Un rubio de ojos azules corría desesperadamente por los pasillos de aquel hospital, ignorando los gritos del que consideraba su hermano y los de los comisarios.
No entendía en que momento las cosas se torcieron tanto.
Horas antes...
En el despacho del mayor se encontraba la pareja, el rubio en el regazo del pelinegro mientras ente revisaba los informes de los alumnos y los corregía.
El de ojos azules había estado todo el turno de noche haciendo los informes que la mayoría que la maya no hacia, y el como compañero ejemplar, se quedo haciéndolos por ellos.
En cuanto Jack entro de servicio y vio a su pareja con unas ojeras notorias en la cara y varias tazas de café vacías sobre su escritorio empezó a echarle la bronca.
Pero en cuanto supo el porque, su corazón dio un vuelco, cada día que pasaba con el rubio se daba cuenta de la gran persona que era, a si que lo convenció de tomarse un descanso mientras el terminaba lo que le quedaba.
Al principio se negó, ya que sabemos perfectamente lo testarudo y orgulloso que era el oji azul, pero con unos cuantos besos de por medio se dio por vencido, siendo cargado como koala al despacho del mayor y después arropado entre sus brazos, cayendo inmediatamente en los brazos de Morfeo.
Todo iba perfecto, hasta que un par de horas después salto un código tres en licorería.
El pelinegro decidió dejar descansar un poco más a su rubito, verlo de esa forma tan vulnerable y tierna no le dejo interrumpir su descanso.
Grabe error.
El camino hacia la licorería fue rápido, cuando llego estaban el de cresta, los tres comisarios, el búlgaro, el de barba y el ruso.
Básicamente estaban los mejores, ¿qué podría salir mal?
Todo en esta vida puede salir mal.
En cuento llego las negociaciones se rompieron, dándoles diez segundos para encontrar la mejor posición que se podían permitir.
Grave error de Jack al esconderse detrás de su patrulla, y también de sus compañeros al no avisarle a tiempo del tirador de ventanales.
Antes de que le hubieran avisado, Conwey había recibido un bala en el hombro, y, a continuación, en el abdomen, donde el chaleco no le cubría, dejándolo en el suelo desangrándose mientras sus compañeros abatían al tirador y a los de adentro lo más rápido posible para ir a su rescate.
Los EMS ya estaban informados de lo situación y esperaban un par de cuadras mas allá a que les den la señal de que estaba todo seguro.
No pasaron más de diez minutos para que los EMS tuvieran al superintendente en el interior de la ambulancia, de camino al hospital, y los comisarios intentaran comunicarse con el rubio.
Claudio les había informado de que el super estaba fuera de peligro, aunque había perdido demasiada sangre y tendría que reposar varias semanas para no empeorar su estado.
Antes de comprobar el estado de su jefe y amigo, un rubio despeinado y con ojeras, menos notorias que antes, apareció agitado, preguntando el número de habitación de su amado, que en cuanto le fue dado corrió hacia esa dirección, intentando ser parado por sus compañeros y amigos para informarle sobre el estado del otro, siendo completamente inútil , ya que el menor desapareció de inmediato.
Eso nos lleva a la actualidad, en donde Gustabo estaba frente a la puerta donde detrás de ella se encontraba su pareja, respirando con dificultad, intentando relajarse para después entrar y sentir su corazón latir dolorosamente al ver al mayor en ese estado.
Se acerco cuidadosamente, acariciando su rostro delicadamente para después tomarle la mano y acariciándola como si del mayor tesoro se tratara, quedándose dormido en aquel sillón aun con sus manos unidas en un cálido toque.