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Con impaciencia, volvió a presionar el intercomunicador. Sin embargo, no obtuvo respuesta; de pronto las alarmas comenzaron a sonar y Steve Rogers se levantó de su escritorio con un gruñido, para salir de su oficina y ver que sucedía.

No podían estar atacándoles, nadie tenía conocimiento de que en esa base abandonada hacía más de setenta años, se encontraba la sede de la Nueva Hydra.

Caminó con paso apresurado por los pasillos, hasta llegar a la raíz del problema. Una pelirroja poseída por la ira o por una legión de demonios, dejaba caer un cuerpo más, sobre la pila frente a ella; Él estaba algo sorprendido, Drakov no había exagerado como creyó inicialmente, Romanova no era un simple conjunto de hoyos donde satisfacerse, además de eso, tenía talento para asesinar.

Espero que entiendas que estás en deuda conmigo— Advirtió Rogers a la mujer, llamando su atención.

Ellos intentaron tocarme. Apenas dieron pelea— Escupió la rusa, en su idioma natal— al parecer aquí se les entrena con amor y arrumacos.

La siniestra risa del rubio frente a ella, le hizo callar. Si bien solo se había defendido, sabía que molestar al líder, le aseguraba una muerte lenta y tortuosa.

Mientras la alerta de peligro seguía sonando, el Capitán estiró del brazo a la mujer, llevándola sin cuidado alguno hasta la habitación que designó para ella.

—Desnúdate— Una vez dentro de la alcoba, Rogers le exigió.

Y Natalia sabía que negarse no estaba en sus posibilidades, por lo que bajo la mirada lasciva del contrario, desabrochó su traje hasta poder deslizarlo a sus pies. Sólo se mantuvo vestida con la lencería que llevaba debajo, hasta que con un ademán el hombre le indicó que siguiera con las últimas prendas y después de tragar grueso, la chica obedeció. 

—Ponte cómoda— dijo el Capitán, señalado la cama. A lo que la rusa terminó por recostarse y esperar a que lo peor pasara.

Rogers se acercó a la cama, hasta estar muy cerca de las blancas piernas de la chica, y desde la rodilla femenina subió con una suave caricia hasta el muslo, que apretó un poco, para luego abrir con fuerza las piernas de la chica y dejarle expuesta.

Natalia gimió bajito, regañándose por mostrar debilidad frente a la cabeza de Hydra. Cerró los ojos al sentir un par de dedos abrirse paso entre sus pliegues y su sexo respondió al toque del hombre, sin siquiera sentir deseo.

Sabía bien cual era su trabajo, Madame B le explicó cada detalle, prometiendo arrancarle la piel y los ojos, si fallaba con la misión impuesta por el nuevo orden mundial, que estaba levantándose desde las sombras.

El Capitán, como le llamaban todos en ese lugar, la estiró por las piernas para dejarla al borde de la cama y se inclinó lo suficiente hasta estar cara a cara con su intimidad. Natalia se removió incómoda, pero él solo llevó ambas manos hasta su sexo para inspeccionarla y abrirle los labios inferiores para ver detenidamente eso que tenía tan guardado celosamente.

Puedo ver que sigues siendo virgen, como la mujer que te trajo prometió— Steve siseó— Mañana, antes de que salga el sol partiremos, vendrán por ti.

Natasha se levantó para quedar sentada, estaba sorprendida de que él se arrepintiera de tomarla, como imaginó que haría. Vio la oscuridad y el deseo en sus ojos, pero la estaba rechazando... ¿Por nunca haber estado con un hombre?

Y no mates más de mis hombres— Sentenció el rubio, deteniéndose en la puerta unos segundos antes de salir— No me hagas castigarte.

CAPTAIN | Hydra Cap Donde viven las historias. Descúbrelo ahora