Terapia de choque (último capítulo)

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—Dios mio, que dolor tan intenso, mi cabeza...

Parecía como si me hubiesen taladrado la cabeza, masajeo con fuerza mis cejas
para intentar aliviar el dolor tan molesto y en ese momento recuerdo que estoy en
la misma cama que Kenneth, siento la lengua pesada y estoy mareada, deben ser
efectos de esa droga.

Llevo con angustia mi mano por dentro de mi ropa interior, ruego a Dios porque no
me haya hecho nada, por suerte, todo estaba bien, no hay desgarres, sangre ni
algún otro signo de violencia, estoy bien, al fin puedo respirar.

— Tengo que salir de aqui,  ¿qué hora será?

Puedo ver colores azules muy
claros y fríos, se escucha el canto agudo de los pájaros, deduzco que pueden ser
alrededor de las 6:15AM como máximo, es muy temprano pero debo adelantarme
y resguardarme. El policía me dijo que estarían a las 8:00AM, es ridículamente
tarde, pero es la única opción que tengo por ahora

Escucho el estruendoso y grave ronquido del castaño casi en mi oido, espero que
esté en un profundo sueño, giro mi cabeza lentamente para echar un vistazo, lo
encuentro acostado boca ariba, los lentes rodados, una mano colgando de la
cama y un trazo blanco de un pigmento justo debajo del surco de su perfilada y
gran nariz, la droga lo noqueó al parecer.

Lentamente intento levantarme de la
cama, sostengo la respiración, no puedo hacer ruido de ninguna manera o hasta
aqui habré llegado, casi puedo escuchar los latidos lentos de mi corazón, es
estúpido que esté tan en calma, para estos momentos ya debería haberme muerto
de un infarto hemorrágico por tanta tensión.

Por lo que me doy cuenta en este instante, sigo con la ropa de ayer, hasta los
zapatos los tengo puestos, con lo obsesivo que es Kenneth con la limpieza se me
hace extraño que no me los haya quitado antes de poneme sobre la cama, acerco
mis pies hacia el piso quebradizo y rechinante de madera antigua, sutilmente de
entre las tablas se deja escuchar un quejido vibrante como si la tabla fuese a
reventar, con agilidad camino rápido hasta que casi me estrello con la pared que
tengo en frente.

Camino por las orillas de la habitación hasta la esquina próxima a la puerta donde
me extraña que esté mi mochila, debo revisar si Kenneth no encontró mi ama, al
menos debo traer eso encima antes de salir.

Con mis manos temblorosas y heladas cubiertas por mis guantes de tela, hurgo
entre mi mochila ansiosamente en busca de mi glock, o una calibre 52, ni idea, no
se mucho acerca de amas, lo que sé es que es un ama pequeña, negra y
cargada que me servirá.

Sé que está en un doble fondo que le hice, o eso recuerdo, debe estar ahi, si, por
aquí, y entonces palpé una bandana de bacterias vinotinto que cubría algo pesado
y en forma de L, descubrí la bandana y ahí se encontraba el ama que me había
prestado mi padre, la tomo entre mis manos y con sumo cuidado la resguardo en
uno de los bolsillos más accesibles de mi abrigo, respiro hondo.

Me doy vuelta de frente a la cama, veo la habitación tan plácida, con alguien
drogado durmiendo en ella, un olor fuerte a licor y madera y un frío infernal que
inunda todo, mi corazón empieza a acelerarse, me siento ansiosa y con miedo,
siento que en tanto silencio cualquier movimiento que haga desencadenará en
crear un sonido estruendoso que hará que Kenneth se despierte.

Froto mi cabello para espabilarme, rasco mi cien y me dirijo con cuidado
hacia la ventana, empujo con mis manos el cristal hacia arriba para abrirla.

Está muy cerrada maldigo entre dientes, empleo aún más fuerza para abrir
la ventana, poco a poco se abre cada vez más hasta que una corriente de brisa
gélida baña mi rostro y puedo meter la cabeza, entonces, veo hacia atrás con
terror, Kenneth sigue durmiendo, con gran dificultad salgo de la habitación y llego
al techo de tejas de la cabaña con la sensación de raspaduras en mis costados y
en el cuello.

La Sombra del Rey 王の影 [ T E R M I N A D A]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora