El Inicio Del Final

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Los hombres se besaban con desesperación, sucio y crudo, buscando a tientas cerrar la puerta de la suite.

Una risa abandono los labios del pelinegro cuando su cuerpo fue arrojado contra el colchón, viendo como su acompañante se despojaba del formal saco que llevaba puesto.

— No recuerdo que esto sea parte de sus funciones, Choi — dijo burlón cuando lo empezó a desvestir a él también.

— No se preocupe, señor — sonrió de lado cuando arrancó su fina blusa blanca —Siempre es un placer ayudarlo — respondió, toqueteando todo su pecho y apretandolo, sacándole un audible gemido.

— Hoy tienes muchos deberes — tomo su mano y lo jalo hacía él, abriendo las piernas para que se acomode entre ellas — ¿Cree poder con todo lo que le pido, Choi? — arqueo la espalda, creando más fricción.

— Nunca lo he decepcionado, ¿verdad?  — hablo contra su cuello, dejando un camino de besos en toda la extensión, sacándole sonoros suspiros al contrario — ¿Verdad, señor? — volvió a preguntar, dando una mordida en sus claviculas.

— ¡Mierda no! ¡No no! — apretó los ojos, curveando más la espalda — Nunca nunca — lo atrajo en otro beso — Es el mejor guardaespaldas, Choi — dijo entre jadeos cuando sus pantalones fueron quitados de su cuerpo.

El cuarto fue todo jadeos, gemidos y gritos ahogados las siguientes horas, siendo la luna la única testigo de aquella escena de amor, lujuria y traición.

Y fue ahí, con la cabeza sobre el cálido pecho de su amante, que Yeosang pensó en cómo todo esto había empezado, una sonrisa inconscientemente apoderándose de su rostro.

Choi Jongho había llegado a su vida hace casi 7 meses, con el mero propósito de ser su guardaespaldas, porque ser el prometido de uno de los jefes de mafia más importantes de Corea obviamente traía algunas desventajas, la principal siendo gente queriendo acabar con él constantemente.

Él era joven, fuerte, serio y endemoniadamente atractivo, Yeosang no tardó en darse cuenta de eso, pero tampoco tardó en notar lo raro que actuaba a su alrededor, siempre observándolo y examinandolo con la mirada. Jongho no era su primer guardaespaldas y estaba acostumbrado a ser vigilado, pero había algo en la mirada de Choi que no terminaba de convencerlo.

Hasta que tuvo que hacer un viaje solo, porque al parecer Seonghwa estaba muy ocupado jodiendo a ese socio suyo en lo que le juraba a Yeosang  no eran nada más que reuniones de negocios, por lo tanto, Jongho iba con él a lo que se podría llamar el principio del final.

La segunda noche Yeosang se encontró con un viejo amigo y bebió unas margaritas de más, teniendo que ser cargado a su habitación por Jongho.

— Siempre supe que había algo mal contigo — río cuando la pistola fue apuntada en su dirección.

— No es nada personal, sabes — Jongho se encogió de hombros — Trabajo.

— ¿Por eso me veías tan raro? — preguntó, quitándose las botas — Y yo que pensé que te había gustado — habló exagerando la decepción y deshaciendose de su camisa de seda roja — Es una lastima — se apoyó contra el colchón y lo vio directo a los ojos — Pensaba que era mutuo.

Lo siguiente que Yeosang supo era que tenía al hombre entre sus piernas y el resto fue historia.

Al principio todo fue puro deseo y lujuria, encuentros para saciar las ganas. Luego todo empezó a cambiar, ellos iban en largos paseos de carretera y hablaban como si no hubiera mañana, como si nadie más que ellos existieran, viajaron por distintas partes del mundo, como una pareja feliz, común y corriente.

Yeosang había dejado que Jongho viera partes de él que odiaba, partes que nadie conocía, ni siquiera el mismo Seonghwa y Jongho había abierto su corazón sólo para él, haciéndolo amarlo completo.

Kang Yeosang amaba a Choi Jongho, el hombre contratado para matarlo.

Choi Jongho amaba a Kang Yeosang, el hombre a quien debió haber asesinado hace meses.

— Namhae — la voz de Jongho lo trajo de regreso al presente, viéndolo confundido, continuó — Podemos ir a Namhae, mi primo tiene una casa cerca de la costa donde podemos vivir, no es mucho y no es a lo que estas acostumbrado pero -

No pudo seguir cuando los labios de Yeosang se habían juntado con los suyos.

— Esta bien — le sonrió, juntando sus frentes — Todo esta bien mientras estemos juntos — lo abrazo más — Te amo.

— Te amo mas, muñeco.

Una semana después ellos habían escapado, lejos de la ciudad, lejos de Seonghwa y su amante, lejos de las mafias y el caos. San, el primo de Jongho, los recibió, haciéndolos sentir en casa junto con Wooyoung, su esposo.

Todo pareció ser un sueño durante los primeros meses, tan perfecto.

Pero todo sueño debe terminar y todos debemos despertar, como Yeosang lo hizo el día que alguien llamó a su puerta en medio del día.

— Yo iré, Sangie, no te esfuerces mucho — habló Wooyoung, señalando a su abultado vientre, antes de desaparecer por el pasillo.

Yeosang sólo volvió a tejer mientras esperaba que su amigo regresara, escucho la puerta abrirse y volver a cerrarse a los minutos, pero nadie volvió.

— ¿Woo? — preguntó, poniéndose de pie con mucho cuidado — ¿Young? ¿Quién era-

Si voz se atoro a medio camino cuando vio a la persona parada frente a la puerta, Wooyoung a su lado siendo sostenido por quien pudo reconocer como Mingi, uno de los guardaespaldas de...

— Seonghwa.

— Hola, Yeosang, ha pasado mucho tiempo — lo recorrió con la mirada, deteniéndose en su vientre, haciendo que Yeosang lo abrazara instintivamente — Creo que tenemos algunas cosas en las que ponernos al día — sonrió de lado, cerrando la puerta de la casa.

Continuará...?

 𝙻𝚘𝚟𝚎, 𝙻𝚞𝚜𝚝 𝚊𝚗𝚍 𝙱𝚎𝚝𝚛𝚊𝚢𝚊𝚕 Donde viven las historias. Descúbrelo ahora