La memoria no siempre es fiable

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D R A G O N A R I

Autora: Clumsykitty

Fandom: Marvel/AU/Fantasía

Parejas: Winteriron (BuckyxTony), NovaQuill, Staron, entre otras.

Derechos: nada me pertenece más que mis ideas.

Advertencias: una historia en un mundo fantástico con muchas referencias. La pareja principal es Winteriron, por favor, es Winteriron. Osea, es Winteriron. Siempre será Winteriron. Creada en honor a los chorro mil likes del rincón playero de locura y perdición de esta minina mal habida, la ganadora del sorteo pidió un Winteriron de fantasía. Helo aquí.

Un Winteriron.

Gracias por leerme.


*****


La memoria no siempre es fiable.



Antonio lo recordaba bien.

Los Maestres solían decir que la memoria no se fijaba en el cuerpo sino hasta después de la caída de los dientes de leche, pero Antonio lo recordaba como si hubiera sucedido ayer.

Estaba en un amplio balcón, rodeado por rosales frescos y enredaderas mirando hacia una plantación de trigo cuando sucedió. Era mediodía, las sombras eran cortas por la posición del sol, por eso fue más difícil darse cuenta hasta que ellos ya estaban sobre su hogar.

Los Dragonari.

Dragones gigantescos que exterminaba reinos enteros con su fuego maldito, capaz de derretir hasta el más duro de los metales como si fuese tan solo hielo bajo el peor sol de un verano cálido. El campo que Antonio miraba ardió en una columna rojiza que avanzó hacia los jardines de su casa. Hubo gritos junto con el aroma de piel quemándose. Jarvis tiró de él, levantándolo en brazos mientras su madre le envolvía en un paño que había sido previamente sumergido en agua helada. Ella lloraba cuando besó su frente, luego su padre bendijo a ambos, envuelto en su armadura y desapareciendo por una puerta con más cazadores a su lado.

Salieron corriendo de la casa, bajando por el río que alimentaba los campos. Cuando estuvieron en la parte más baja de aquel barranco, vieron unas flamas enormes provenientes de una explosión que sucedió en la casa. Luego un rugido que pareció hablar la lengua humana. Antonio no supo entenderlo, pero su madre sí. Ella miró aterrada a su Jarvis, luego a su hijo que titiritaba. Un par de manos tersas con aroma a rosas acariciaron sus mejillas húmedas.

Lloraba.

—Al-Ghila te bendiga, amor mío. Jamás lo olvides, en tu sangre corre la herencia de los Stark. Los Hombres de Hierro.

María besó su frente, un beso largo acompañado de un sollozo y le empujó junto con Jarvis por un camino mientras ella tomaba otro en dirección contraria.

Jamás la volvió a ver.

Los Dragonari odiaban por sobre todas las cosas a los caza dragones. Buscaban a sus familias para asesinarlos antes de que más cazadores nacieran con la bendición de Al-Ghila que los dotaba con el poder para acabar con ellos. Los Stark habían sido los mejores usando las Gladius, lanzas que atravesaban las durísimas escamas que protegían el corazón de un dragón. Eso y sus armaduras inmunes al fuego los hicieron temibles. Por eso los bautizaron como los Hombres de Hierro, un título que llevaba ya más de diez generaciones haciendo retroceder a esos monstruos.

Pero los Dragonari eran inmortales.

Y rencorosos.

Aquel día, Vir Centinelis, uno de los más grandes dragones, dejó huérfano a Antonio Stark, el hijo de Howard Stark.

No lo hizo solo.

Dos Dragonari más lo ayudaron. Vir Rumlow y Vir Invernus.

Mientras Jarvis limpiaba sus lágrimas dentro de un barco lleno de aterrados sobrevivientes que huían de la isla Manhattan, muchos heridos, despojados de sus tierras y familias, Antonio se juró acabar con esos tres dragones así le llevara toda su vida hacerlo.

Ellos podían ser inmortales, pero Antonio era muy inteligente, y por Al-Ghila que los Dragonari iban a desaparecer de la faz de la tierra.

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