3. Encerrados

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Deberemos esperar al menos hasta que mi papá venga para poder salir. Él tiene la llave de la puerta-dijo Bulma con nerviosismo. No ansiaba tener que arruinar la cita de sus padres con ese problema.

¿No tienes ese aparato escandaloso con el que hablas siempre con la sabandija?-preguntó Vegeta, intentaba darle ideas a Bulma para que salieran de allí pronto. La idea de estar encerrado con ella allí no le agradaba en absoluto.

Cierto, mi celular-dijo Bulma, había olvidado que tenía el aparato encima. Después de todo había estado cargando un pequeño bolso cuando habían entrado en la habitación.

Tomó el bolso negro que había dejado encima de la cama en cuanto se había puesto a buscar la armadura. Lo busco rápidamente, al menos debía avisarle a Yamcha para que intentara rescatarla de allí. Podría ir a donde estaba su padre para conseguir la llave y abrir la puerta.
Al intentar encender el aparato, la pantalla se encendió por algunos segundos y luego se apagó repentinamente.

Olvidé cargarlo mientras trabajaba esta tarde -dijo la peliazul con frustración, arrojó el aparato a la cama con enojo. Al menos de ese modo podía desahogarse sin romperlo.

Vegeta no parecía estar demasiado conforme con lo que pasaba, lo último que esperaba ese día era aquella situación. Consideraba que gracias a que todos los habitantes de la casa saldrían tendría algo de paz, no le disgustaba en lo más mínimo la idea quedarse solo en la mansión algunas horas.

Bien, parece que estaremos aquí un tiempo-dijo Bulma con resignación. Se dirigió a la puerta para espiar por una pequeña ventana que la misma tenía cerca de su parte superior, solía estar cubierta por una rendija metálica para no dejar entrar la luz de afuera.

Vegeta se dirigió a sentarse en la silla del escritorio que había allí. Pasarían horas hasta que los padres de Bulma volvieran.

No hay forma de contactar a nadie desde aquí-dijo Bulma con enfado. Se dirigió a la computadora con cierta impaciencia intentando encenderla. Cuando presionó el botón de inicio, no se encendió. Recordó que no funcionaba mientras que la habitación estuviera cerrada con el código desde afuera, era una medida de seguridad que su padre y ella habían tomado para proteger los datos que había en ella.
Cuando alguno de los dos se encontraba trabajando allí solían dejar la puerta abierta o a lo sumo con solo la llave puesta para poder utilizarla.

Tampoco nadie puede sentir el ki de ninguno mientras estemos aquí, bien hecho científica loca-dijo Vegeta, observar la desesperación de la mujer no le era tan gratificante en esos instantes. Tampoco lo motivaba mucho que estuvieran atrapados en ese lugar.

No me lo recuerdes-dijo Bulma con molestia. Se dirigió a la puerta del cuarto y encendió los altoparlantes, al menos quería escuchar si algo pasaba fuera de la habitación. El sonido de lo que sucedía allí adentro no podía salir al exterior, pero si tenían forma de escuchar lo que proviniera del exterior.

Enloquecer no hará que alguien note que estamos aquí-dijo Vegeta a modo de opinión. Perder la calma no les serviría de nada, la peliazul comenzaba a impacientarse.

Yo tenía una cita hoy Vegeta, Yamcha creerá que lo dejé plantado-dijo Bulma con tono furioso. La irritaba que el saiyajin se lo tomara tan a la ligera.

No me interesan tus cosas humanas, solo dile lo que pasó cuando tu padre note que estamos aquí y puedas cargar esa chatarra que llamas celular -sugirió el saiyajin. No tenían una mejor alternativa que esa por el momento.

Me molesta que esto no te altere, que a nadie le importe dónde estés no significa que debas resignarte a quedarte aquí-dijo la humana, se dirigió a sentarse en la cama al no escuchar nada por los parlantes. Si algo sucedía afuera quizás lo escucharían, pero dudaba que eso llegara a pasar, la casa estaba desierta.

Encuentro furtivo Donde viven las historias. Descúbrelo ahora