Ruby; Jenlisa

Pt. 1

Dios, que pesadilla.

Pensó Lisa mientras veía bajar a sus amigas completamente ebrias de su auto. Todas habían ido a un bar cercano a celebrar su cumpleaños número 24 luego de salir del trabajo. Para su mala suerte, Lisa era la única que sabía manejar así que tuvo que limitarse a tomar gaseosa y ver con diversión como sus dos mejores amigas se embriagaban hasta casi llegar a una intoxicación.

No le importaba de todos modos, prefería estar consciente y sobria mientras la celebraban. Además, podría tomar algo más tarde al llegar a la comodidad de su casa.

"Por favor beban mucho café y agua al llegar. No quiero tener que soportarlas con resaca mañana en el trabajo" les pidió a las dos chicas que estaban ya fuera del auto.

"Relájate cumpleañera, podemos cuidarnos solas" Rosé le dijo arrastrando sus palabras por la ebriedad. La rubia tropezó un poco y Jisoo tuvo que afirmarla para que no cayera.

Lisa rodó los ojos. Dios, que alcohólicas eran.

"Si, claro" respondió con sarcasmo. Mañana debían trabjar temprano y esperaba que las otras dos chicas no estuvieran de mal humor todo el día por la resaca.

"Ve a casa y avísanos cuando llegues, estaremos bien. Tan solo debemos lograr subir las escaleras hasta el departamento y ya" Jisoo la tranquilizó. Ella estaba un poco mejor que Rosé, o eso quería creer porque la chica mayor era muy buena fingiendo su sobriedad para tranquilizarla.

"Está bien, nos vemos mañana. Las quiero mucho" se despidió. Estaba por subir su ventana del auto cuando Rosé la detuvo.

"Disfruta tu último regalo de cumpleaños, esperamos que ya esté en casa cuando llegues. Mañana nos cuentas que tal estuvo" le dijo con una sonrisa de lado que le pareció muy sospechosa. ¿Otro regalo más? Ya tenía suficientes, el maletero de su auto estaba repleto de regalos de sus compañeros de trabajo, de su familia y de sus dos amigas frente a ella. ¿Qué más podían darle?

"Shh... se suponía que era un secreto. Nunca más te dejaré beber tanto" Jisoo dijo mientras se llevaba a Rosé dentro del edificio. Lisa las vio alejarse con confusión. ¿Por qué Rosé tenía esa mirada y sonrisa traviesa? ¿Y por qué era un secreto este último regalo?

Qué extrañas eran... esperaba que no se encontrara con ninguna sorpresa rara al llegar a casa. Las otras dos chicas siempre salían con cosas que ella no se esperaba y a decir verdad le daba un poco de miedo.

Condujo hasta su casa con calma, cantando feliz las canciones de su lista de reproducción y recordando lo bien que lo había pasado ese día y lo mucho que la habían felicitado y celebrado. Ahora llegaría a casa, se serviría un trago, se prepararía una cena, se daría un merecido baño de tina y se iría a dormir como un bebé. Era el plan perfecto.

Luego de 10 minutos llegó a su casa, estacionó su auto y entró.

Comenzó con su plan para esa noche, se quitó sus tacones, fue hasta su bar y se sirvió una copa de vino tinto. Dio un sorbo y tomó la botella para llevarla hasta la cocina y preparar su cena. Decidió que una lasaña quedaría perfecto con ese vino.

Se demoró 20 minutos y dos copas en preparar todo. Metió la lasaña al horno, puso el temporizador y justo cuando iba a ir a sentarse a su sofá a esperar que su comida estuviera lista, el timbre sonó.

"¿Qué demonios?" se preguntó. No estaba esperando a nadie, no hoy por lo menos, y además era extremadamente tarde. Eran las 10 de la noche.

Caminó hasta la puerta con confusión y miró por el ojo de pez de esta viendo que era una mujer que no conocía. Esta venía vestida como si fuera a una fiesta elegante, con un abrigo de piel sintético negro y un vestido rojo de seda ajustado. Su maquillaje estaba muy bien hecho y sostenía un pequeño bolso en su mano mientras inflaba y desinflaba sus mejillas a la espera de que abrieran la puerta.