Celos

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Año: 20XX
Lugar: Hogwarts, pasillo
Narrador: Omnisciente

-¡llegamos tarde a la clase del profesor Snape! ¡Siempre es lo mismo con ustedes! -los regañaba una adolescente de quince años, con cabellos castaños y ondulados, cargada con una mochila gigante sobre el hombro.

-eso ya lo...sabemos...Hermione-Jadeó Ron Weasley, con las manos apoyadas sobre las rodillas, Harry los acompañaba con sus gafas medio torcidas y la corbata color escarlata y dorado medio torcida.

-Castigo para ustedes tres, es la sexta vez en la semana y cinco puntos menos para Gryffindor por tu descaro de venir desaliñado, Potter.
El Snape se dirigió a los tres jóvenes cuando se sentaron respectivamente en sus lugares y los alumnos de Slytherin les lanzaban risas y burlas, Harry gruñó.

-Los tres se presentarán en mi oficina esta tarde.

Snape volvió a retomar la enseñanza de pociones sin que Ron ni Harry entendieran nada

Tarde-Noche.

El trío se encontraba de pie al frente de el escritorio del profesor, nadie habló mas que Snape.

-el castigo empezará ahora, en el baño de prefectos, limpiarán los inhodoros, la tina del baño y las paredes. Sin magia.
Su equipo se encuentra fuera de la oficina.

Justo cuando se retiraban, Snape agregó:
-Oh, sí. La señorita Weasley los acompañará.

Se retiraron y agarraron los baldes con trapos, cuando estuvieron lo suficientemente lejos de la oficina de Snape, Ron agregó -¿Ginny? ¿En qué demonios se metió ahora? -se lo notaba algo molesto.

-No lo sé, pero me alegro no estar sola con un par de tarados. -Los insultó con la nariz fruncida.

-¡Ey!

¿Por qué ella? se preguntaba el azabache en su mente-nunca se dió cuenta de la discusión que estaban teniendo Ron y Hermione- ¿acaso el universo estaba en contra de él? ¿por qué con Ginny?
Harry se le había declarado anónimamente por medio de una carta semanas atrás y no la había visto después de eso, aunque la niña no lo sabía, Harry estaba sumamente nervioso. ¿Y si se daba cuenta que la letra en la hoja era de él? ¿y si lo rechazaba por celoso?

Un mes atrás.

Harry había visto a Ginny ir de la mano con Dean mientras reían y se escabullían por una puerta en un aula vacía, curioso, decidió investigar qué se traían entre manos.
Cuando empezó a espiar la escena lo dejó horrorizado: Ginny besaba a Dean apasionadamente, y no se despegaban, cuando Dean estaba empezando a meter su mano en la blusa de Ginny, los nervios de Harry estallaron, las ventanas explotaron, los vidrios volaron y las mesas se amontonaron formando un estruendo que sin problemas se podría haber escuchado por todo el castillo.

Cuando empezó a espiar la escena lo dejó horrorizado: Ginny besaba a Dean apasionadamente, y no se despegaban, cuando Dean estaba empezando a meter su mano en la blusa de Ginny, los nervios de Harry estallaron, las ventanas explotaron, los vidrios...

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-¡Hola!

Se escuchó una voz femenina viniendo de uno de los cubículos en el baño de prefectos.
Una voz familiar, muy familiar.
Harry se estremeció de pies a cabeza, ya estaba por girarse sobre sus talones e irse, pero algo le dijo que no lo hiciera.

-¡Sapo sin cola! -Hermione abrió la puerta del cubículo, dejando ver a una joven de cabellos como el fuego, ojos color chocolate oscuro y miles de pecas adornando su rostro pálido, como si de estrellas se tratasen.
Ginny Weasley no había cambiado nada, seguiría siendo tan hermosa como siempre.

-Hola...Ginny -Murmuró Harry, quería que la tierra se lo tragara en ese mismo instante.

