Prólogo

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8 años atrás.

Risas y música infantil, globos de colores, mesas con decorativa de animados, niños corriendo y adultos hablando con alegría era lo que se apreciaba una vez que entrabas a aquella casa de apariencia común.

Habían niños por doquier, sobre todo en los juegos inflables y en la pequeña piscina del lugar, pero había un grupo en especial que llamaba la atención, y no porque entre ellos se encontrase uno de los cumpleañeros, sino por el juego en el que participaban.

En una esquina de la entrada, un televisor de gran tamaño junto a una consola y cuatro niños jugaban con agilidad frente a él, los niños a su alrededor vitoreaban cada vez que ganaban diciéndoles lo increíbles que eran, excepto por alguien, una pequeña pelirroja los miraba con rabia, su nariz arrugada y brazos cruzados la hacían ver tierna aunque estuviera molesta, sobre todo con la distintiva corana sobre su cabeza y el pequeño peluche en una de sus manos.

Una vez más los chicos ganaban la partida que había estado reñida, y claro, los halagos no faltaron. Los cuatro se voltearon en dirección a todos arrepintiéndose de inmediato, frente a ellos estaba la pelirroja quien al instante les lanzo el muñeco cayendo a sus pies.

—Se supone que debían estar conmigo en la fiesta—exclamo, ella quería jugar en los brinca-brinca mientras ellos querían jugar a la consola, así que engañosos aceptaron la invitación de la pequeña y en cuanto se subió a uno huyeron en dirección a la entrada para jugar, creyendo que no lo notaria.

«Me dejaron sola—chillo, los cuatro llevaron sus manos detrás de la cabeza mostrando arrepentimiento.

—Pero nosotros queremos jugar al Play—replico un pelinegro, que al igual que la pelirroja traía una corona sobre su cabeza, haciéndoles saber a todos que ellos eran los cumpleañeros.

La niña hizo una mueca—Pero, ¡Pero es mi cumpleaños y se hace lo que yo diga!

— ¡También es el mío y se hace lo que yo diga! —volvió a replicar el pelinegro, los demás solo se mantenían ajenos a aquella discusión, sabían mejor que nadie que cuando ellos se agarraban no había quien les parase.— ¡Y yo digo que jugaremos al Play si así lo queremos! —continuo incluyendo a los otros tres.

—Ok— respondió la pelirroja dejando confundido a los cuatro y sus espectadores—Pero, jugare contra ustedes—sentencio y todos rieron, ella frunció sus cejas y arrugo la nariz con ligera irritación—¿Por qué se ríen?

—Pequeña—dijo uno de los rubios que estaba a los costados del pelinegro, se acercó a ella y puso su manos sobre el hombro pecoso de la niña—No vas a jugar. —volvió a reír contagiando a los otros tres chicos y haciéndola enojar más—Estos juegos no son para niñas...

— ¿Qué estas insinuando?

—Nada malo, princesa—respondió el otro rubio continuando por su hermano gemelo.

— ¿Entonces? —interrogo nuevamente y los cuatro se miraron entre si— ¿O es que tienen miedo de que patee sus traseros?

— ¡Bien! —respondió altivo un castaño, los otros asintieron y se acomodaron en el mueble para que la pelirroja se sentase—Pero, debemos apostar—los otros chicos lo miraron y le hicieron señas con la mano para que no siguiera, era bien sabido por ellos que una vez que apostases contra Hürrem Zimmerman no había vuelta atrás, pues de alguna forma u otra ella siempre ganaba.

—Está bien—sonrió— Si yo gano... Deberán jugar y hacer lo que yo diga por un mes—los cuatros tragaron en seco y el castaño se arrepiento de inmediato el haber ofrecido aquella apuesta—¿Qué ofrecen ustedes?

SIN IGUALDonde viven las historias. Descúbrelo ahora