estoy desnuda, desnuda completamente. Mis pensamientos se fijan en el horizonte. Una lágrima se me escapa, me abrazo y lloro desconsoladamente. Escucho un sonido hermoso, hermoso y familiar. Me acerco al agua, todo se siente tan extraño. Hundo mi cuerpo en la espesura del mar, y una mirada me encuentra. El pequeño delfín me observa, una cicatriz le cubre todo el lado izquierdo del rostro. Me sonríe, y con un soplo me devuelve a la costa. Miro nuevamente el horizonte, y ahora todo es blanco, blanco como las nubes. Recojo mis sandalias y observo a los delfines, que se despiden dando acrobacias en el aire.
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Cuando decidí vivir con los delfines
Short Story¿Creen que el alma sea tan frágil como un cristal? ¿O por el contrario, fuerte como el mismo Aquiles? Ella decide ser abrazada por la decisión de morir. Entre emociones encontradas, se desahoga en palabras. Antes de cometer lo que le demanda el úni...