Prefacio.

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La pintura de la mujer reposada en aquella pared, me provocaba sueños extraños, no como pesadillas sino más bien como sensaciones de incomodidad y escalofríos.

Nunca antes la había visto en la vida, pero había algo en ella que me provocaba noches enteras de insomnio y cuando por fin conseguía dormir, volvía a padecer esas sensaciones inquietantes. 

Su rostro es verdaderamente imposible de olvidar, la recuerdo como si la viera todos los días, como si su imagen hubiera quedado marcada en mi memoria. 

Ya no puedo comer, me duelen los brazos y el calor que me abraza el cuerpo, se ha vuelto insoportable. 

Me mantengo alejado de Matilda, me preocupa qué es lo que pueda pensar o hacer. 

Mi mente juega conmigo, si le hago caso, entonces yo mismo creería que me he vuelto loco. Aunque no conozco otra explicación, no encuentro un motivo que revele qué me está pasando. 

Todo esto es culpa de la mujer en la pintura. 

Lo único que pude leer, fueron esas letras en cursiva debajo de su imagen esplendorosa. 

"Laurent Amery, 1900"

¿Quién eres tú? ¿Y por qué no puedo sacarte de mi cabeza?

Sangre y Tratado (TRILOGÍA FAMILIA REAL)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora