1.INTROCUCCIÓN

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Instituto de enseñanza media, Wemhishs, seis y cuarto de la tarde, aula de castigados.

Ha pasado ya demasiado tiempo desde que ese dichoso timbre sonó. Los castigados, uno a uno, recogieron sus cosas y se desplazaron lentamente a la llamada, «sala de torturas», o aula de castigo, según se vea.

Los motivos para estar ahí son múltiples. Desde mal comportamiento, faltas de asistencia o retrasos, hasta bromas pesadas, faltas de respeto o daño de las instalaciones.
Sea cual sea su culpa, su pena es la misma.

Dos hora de más en completo silencio, bajo la atenta mirada del profesor Duamte.

Las normas, básicas. No hacer absolutamente nada. Solo estar allí.

Repasemos con la mirada el aula, que hoy parece estar más llena que de costumbre.

En primera fila, como cada semana, Sara Parker, mirando nerviosa el reloj. Sus ojos oscuros intentan, a través de su flequillo, adelantar el reloj con el poder de la mente.

Detrás de ella se encuentra, sentada, Amanda Yael, plisando la falda de su uniforme de animadora. Al parecer, no ir al entrenamiento por estar metida en un baño dándote el lote con tu novio es considerado una falta por parte de la entrenadora.

A su lado, y con el mismo uniforme, y la misma casa de aburrimiento, Carolina West, capitana del equipo. Sus continuos retrasos la han inducido a esto, dos horas en completo silencio rodeada de otros desgraciados.

No mucho más lejos, en un pupitre más grafitero que otra cosa, James Louser, marca la fecha con su compás en la mesa. Al parecer él también quiere ser recordado en tan original pupitre.
Su amor por los grafitis, y su poco respeto por la autoridad, son dos de los motivos por los el se encuentra ahora aquí, aburrido.

Nate Donell tampoco es un chico al que le vaya mucho la ley. Pero su motivo de estar en esa sala es más bien diferente. Jugar al fútbol no parecía una tarea difícil, hasta que notó demasiada presión sobre él.
El resto, historia.

Lucía Sierra, es una chica peruana como tantas otras. Pero deberíamos decir que es la única de su clase. Y copiar en un examen en suficiente, como para castigarte. He ahí su caso.

Y Luke Collins, el último, pero no menos importante. Su pupitre es el más alejado de la mesa del profesor. Tiene las piernas hábilmente colocadas encima de el pupitre de al lado y apariencia de llevar un rato durmiendo.
Pero por su cabeza, pasan mil y una cosas, sin sentido, y sin aparentemente explicación. Luke, guitarrista de un nuevo grupo que todavía está formándose, faltó a clase por un ensayo. Y eso su profesora no pareció tomárselo demasiado bien. Pero ese no es él único problema al que tiene que enfrentarse en este momento. No, mi nada menos.

Pero ya hablaremos de eso más tarde.

Las cabezas vistas desde él ángulo de la pizarra, parecen un digno cuadro de Picasso, siendo en diagonal e indiferente.

La larga cabellera oscura de Sara, seguida de la también negra de Amanda, luego la dorada cabeza de Carolina, tras ella, el castaño James, y el rubísimo Nate detrás. Lucía, es una simple pieza más, con esa gran nariz y ese pintalabios rojo, haciendo que su cabeza luzca loco chocolate. Y acabando esta curiosa fila, la también dorada cabeza de Luke, intentando hundirse tras su capucha.

La calva del profesor dirige la escena. Él no es un hombre muy hablador, y ese grupo de alumnos no le agrada en absoluto. Esta perdiendo su tiempo de ocio para estar con esa banda de delincuentes.

Porque eso es lo que son para él. Delincuentes.

No le importan sus motivos, sus problemas, o sus razones para estar ese día ahí. Ahora mismo el solo podía en pensar en el capítulo de Gossip Girl que se estaba perdiendo.
Una última mirada a la sala y una parada más en el reloj. Las siete.

Una depresión y un leve murmullo de queja. Solo quedaba el resto de la tarde para finalizar su condena.

Es una másDonde viven las historias. Descúbrelo ahora