Fene

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Capítulo III : Fene

Miré mi reloj y eran las diez, el sol ya se coronaba como el astro rey en la ciudad. Fene es hermosa, sus bancas construidas a semejanza de cisnes y sus casas como arboles altivos, congrasiaban al bosque que se veía en el horizonte. La gente fenesiense siempre ha sido caritativa aunque un poco orgullosa, lo puedes notar en sus tiendas, casi todas las vitrinas están decoradas con objetos propios del pueblo. Mi madre nació aquí, en un hogar acaudalado de la calle Fresno, cerca del lago, la casa no variaba del ambiente, grandes y amplias habitaciones construidas bajo la forma de un roble. El salón era magnifico, decorado con conchas y perlas de playas cercanas, y cada mueble conservaba un poco del lugar de donde procedía, los volcánicos, tenían incrustaciones de laba cristalizada, los nauticos, pedazos de arrecifes y los más requeridos, los zarzaricos, conservaban la sabia latiente de la tierra del vecino pueblo. Los lujos de Fene contrastan con las ciudades urbanizadas que solo tienen altos edificios, con vista a una inhóspita nube gris. Muchos dicen que Fene es un desperdicio de dinero, que los lujos han dominado la mente de aquellas personas, pero todos saben que no hay ninguna otra ciudad, que conserve tan bien la naturaleza desde donde procedemos. Las casas al pasar de los años han ido perdiendo sus lujos, hoy tan solo algunas conservan las maravillas de los años dríadas, llamados así por las diosas.

Meridith quiso pasar a cada tienda de la ciudad, todas las personas la recordaban, cómo no recordar a su mejor cliente. Cuando entramos a una joyería, lo vi. Vi a Vicent, con su chaqueta y sus botas negras, comprando un collar, comencé a temblar, Meridith me observó con angustia

-¿Te pasa algo? - comenzó a mirar a todas direcciones buscando algo-¿Qué ves?

-Vicent, está allí - apunté el mostrador y cerré los ojos. Meridith me contuvo y pronunció varias veces palabras para que me calmara, me llevó a una banca del parque que se encontraba en frente y me dirigió una mirada con la que detuvo mis memorias.

-¡Basta! ¡Basta, deja de mentir! ¿Por qué te haces daño? Comencemos de nuevo - la tristeza dominó sus facciones llenas de maquillaje - El día en que tomé el teléfono y te llamé, rogué para que hubieras olvidado todo, pero no lo hiciste, ni yo tampoco. Tengo que confesarte la verdad - tomó una pausa, respiró hondo y me dijo - Yo también veo a Vicent en ciertos momentos - Comenzó a llorar entre mis piernas - Pero está muerto, todos me lo repiten, todos me lo dicen ¡Esta enterrado en lo más hondo!

Intenté calmarla, pero yo aun seguía tensa, entendía lo que estaba pasando. Hace pocos días recibí la noticia, fue cuando me di cuenta que no sabía por qué seguía en ese apartamento, una leve llamada de mi familia, el funeral ya había sido y querían que volviera. En esos momentos analice lo poco que podía manejar las situaciones, lo poco que era necesaria en aquella vida urbanizada. Ninguno de los amigos del matrimonio me avisó, ni siquiera el conserje que recibió las condolencias de Meridith. Nadie, todos actuaban como si me ignoraran.

- Es tarde, volvamos al tren - Meri me pidió espacio, quiso irse sola para poder pensar y reflexionar sobre lo que estaba pasando. Aproveché los últimos momentos para comprar algunas prendas, elegí dos vestidos en el Bulevar Sandí, y algunos accesorios en otras tiendas de souvenirs. Terminé con una colección de llaveros, en vez de zapatos y carteras. Cuando volvía al tren por la plaza central, unos golpecitos en la espalda me detuvieron. Un joven de no más de trece, quería decirme algo.

- Señorita, Bienvenida sea a Fene - Me entregó un suculento ramo de lilas. Sonrió y se alejó con un paso alegre saltando a través del asfalto hasta llegar a la esquina en donde desapareció entre la multitud.

No alcancé a decir gracias, pensé. En estos días todo ha pasado muy rápido.Necesito dormir. Coloqué las flores en la bolsa de los vestidos y continué hacia la estación con curiosidad por lo próximo que podría suceder.

Las piedras de la acera reflejan el cielo de otoño, las nubes aproximandose unas a otras sin tocarse dejando un leve espacio de celeste, como un largo río que busca la salida a un océano repleto de las más distintas aves, completando así un ciclo. Mi mente no puede olvidar lo que ha ocurrido. Vicent está muerto, pero ¿Por qué lo veo? Lo reconozco, reconozco su altura, sus ropas, sus movimientos. Además Meri ha confesado que también lo ha visto, podría ser que estamos delirando por nuestro sufrimiento, aunque mi pena es un poco de alivio, hace mucho que quería volver a Zarzas y la relación estaba encallada. Sé que la muerte no es algo que desear, pero la separación no era una opción para él. No sabía como escapar, pero tampoco tenía que hacerlo, poseía todo, o eso creía.

No vi el cuerpo de mi esposo y ese funeral parece una gran obra de teatro, a veces pienso que me están mintiendo, mi familia está ocultando los hechos y Meri, sabe algo más sobre lo que ha ocurrido.

Mis dudas me mantenían distraida y olvide fijarme en el camino

-Disculpe - Una voz familiar salía de la persona que acababa de golpearme en mi brazo derecho, Vicent. Comencé a perseguirlo.

-¡Vicent!, Vicent ¡Detente! - La figura que estaba a uno cinco pasos se detuvo y giró lentamente. No era él, pero su postura era muy parecida. Creo que fue la persona que vi en la tienda.

-Perdón, señora no soy quien anda buscando. Soy Adam - se acercó a mi y me estrechó la mano.

-Soy Iris, lo siento, lo confundí con un amigo - no quería decir que lo confundí con un muerto, porque sería extraño y creería que estoy loca.

- Lindo nombre Iris - me sonrío coquetamente - ¿Me llamaste Vicent? Por casualidad

-Si, hay algo en ti que me recordó ese nombre - la sonrisa se volvió un poco más fría y agachó la cabeza.

- Vicent, era mi hermano - Cerré los ojos. Antes de ser novios Vicent me dijo que su madre y hermanos habían fallecido.

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⏰ Última actualización: Jan 02, 2013 ⏰

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