El tiempo lo cura todo, o eso dicen. Y lento pero seguro, el corazón de Lan XiChen se recuperó.
Cada noche de ese año, el rey de Yunmeng le visitaba, sin saltarse ni un solo día. Jiang Wanyin estaba feliz de cumplir su promesa de no dejar su lado.
Sin la habilidad de tocar instrumentos, o la voz melodiosa para cantar y sabiendo cuán poco apropiados eran los cuentos de niños para un rey, Jiang Cheng sólo podía hablarle de lo que sabía más, y eso era las estrellas.
Cada noche que venía, se sentaban juntos cerca a una ventana, una taza de té en la mano y Lan Huan le escuchaba contar la historia de una estrella. A veces, era sólo una estrella, otras, era una constelación. Las historias eran interminables y encantadoras, pero lo que embelesaba más el corazón del rey aislado, era la sonrisa hermosa que acompañaba cada historia. Él sonreía mucho más de lo normal cuando hablaba del cielo, y Lan Huan no puedo evitar enamorarse de él aún más.
El tiempo voló y un año pasó como una brisa para ellos. Era la última noche que pasarían juntos, dado a que el rey de Gusu debía de volver a la mañana siguiente. -Quiero que me cuentes tu historia favorita. La que guardes más cerca de tu corazón. -Le pidió con gentileza antes de levantar su té de loto.
Entonces Jiang Cheng empezó. Había una estrella en el cielo, nombrada para honrar al fuego ardiente de dos amantes. Se dice que cualquiera que quiera que su amor prospere, necesita rezarle a esa estrella. Llamarla con fuerza y pensar en el deseo con cada pizca de poder que esa persona posee.
Mirando hacia ella, una sonrisa gentil y cálida se esparció por su cara, iluminada por la tenue luz de luna. Era tan encantadora que Lan Huan tenía que forzarse a sí mismo a no tocar. Luego de un sorbo de su taza, se atrevió a preguntar.
-¿Por qué te gustan tanto las estrellas?
Suavemente, los labios de Wanyin se curvaron hacia arriba antes de suspirar, sacudiendo su cabeza. -Porque no sufren de los apegos a los que los humanos nos sometemos. Son libres de existir y dejar de hacerlo, no tiene que preocuparse del pasado, presente o futuro.
Pensándolo así, XiChen no podía evitar maravillarse.
-Wanyin, -le llamó suavemente.
-¿Sí, Lan Huan?
-¿Alguna vez has rezado?
-¿A los dioses? He buscado su guía como cualquier otro.
-A las estrellas.
-¿A las estrellas? -Sus labios se separaron, pero nada más. Los ojos de Jiang Cheng rehuyeron la mirada de dos irises dorados. -Creo que puedo haberlo hecho. Pero no lo recuerdo.
-¿Cómo le rezas a las estrellas? -Lan Huan inquirió.
-¿A qué estrella quieres rezarle?
-A Rè'ài (热爱 - calor del amor).
-¿A Rè'ài? -Pestañeó, sus pensamientos eran indiscernibles mientras él levantaba la mirada al cielo. -¿Sobre qué quieres rezar? Bueno... -Su pequeña risa parecía menos natural de lo normal. -Supongo que el propósito debe de ser claro. No necesitas explicar. Para rezarle a esa estrella, uno debe cerrar sus ojos y simplemente hablarle. Si viene desde el fondo del corazón, se dice que la divinidad lo escuchará.
Con seriedad, Lan Huan cerró sus ojos. -Rè'ài, espero que puedas escucharme.
Jiang Cheng quedó estupefacto. No había necesidad de en verdad hablar de su corazón en voz alta, el simple pensamiento era suficiente. Sin embargo, interrumpirlo en un momento tan personal parecía impropio. Decidió mantenerse callado, pero su corazón estaba cubierto de un velo de tristeza. Sus ojos no podían evitar cuestionarse quién había capturado a tal rey. Un corazón de oro lleno de felicidad y amabilidad; una mente amplia y entendedora, llena completamente de hambre por información, emocionada por expandir sus conocimientos; y una preciosa y acogedora alma que abrazaba a cualquiera que pudiera tener el coraje suficiente para mantener su mirada.
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El calor del amor - Rè'ài | Xicheng
Fanfiction-¿Qué te parece, Jiang Wanyin? ¿Te casarías conmigo? En un lugar donde cinco reinos están en una guerra fría, dos príncipes se aman. Estan comprometidos por propósitos políticos, enamorados por el deseo de sus corazones. Sin embargo, para que Jiang...