Chapter IV - "El lienzo".

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El sonido de la cafetera la sacó de sus pensamientos.

Las horas de sueño, por desgracia, no fueron suficientes. Creía que al descubrir algo se sentiría más tranquila, pero una sensación de incertidumbre la invadía cada vez más. Con cada minuto que pasaba sentía con más fuerza que alguien cruzaría su puerta y algo horrible sucedería.

Las gotas de lluvia golpeaban el cristal de la ventana y uno que otro estruendo la forzaba a levantar su mirada de los cuadros que se encontraban dispersos por todo el lugar.

Llevaba días analizando la gran colección de obras buscando más pistas sobre un posible paradero del hombre misterioso.

Había encontrado alguna que otra cosa, pero nada lo suficiente útil como para emprender una búsqueda concreta. Se había empezado a decepcionar y desanimar, no quería perder la esperanza, ni tampoco un posible rastro.

Su respiración se apresuró de un momento a otro, sus ojos recorrían con cuidado una de las tantas obras que no había terminado de sombrear nunca. Era la pintura de un hombre con una ligera semejanza al que había conocido, saliendo de una iglesia de piedra; reconoció el lugar.

Sabía que había pasado alguna que otra vez por ahí o sus alrededores. Su suerte había comenzado a cambiar, o eso parecía.

Tomó otro sorbo de café y seguido a eso, dejó escapar un sonoro suspiro. Las preguntas que tenía en mente la invadían constantemente, el miedo había abandonado su cuerpo luego de unos días y la curiosidad ocupó su puesto.

Lo único que quería, era entender por qué razón la había empezado a seguir. Aun intentaba plantearse el mejor escenario para esa confrontación.

Necesitaba respuestas y las necesitaba rápido. A pesar de lo que el hombre le pudo llegar a decir, aún ansiaba saber que pasaba en el bosque y necesitaba comprobar que su mente no la engañaba, necesitaba ir en busca de aquel domo.

Con la taza de café en una mano comenzó a caminar por el taller, buscando en el medio de todo aquel desastre algo que le fuera útil. Giraba y tomaba de vez en cuando algún cuadro y lo miraba fijamente, como si esperara que de repente su contenido cambiara por la presión de su mirada.

Cuando estaba por darse por vencida y volver a casa, uno de los cuadros que había descartado llamó su atención, en el dorso del lienzo tenía unas palabras escritas y recordó que cuando un lugar le llamaba demasiado la atención solía escribir la dirección ahí.

Se acercó a este y lo tomó en sus manos; lo miró unos cuantos segundos y se dio cuenta de que una vez más, no era una obra aislada. Tomó el boceto de la iglesia y puso uno al lado de otro. Como esperaba, ambos coincidían.

La fuente de piedra que residía en el lienzo se unía con la del hombre abandonando la iglesia. Estaba segura, ni siquiera necesitaba la dirección.

Aquella fuente se encontraba en el centro del pueblo y recurrentemente pasaba por ahí. Comenzaba a entender que quizás, nada era una simple coincidencia.

Frente a ella tenía la única cosa que necesitaba para resolver todas las preguntas sin respuesta que tenía en mente. Y gracias a esto, no tenía que seguir buscando más.

Ya era tiempo de saber todo, o al menos intentarlo.

La hermandad: El despertarDonde viven las historias. Descúbrelo ahora