-¡Hola Harry! -con su característico carisma lo saludó, con las mejillas sonrojadas caminó hasta otro cubículo para revisar que tan sucio estaba, sorprendentemente, todos los inhodoros estaban limpios.

-¿limpiaste todo esto...sola? -Le preguntó.

-Sí, Ronnie y yo somos expertos en esto, además yo llegué primero, tortugas. -Se refirió a Ron con un diminutivo, y la reacción que pudo dar el pelirrojo fue no deci nada y lavar la bañera, con las orejas rojas.

-Cállate Ginevra.

Un cepillo sucio voló cono un rayo hasta la cabeza del pelirrojo e impactó contra esta, produciendo un «¡Sí!» de las dos mujeres presentes.

Harry se le quedó viendo embobado a Ginny, admirando esa sonrisa que tanto le gustaba, junto con sus cabellos rojos como el fuego mezclados con la luz del ocaso que entraba por las ventanas.
Vió sus labios y se quedó viéndolos disimuladamente, como si no supiera qué había causado el incidente en el aula vacía.

Empezó a tirar baldazos de agua en el piso, para luego fregarlo con una escoba vieja, se fijó en las esquinas y cerca de la bañera, en los cubículos del baño y abajo de los lavamanos. No sin antes echarle un vistazo a las pecas de Ginny.

-¡Esto apesta! -Exclamó Ron, fastidiado por el trabajo de limpiar las ventanas- Cada vez que limpio hay otra mancha, ¿por qué no podemos usar magia?

-Por culpa de ALGUIEN no podemos -Hermione fulminó con la mirada a Ron, y siguió secando el piso.

-Hagamos una carrera -les propuso Ginny- el primero que termine va a la sala de los menesteres a traer la cosa que más les guste, yyy... ¡se apropian de ella!

Hermione la miró severa- ¿eso no cuenta como robar?

-Si no es de nadie, ahora es tuyo -y le guiñó el ojo.

-¿Y el que pierde? -Pregunto Harry con curiosidad.

-Le da un beso a Hermione, ¡Já! -Miró con ojitos malévolos a su hermano.

-Ginny, me acabas de insultar sin darte cuenta. -Rió Hermione.

-¡Ay, no, perdón! Yo...no quería... -se excusó algo avergonzada y culpable.

-Ah, no pasa nada. - Le guiñó el ojo y señaló discretamente con la cabeza a Ron, que seguía tratando de limpiar las Ventanas.

-Yo ya terminé mi tarea, así que adiosito, no se sorprendan si me ven con un reloj de bolsillo con oro y diamantes incrustados. -

-Pero...

-¡Yo también terminé!, así que nos vemos, tortolitos. ¡Recuerden no darme sobrinos a tan temprana edad!

-¡¡CÁLLATE!! -le gritaron los dos al mismo tiempo, rojísimos.

Harry y Ginny corrieron cuando salieron del baño, a carcajadas un poco más apagadas llegaron a la sala de los menesteres, que debía estar a kilómetros de ahí.

-Las damas primero -ofreció con caballerosidad Harry
Ginny lo miró con la frente en alto, como si de un sirviente se tratase, luego, rió y pasó tres veces por la entrada invisible deseando en qué lugar quería entrar. La puerta apareció y Harry la abrió. Otra vez un acto caballeroso.

Miraron todo lo que tenían a mano, Velas con formas raras, bolsas con artículos de broma, cajas con diarios, libros de cien años de antigüedad, instrumentos musicales, bicicletas, muñecas, armarios, sillas, estanterías, dulces derretidos o descompuestos... un paraíso para todo coleccionista.

Se escuchó una melodía dulce, como de fiesta y luego se cortó.
Ginny se guió por la música, cuando llegó a la fuente de la misteriosa melodía, encontró a Harry con una Cajita musical, en la que había una bailarina bailando algo chueca.

-Esto es de muggles... -susurró.

Kiss Me ★ HinnyDonde viven las historias. Descúbrelo ahora