Capítulo 2. «Profecía.»

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- Siguiente.
- Anna Evans, primer año de criminología.
- Si si, muy bien señorita. De Salem, Portland. ¿Correcto? - Anna asintió con la cabeza, esbozando una ligera sonrisa que hacía que sus rosados labios destacarán aún más en su pálida piel. Aquella secretaria la entregó los papeles que determinaban su nuevo hogar, y su itinerario de materias. Quinta planta habitación 215. Entre la gente Anna se sentía una diminuta hormiga entre grandes, fuertes y experimentados osos. Al fin llegó a su habitación y temerosa usó su llave y giró el picaporte, encontrándose con una joven de poca estatura. Pudo observar que tenía el pelo negro como el azabache, algo ondulado, ocultaba los ojos tras un flequillo de cortinilla, aunque se podía apreciar un color gris en sus ojos. Vestía en colores oscuros, aunque no completamente negro. Esta chica observó a Anna, con desapruebo, desde la punta de los pies hasta la coronilla de su pelo. Y desvió su mirada. Anna, sintiéndose ofendida, entró en la habitación y se sentó en la cama contraria a la que se encontraba aquella misteriosa chica, la echó un leve vistazo y resopló sin ganas de comenzar una conversación, a pesar de que sabía que debía hacerlo.
- Soy Anna.- sonó cortante, borde y algo frío, aunque aquellos sentimientos distaban de la realidad.
- Muy bien. ¿Quieres que te de una medalla? - La chica misteriosa desafió con la mirada a Anna, con rencor.
- Disculpa, yo solo trataba de ser amable. Seremos compañeras de cuarto ¿sabes? - esta vez si que usó adrede un tono borde, y sarcástico a la vez. A lo que su compañera respondió con un nuevo desafío de miradas.
- Está bien, yo soy Becca. ¿Contenta?
- ¿Becca? ¿Y ese qué nombre es? - Anna no pudo evitar soltar un risa de niña, a la que Becca respondió con una mirada asesina.
- De Rebecca, idiota. - Anna se encogió de hombros y comenzó a desempaquetar su equipaje, sin darle más importancia al tema.

***

Se acercaba la hora de comer y Anna se encontraba en su habitación, escuchando música mientras enredaba con su colgante, enganchado al cuello. Se disponía tumbada en su cama, sumisa en sus pensamientos cuando un par de chicos entraron en la habitación.

- Becca nos vamos a una fiesta ¿te animas?
- Claro, me arreglo y os veo en 15 minutos donde siempre.- Anna los miraba, aunque estos individuos no parecían percatarse de su presencia, hasta que uno de ellos giró la cabeza y se cruzó con su mirada.
- ¿Y esta quién es? ¿No era que tu no tenías compañeras nunca? - Aquel chico tenía el pelo desordenado y oscuro, sus ojos eran de un color miel transparente y su piel pálida, aunque no tanto como la de Anna.
- Soy Anna. - Su voz sonaba como un fino hilo de cristal que fuera a romperse en cuestión de segundos. Esbozó una pequeña y tímida sonrisa intentando parecer agradable y deseando que desaparecieran aquellos individuos.
- Muy bien, Anna. - el chico del cabello oscuro puso énfasis en su nombre, lo cual la intimidó. - Ya nos veremos, adiós.

***

Las primeras semanas transcurrieron con normalidad en la Universidad de Nevada para Anna, a excepción de aquellas extrañas cartas que recibía cada domingo, tenían garabatos grabados, a los cuales no encontraba ningún sentido, eran del tamaño de una carta de póker. Había recibido ya 3 diferentes, no sabía de donde venían, ni quién las enviaba. Desconocía el por qué aunque tampoco se centró en él. Anna llevaba un mes en Nevada, tenía clases de introducción a la psicología, teoría del derecho y medicina legal y forense, entre otras, cada cosa que aprendía la fascinaba más aún.

En la cafetería Anna se encontraba sentada en una silla repasando sus apuntes de derecho, cuando de la nada apareció Laila. Laila era una chica rubia, aunque tenía un mechón azul debido a un tinte. Su cabello era corto, a la altura del hombro, y era bastante liso. Su piel era morena, lo cual contrastaba con su pelo. Tenía los labios finos y rojos, cuando sonreía unas ligeras arruguitas se formaban a cada lado de sus ojos, los cuales eran de un color marrón oscuro. Anna y Laila se conocieron en la cafetería, cuando Anna arrojó por error su zumo de piña sobre la camisa de Laila.

Zodiaco.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora