talkin' about love (talkin' about you) || markhyuck ||

H

Dicen que tu primer amor siempre se queda contigo, en sentido figurado. En el caso de Donghyuck, resulta que es literal.

Era muy joven cuando se enamoró por primera vez, tenía 13 años, y no sabía cómo expresar sus sentimientos de otra manera que no fueran besos exagerados en la mejilla y abrazos enérgicos, apretando los brazos alrededor de otras personas con la suficiente fuerza como para hacerles daño.

La gente solía decirle que era un chico insoportable, un bromista con una lengua afilada y pensamientos malvados, pero con un corazón tierno que pedía a gritos afecto a la vez.

Así fue como Mark lo conoció por primera vez, cuando Donghyuck aún intentaba averiguar qué hacer con ese gran agujero en el pecho que necesitaba atención en todo momento, cuando se burlaba y hacía bromas y se reía de todos los que estaban cerca de él sólo para sentir el suave calor de los ojos sobre él.

Pero Mark era todo lo contrario, tenía 14 años y no sabía cómo expresar sus sentimientos. Así que se mordía la lengua y agachaba la cabeza, tropezando con su acento cada vez que intentaba abrirse. Solía ser reservado, callado y torpe, solía mirar a Donghyuck desde el otro lado de la sala de prácticas con ojos muy abiertos y brillantes, y su mirada caía al suelo cada vez que Donghyuck se daba la vuelta y lo pillaba in fraganti.

Así fue como Donghyuck lo conoció por primera vez, una cáscara de nervios e inseguridades que miraba a Donghyuck como si fuera algo salvaje, algo de lo que había que desconfiar. Así fue como Donghyuck se enamoró por primera vez de él, arrastrado por algo más fuerte que su yo de 13 años, algo que no acaba de entender hasta el día de hoy.

Y fue un lío, un viaje turbulento en el que Donghyuck no hizo más que tropezar en los lugares equivocados, lo que provocó que Mark fuera de las peores formas. Con el corazón en la mano, Donghyuck aprendió la paciencia y los límites por las malas. Y Mark, Mark aprendió a leerlo y a amarlo de la manera más sutil que Donghyuck haya experimentado jamás, silenciosa como un susurro y firme como las manecillas de un reloj.

Ahora, cuando Mark entra en la sala de estar, con 21 años, hombros anchos y pasos firmes, con un porte alto, orgulloso y seguro, mira a Donghyuck con los mismos ojos anchos y centelleantes, y sonríe de forma reservada y amable. Aunque con el paso del tiempo va mejorando en sostener la mirada de Donghyuck, su mirada sigue cayendo al suelo como solía hacerlo cuando era joven. Pero no se contiene, ya no.

Mark se acerca arrastrando los pies, sentándose accidentalmente sobre los pies de Donghyuck cuando se deja caer en el sofá a su lado, atrapando la manta de Donghyuck bajo su cuerpo.

- Me estás aplastando los pies - se queja Donghyuck, moviendo los dedos de los pies todo lo que el muslo de Mark sobre él le permite.

- Oh, vaya, lo siento - se aparta Mark como si se hubiera quemado, tirando de la manta para deslizarla de debajo de su trasero antes de enroscar las manos alrededor de los tobillos de Donghyuck. Tira de las piernas de Donghyuck hacia arriba, las estira sobre sus muslos con suavidad, sus hábiles dedos se deslizan bajo la manta para clavarse en la suave carne que hay sobre los talones de Donghyuck - ¿Está bien tu pierna? ¿Te he hecho daño? -

Donghyuck niega con la cabeza y se aprieta el labio inferior entre los dientes para no gimotear ante la agradable sensación de las manos de Mark sobre su cuerpo, que nunca dejan de presionar en los puntos adecuados.

- Me recuperé hace como un millón de años, Mark - dice en cambio, arqueando una ceja mientras se echa hacia atrás en el sofá, con la cabeza apoyada en el reposabrazos para poder seguir mirando a Mark - Te preocupas demasiado -

Mark no lo mira, sus ojos están fijos en su regazo mientras roza con sus manos las piernas vestidas de Donghyuck, con los dedos frotando sus espinillas.