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wow, 7mil palabras ... supongo que me inspiré </3

espero que aprecien mucho este capítulo): de verdad me costó muchísimo escribirlo. creo que es el capítulo que más me ha costado hasta ahora, me gustaría que le dieran mucho apoyo por lo mucho que me esforcé...

¡gracias por leerme! pasen una excelente semana. tal vez nos vemos pronto esta misma semana, pero no prometo nada jejej<3 cuídense mucho, los quiero. 

cada comentario sobre la historia, sus opiniones, pensamientos, teorías, etc, son muy bien recibidos y apreciados<3

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Desde que era pequeño, siempre me había considerado una persona romántica, alguien que siempre había amado las típicas películas románticas, que, por más clichés que fueran, siempre terminaban teniendo su toque y haciéndome llorar. Fue desde pequeño que mi corazón palpitó en emoción cada vez que veía un gesto romántico entre los protagonistas y, muy dentro de mí, siempre soñé y deseé por el momento en el que alguien me mirara de aquella misma forma en la que aquellos personajes se veían, que me desearan de esa misma manera y también deseaba un amor lleno de pasión, de drama, de tragedias. Algo que siempre me había encantado de las películas románticas, es cuando hay giros inesperados, cuando hay finales que nunca te esperas, cuando, de pronto, te encuentras llorando y añorando aquella intensidad en tu vida, aquel amor, aquel cariño, aquel tacto. Aquel amor. Las películas románticas, sin duda, te hacen querer vivir, te transportan a ese mundo y te hacen desear lo mismo que aquellas personas están teniendo. Pero, también, te hacen envidiar. Entonces, desde pequeño pensé que yo también merecía un amor de aquella manera, que yo también iba a tener un amor tan pasional como aquel y que yo también era merecedor de amor, de ser amado, de ser sostenido y apreciado.

Claramente, mientras iba creciendo me di cuenta de que las cosas no son como nosotros las pensamos de pequeños, que por más que tengamos imaginación la vida no es como nosotros la pedimos, pues la vida está llena de sufrimiento innecesario, de momentos tristes innecesarios, de muchas cosas que son innecesarios. Llegué a pensar, mientras estaba acostado en mi cama y lloraba, el hecho de por qué la vida simplemente no puede ser felicidad para todos. Luego pensé entonces... ¿cómo la vida sería una película si todo fuese felicidad? ¿cuál sería el placer de vivir si todos fuéramos felices y estuviésemos contentos? Si la vida fuese fácil, entonces, un momento más de felicidad no iba a hacer la diferencia, y, realmente, eso es lo que las personas buscamos en nuestras vidas: la diferencia. Muchas veces cuando estaba triste, siempre de pequeño, un pequeño ilusionado, llegué a pensar que lo mejor que podemos hacer es recibir el sufrimiento con felicidad, con agradecimiento, pues aquellos momentos donde más lloramos y sufrimos simplemente nos están preparando para la genialidad que viene después. Han pasado los años y yo sigo esperando que aquella felicidad que me prometí de pequeño llegue a mi vida.

Con el señor Jeon, con lo poco que llevamos teniendo lo que tenemos, conocí mil cosas que nunca pensé que iba a conocer, experimenté cosas de las que no me sentía merecedor, cosas que pensé, que una persona como yo, no merecía. Cosas que ni siquiera me permití a mí mismo soñar con. El señor Jeon me había demostrado lo fácil que era amar, lo fácil que era enamorarse, envolverse en una ilusión y empezar a volar en nubes. El señor Jeon me hacía sentirme vivo, me hacía sentir merecedor de cosas, me daba la libertad de permitirme ansiar, de permitir que mi corazón palpitara con ansiedad. El señor Jeon, sin duda, me hacía vivir mi propia película de amor.

Cuando era pequeño solía preocuparme mucho por la persona que iba a llegar a ser el amor de mi vida, o no necesariamente el amor de mi vida, sino, también me preocupaba por la persona que estaba destinada a ser mi alma gemela. Pensé muchas veces que hay personas que mueren sin conocer a sus almas gemelas o que las conocen, pero no se enamoran de ellas, aquello me hacía temblar de miedo mientras me cubría con una sabana en la noche y no podía dormir a causa de estos pensamientos. ¿Qué iba a pasar si conocía a mi alma gemela, pero esta no se enamoraba de mí por cómo era? Mientras más divagaba en mi propia mente, más miedo me daba hasta el punto donde estaba llegando, pues, pensaba con confusión el hecho de que, si todos estamos destinados a conocer al amor de nuestras vidas, a conocer a nuestras almas gemelas ¿qué pasa con las personas que mueren jóvenes? ¿Qué pasa con esos que mueren y nunca se enamoraron o nunca nadie los amó románticamente? ¿Acaso ellos no estaban destinados a amar? Y, aun así, también pensaba en caso de que sí tuvieran alma gemela y amor de sus vidas entonces ¿qué pasaba con la persona que quedaba en la tierra, viva, si ahora su alma gemela estaba muerta? Eran aquellos pensamientos que no me dejaban dormir en la noche, mientras divagaba una y otra vez en este mismo hecho.

Teacher's pet • KTDonde viven las historias. Descúbrelo ahora