Recalculando, siempre en esa. Pensando en lo peor, en el dolor, ajeno, propio, da igual. Ojalá mi cerebro me dejara disfrutar sin preocuparme de esto tan lindo que nos pasa, de esta primavera que llegó para quedarse, aunque dudemos: que mi desconfianza me dejara sentir libre y soltar, soltar todo, ser yo en todo mi esplendor.A veces pienso en lo mal que hice al no hacer terapia, al no preocuparme antes por los achaques que ahora me atormentan; físicos o mentales, siempre alguno está ahí. Pienso en las malas decisiones que nunca paré de tomar, en ir por ese camino que nadie recomienda, en chocarme diezmil veces contra la pared y no frenar hasta no estar rota en serio. No fue divertido, aunque sí fue una gran experiencia de la que no voy a poderme olvidar. Los miedos que me atormentan tienen su porqué, están bien fundamentados. Podría trabajarlos, analizarlos, pero siempre van a surgir y dejarme chiquitita, contra ellos no puedo pelear, y no me gusta eso.Cada vez que pienso en mi pasado me doy pena, y me agota el sólo hecho de pensar en cuántos mambos puede uno meterse en tan poco tiempo. La vida fue dura posta conmigo, no es joda. Y no sirve como excusa, pero quizás sirva para comprender un poco que la vida duele, que el dolor deja marcas y esas marcas nos pesan todos los días en lo cotidiano y en lo extraordinario. No es fácil ser yo, pero soy lo que soy y me la banco.
