01; Bromas Hirientes

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No le gustaba hacer cosas cursis, realmente jamás se había imaginado en alguna situación así, sus expectativas para su vida era acabar muerto a los 27 en una pelea a navajazos sin camiseta si nunca llegar a estar en una relación, él era un "lobo solitario" al que no le importaban esas cosas en lo más mínimo. Al menos de eso se había convencido.

Y aún así, ahí estaba; caminando por el parque tomado de la mano del que ahora era su pareja, ambos con un cono de helado en una mano admirando el sol primaveral que llenaba de vida el verde césped, incluso mariposas y abejas revoloteaban entre las flores, una escena tan cliché de las películas románticas que en cualquier otra ocasión ya hubiese vomitado de lo empalagoso que era.

No se sentía merecedor de eso, el peso de las acciones de Pogo aún colgando de su espalda, la culpa clavándole puñales a cada paso que daba. Sólo la suave presencia a su lado parecía calmar esa lacerante sensación.

– Sabes, jamás pensé que algún día terminaríamos así. – El de cresta rompió el silencio, distrayéndolo así de sus lamentaciones. ¿Cuánto tiempo había estado ausente? El rayo de sol que caía sobre su rodilla comenzaba a arder. – Realmente esperaba verte muerto en una zanja antes, o que me mataras. La vida si que da vueltas. ¿No te parece? –

Un pesado frío se expandió en su estómago, bajó su mirada al suelo, estaba acostumbrado a ese sentimiento, pero que la puñalada viniera de su "soporte emocional" le revolvía el estómago y su garganta se cerraba y dolía, como si un alambre de púas floreciera dentro de esta. Si no fuera porque estaba habituado a guardarse sus emociones para luego vomitarlas abrazando a su oso de felpa durante la noche, seguramente sus ojos se hubiesen cristalizado.

– Oh vamos, no pongas esa cara, perla. – Horacio pasó su mano por la cintura del más bajo, acercándole a él y abrazándole. Gustabo se quiso apartar, pero sencillamente se dejó hacer. Pérez era su debilidad, su tacto le relajaba sin importar qué. – Sólo era una broma, tu eres el primero en hacerlas, perrrrro. –

– Sí, sí, tienes razón. – le responde echando una risa floja, comenzando a sentirse culpable de ser tan susceptible. ¿En algún momento podrá dejar de sentirse así? Si se lo dejas a Pogo, no te volverás a sentir culpable. No, Pogo siempre miente, él lo alejará de Horacio, y si lo hacía nada bueno pasaría. – Simplemente me comenzó a doler la cabeza, dentro de poco me tocan las pastillas, creo que ya deberíamos volver. –

– Me hubieras dicho desde un principio, por poco me preocupas. – Suelta con una suave risa, y deposita un meso en la mejilla tersa del contrario, sus labios fríos por el helado le hicieron estremecer gracias a la diferencia de temperaturas, un suave carmín apareció en sus mejillas. – Vamos, guapo. Que no queremos que algo malo te pase.

Sonrió y ambos caminaron juntitos por el camino a la salida del precioso parque. Tras su ida Los Santos había ido evolucionando para bien.

El sol era realmente cálido, al punto que hacía que su piel ardiera. Y aún así, el frío no se iba.

'¿Sabes quién anda preguntando por ti en comisaría?'

'¿Quién?'

'Nadie.'

Se mordió el labio, sin entender por qué tuvo que recordar eso justo en ese momento. Se supone que habían dejado atrás esos tiempos, no debería doler. No debería recordar.
















"Pogo no sabe que hacer para que Gustabo le escuche"

tengo  q decir q no esperaba actualizar, pero aquí estoy

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tengo  q decir q no esperaba actualizar, pero aquí estoy.

xdon x lo corto y lo mrda pero bueno 

los tkm 

bai 

violentómetro - GustacioDonde viven las historias. Descúbrelo ahora