Esta es una historia
de ficción,
de cómo la Luna,
se enamoró del Sol.
Entre rimas y poesías,
le escribió cientos de cartas
ternura llena de melancolía,
que hicieron encontrar sus miradas.
A veces siente que pierde,
a veces siente que gana
y que...
Hoy de mi ventana la luna se va llena, augurando cosas nuevas. Que mi corazón cambió para hacer las cosas mejor, porque aferrarse está mal y volar es genial.
Cada mañana la lista es larga, las cosas que debo arreglar y las heridas que he de sanar. Pienso en un mundo nuevo, dónde lo que haga resulte bueno.
Te juro que lo intento, no pensar en tu silencio y es cuando llega la noche que pienso en tí sin reproche.
Pienso en lo absurdo que es, que yo sufra por tu dolor porque a quien lloras no soy yo.
Es un círculo sin final, que entierro sin mirar atrás. Porque tú no me amas y ella no te llama.
Y todos sufrimos, este amor sin sentido.
Entonces elijo detenerlo, porque aunque conozco todos los peros, yo hubiera aguardado por ti cada momento Por tí recorrería el mundo entero.
Pero quizás el firmamento lo sabe, que no es momento ni lugar para que me ames.
Y aún así lo mismo te ofrezco: mi amistad y mi apoyo entero, porque me diste fuerza y sustento y prometí cuidar tu viento.
Tu sonrisa debe perdurar, aunque a cambio yo deba madurar.
¿Y sabes? Me siento mejor, mujer de gran convicción por crecer y perseguir mis sueños, aunque no me acompañes junto a ellos.
Ni amor, ni resentimiento, seguiré aquí después del duelo. Porque si todo se repite hacer todo igual más vale que evite.
Después de todo lo agradezco las veces que me dedicaste tu tiempo y me regalaste algo más que un simple consejo.
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