in eternal infernalis dei gloriam

21 2 0
                                    


Cuando se hace mención de esta palabra, muchas personas imaginan calderos hirvientes, con personas gritando de dolor dentro suyo, asesinos y ladrones siento castigados por las abrazadoras llamas del infierno, un calor insoportable, y gritos agonicos proviniendo de cualquier punto del lugar, o tal vez algo un poco mas dantesco.

Pero que lejos se esta de la realidad.

Cierta vez iba manejando en la madrugada, se me habían pasado ya un poco las copas pero como no habia nadie que me hiciera el favor de llevarme a mi casa, decidí tomar las llaves de mi auto y conducir hasta allá, para mi punto de vista, no estaba tan tomado como para que pasara un desastre, pero una señal de alto que nunca pude ver, me comprobó lo contrario.

El auto quedo hecho pedazos, y yo, desparramado en el volante no podia siquiera moverme, lo último que vi fue una sombra negra, acercandose a toda velocidad, después de eso, no puedo recordar nada, hasta este punto.

Desperté en una calle desierta, el camino en donde me encontraba, parecía extenderse infinitamente al horizonte, camine un largo rato hasta que pude encontrar una puerta blanca, sin adornos,ningún letrero, solo era una puerta blanca parada al final del camino. Me pare frente a ella para poder mirar mas de cerca, escuché una voz proveniente de dentro que susurraba mi nombre, una sensacion de paz inundo totalmente mi ser, despues de todo, lo comprendí, estaba frente a la puerta del cielo.

Preguntaron por mi nombre tres veces, tres veces afirme, y a la última fue cuando se abrió, un hombre alto, salio de su interior, tomó una pluma dorada, y como si estuviera leyendo un libro invisible dijo:

"Misael, tu no deberías estar aqui, aún no es tu tiempo"

Y tras decir estas palabras cerró la puerta en mi cara, bueno, después de todo, no pude entrar al paraiso.

Me quede frente a la puerta un rato, toque hasta que mis nudillos se sintieron adormilados, nadie se digno a contestar.

Una mano fría tocó mi hombro, era un hombre, bastante desarreglado, viejo, con los cabellos sucios y llenos de basura, parecía un vagabundo.

-Te han dicho que aún no es tu tiempo ¿o me equivoco?

-No, pero ¿eso que significa? No puedo esperar mas tiempo en este lugar

-¿Tienes prisa de llegar?

-No me gusta que me hagan esperar.

-Comienza a caminar hijo, ve a donde te llevan tus pies, pero ten cuidado con lo que encuentres, no te salgas del camino.

Pero soy una persona contradictoria, agradecí al anciano, y comenzé a caminar fuera del camino, todo el lugar era blanco, lo único que se podía distinguir era el camino detrás de mi, algo me dijo que siguiera caminando, y mas motivado que la primera vez, comenzé a caminar, hasta que mis ansias me ganaron, y corrí olvidando el cansancio que sentía, como si tuviera urgencia de llegar, y no me habia equivocado, encontre una puerta negra, rodeada por una reja, había bastante gente formada para entrar, sabia a donde me estaba metiendo, sentía un pavor absoluto devorando mi ser a cada paso que daba, pero algo pasaba conmigo, que no podía detener mis pies, me forme tras el último hombre, la fila avanzaba rapido, intente preguntarle a aquel hombre, hacia donde nos dirigíamos, pero el solo me insulto en un idioma que no pude comprender, su voz, fuerte y rasposa, me hizo sentir que la sangre se me habia transformado en dagas, y mientras mas avanzaba, mas terror sentía, la reja no dejaba ver por dentro, pero si se podía escuchar perfectamente todo lo que allí adentro pasaba, gritos, risas escandalosamente grotescas, y cadenas, queria salir corriendo, pero mis pies seguían avanzando.

Llegue a la puerta, y allí un hombre de casi 2 metros, se alzo delante mio, no tuve que decirle mi nombre, nisiquiera pregunto, se hizo a un lado y me aventó dentro del lugar.

El infiernoDonde viven las historias. Descúbrelo ahora