Es lindo vivir en un lugar donde te sientes en casa, que cuanto te levantas en la mañana te sientes feliz de empezar un nuevo día, de estar motivada a hacer lo que te gusta, sentirte bien contigo misma.
Pero, ¿Qué pasa cuando el lugar donde vives te resulta asfixiante? Qué prefieres estar horas en el colegio o hacer horas extras en el trabajo, conseguir cualquier excusa para salir, y que cuando tienes que regresar, cada paso que te acerca, aumenta tu ansiedad.
Quieres escapar, pero no sabes dónde ir.
Creo que este es uno de los peores sentimientos que he podido sentir hasta ahora. En ocasiones, cuando puedo estar sola en casa, coloco música en la televisión, y empiezo a limpiar, mientras lo hago canto y bailo, me lleno yo misma de alegría... Hasta que escucho llegar el carro, apago todo y acomodo las cosas, y por milésima vez el vacío vuelve a aparecer.
Siempre he sido una chica reservada, y que vivía en su sona de confort, tenía miedo a lo que podía encontrar fuera de la puerta, me limitaba a salir, y ahora... Me siento un pajarito encerrado en una pequeña y estrecha jaula.
Tengo miedo a nunca encontrar ese lugar donde pueda ser yo misma, donde sienta paz interna.