Juan y la chica del pan

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Juan tiene 30 años, estudio administración de empresas, pero actualmente no ejerce. Vive con su mamá; su papá falleció cuando él era pequeño. Juan no tiene muchos amigos, ya que le cuesta relacionarse con la gente y los amigos que tenía, se habían alejado de él, ya que Juan se embriagaba mucho y ellos se aburrieron de solo ver a Juan borracho. Juan se sentía solo, soló estaba acompañado de su mamá, que le aguantaba todo. Juan vivía encerrado en su habitación, sin mucho contacto con su mamá ni con el mundo exterior; desayuna, almuerza y cena, solo en su habitación; es como si no existiera en ese departamento, ni en el mundo.

Un día Juan y su mamá, debieron dejar el departamento donde vivían y se fueron a otro barrio de la ciudad; Juan ayudo, sin muchas ganas en la mudanza. Después de dos días, lograron arreglar todo, en la nueva casa. Ese día en la tarde, la mamá mando a Juan a comprar el pan, antes de que cerrara la Panadería de la esquina; Juan sin muchas ganas fue. Juan llegó sin problemas a la Panadería y entró; fue directo al pan, lo recogió y fue a la caja a pagarlo; cuando Juan llega a la caja, mira a quien atiende la Panadería y se encuentra con una joven hermosa, de unos ojos grandes, una piel que se veía su suavidad y con un cabello medio corto, de color café claro; de una belleza que Juan nunca había visto, de unos veinticinco años, imaginaba él. Juan comenzó a sentir algo, que él nunca había sentido en su vida; su corazón comenzó a latir fuerte, sus mejillas enrojecieron, comenzó a sentir una sensación, como si tuviera mariposas en la boca de su estómago; primero pensó que se había enfermado, pero se dio cuenta que esa sensación que sentía no era dolor, era algo distinto, no se lo podía explicar, pero le gustaba. Mientras más avanzaba la fila para pagar, más sentía esa sensación extraña para él y cuando ya solo faltaba una persona para ser atendido, sus manos comenzaron a transpirar y su respiración se agitó; Juan se sentía nervioso, era algo que no podía comprender. Juan no dejaba de mirar a la joven que atendía la Panadería; cuando fue su turno, quedaron los dos solos, era el último cliente de ese día; entrego torpemente el pan, para que lo pesaran; Juan tiritaba y transpiraba; cuando la cajera lo observo, Juan no pudo mantener la mirada y miraba a otro lado; la cajera se dio cuenta que Juan se comportaba extraño y se preocupó; le pregunto si se sentía bien y Juan con voz entre cortada, respondió que sí. Juan se quedó parado frente a la caja; la cajera lo miraba; Juan bajo la vista y miro su pechera que decía su nombre, se llamaba Sofia. Sofia le dio el precio del pan y le pregunto si necesitaba algo más; pero Juan estaba completamente paralizado; hasta que Sofia le regalo una sonrisa y Juan espabilo, saco las monedas de su bolsillo torpemente y estas se desparramaron en el suelo, Juan se agacho rápidamente a recogerlas y Sofia le ayudo; cuando estaban recogiendo las monedas, sus manos se tocaron por casualidad; lo que ocasiono que a Juan se le enrojecieran sus mejillas aún más y su corazón latiera aún más fuerte. Luego de recoger las monedas y pagar el pan, Juan se disculpó por su torpeza y compro un chocolate con el dinero que sobro. Cuando la compra estuvo lista, se dirigió a la salida de la Panadería, pero Sofia lo detuvo, diciéndole: –> Un segundo, esto es para ti, es un regalo; ya vamos a cerrar y no quiero que se desperdicien estos deliciosos pasteles. Juan tomó los pasteles que le entregaba Sofia y le dio las gracias y salió de la Panadería. Mientras Juan caminaba hacia su casa, se preguntaba que le había sucedido y no podía parar de pensar en Sofia, si, así se llamaba, pensaba Juan, se sentía feliz de saber su nombre. Llego a su casa con una actitud distinta; le entrego el pan y regaló el chocolate a su mamá; Juan esa noche cenó con su mamá, la cual se sorprendió mucho, pero prefirió no decir nada y disfrutar de su compañía, la cual no tenía hace mucho tiempo. Antes de acostarse, Juan se comió los pasteles que le había regalado Sofia y se acostó pensando en ella.

 Antes de acostarse, Juan se comió los pasteles que le había regalado Sofia y se acostó pensando en ella

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