Capítulo 3. «¿Real? ☪»

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Anna se encontraba temblando, frente a una Becca callada, pálida del asombro, asustada por la respuesta sobre aquel tobillo.
-Anna, déjame ver tu tobillo. Por favor.
Anna se quitó el calcetín, dejando a la vista su pie derecho. Como ella había descrito, se veía una marca de nacimiento, que podría pasar por un tatuaje a ojos inexpertos, se distinguía perfectamente una luna enfrentada a una estrella. Las siluetas eran casi perfectas. No parecía una obra de la naturaleza, sino del hombre. Becca acarició levemente la piel marcada, y apartó rápidamente la mano.
-¿Segura que es de nacimiento?
-Claro, sé perfectamente como es mi cuerpo.
-Perdone Doña Perfecta.- Soltó irónicamente.
Y a sabiendas de que a pesar de sus diferencias, ambas chicas empezaban a encajar.
-A ver, supongamos que eres descendiente de la hija de Otheus, hablando hipotéticamente claro. Tal vez alguien lo sabe y te gasta una broma pesada. ¿Quién lo sabe?
-Nadie Becca. Nadie.
-¿Y tus padres? ¿Tu familia?
-Ese tema... Es complicado.- Su tono rozaba la inseguridad.
-¿Lo saben o no?
-No.
-Bien... ¿Alguna amiga? ¿Amigo? ¿Ex novio? ¿Alguien?
-Tú, nadie más.
-Vale, pues es Otheus, que quiere llevarse tu alma.
Tras estas palabras Anna la miró aterrorizada, pálida como la pared, sin habla, sin respiración. Si luz ni vida en los ojos. Y en ese instante Becca rompió a reír, carcajada tras carcajada, a la vez que Anna fruncía el ceño y enrojecía de furia.
-Eres una completa imbécil, joder.
-Tendrías que haberte visto la cara, era todo un poema. Le dirías a alguien que tienes esa marca y no te acordarás, no le des más vueltas.
-Vete a la mierda.
Tras una larga y tendida discusión sobre cuál de las dos chicas era la más estúpida, Connor apareció en la puerta de la habitación 215, golpeando la madera con sus nudillos. Anna acudió a abrir la puerta, sin percatarse de que aún se encontraba despeinada y con su pijama de conejitos azules. Tenía la piel acalorada por la discusión anterior. Cuando Connor entró por la puerta su expresión de sorpresa fue evidente. Nunca había visto a Anna en pijama y menos sin arreglar. Ella era muy paranoica con eso, no permitía que nadie la viera despeinada o mal vestida.
-Anna ¿te encuentras bien?
-Perfectamente. ¿Por qué Connor?
La joven sonó impertinente y hostil. Ante el silencio de su amigo, volvió a retornar la conversación.
-¿Estás sordo, Connor?
-Perdona, es que nunca te había visto... Así.
Connor titubeó las últimas palabras, sorprendido ante la actitud y aspecto de Anna.
-¿Qué?
Connor la miró de arriba a abajo un par de veces, insinuando la situación que acontecía. Hasta que Anna se percató de lo que pasaba.
-¡Oh! Mierda Connor, sal de aquí.
Tras esa cortante despedida la puerta se cerró ante las narices de Connor. Y Las chicas retomaron su conversación, pero de forma más pacífica y diplomática. Evitando gritos e insultos o palabras fuera de tono.
-Becca, quiero saber quién envía las cartas y qué ocurre conmigo.
-Uhm, creo que sé quien podría ayudarnos. Cámbiate, vamos a ver a un amigo.
**********
Una hora más tarde las chicas se encontraban bajándose del coche en una casita en las afueras de Nevada, era grande y luminosa. El tejado tenía un par de tejas flojas que chirriaban con el viento. Las ventanas eran amplias y las paredes rígidas.
-¿Qué es este lugar?
-Aquí vive un hombre. Era amigo de mi padre.
-¿Por qué siempre hablas de tu padre en pasado?
-Murió.
Anna se quedó gélida, sin palabras. No volvió a abrir la boca en el tiempo que caminaban hacia la puerta, Becca tocó el timbre y segundos después un hombre de unos 50 años apareció en la puerta, y el silencio se rompió de nuevo.
-¡Becca bonita! Cuanto tiempo, cariño. ¿Qué tal te va?
Aquel hombre abrazó a Becca dejándola casi sin respiración, sumisa entre sus grandes y fuertes brazos.
-Hola Peter, fantástico. ¿Y tú qué tal?
-Genial, genial. ¿Quién es ella?
-Soy Anna.
Sonrió tímidamente y le estrechó la mano.
-Es un placer señor...
Sus últimas palabras sonaron dubitativas, a falta de conocer el apellido de 'Peter' y por lo tanto, cómo denominarlo.
-Señor Reeves, pero llámame Peter, por favor.- Regaló una sonrisa a la joven y continuó hablando.-¿Qué os trae por aquí?
-Venimos por el Puzzle del Zodíaco.
Aquellas palabras hicieron palidecer al señor Reeves, el cual indicó a las chicas que pasarán a su despacho, una vez dentro cerró la puerta tras de sí.
-Becca, tú mejor que nadie conoces el poder del Puzzle.
-Lo sé Peter, no te hablaría del Puzzle si no fuera importante.
Becca comenzó a relatar al señor Reeves la situación de Anna, a la que este no daba crédito.
-Anna, ¿Está segura de que nadie conoce la existencia de dicha marca de nacimiento?
Anna asintió y el hombre comenzó a buscar entre los libros de su despacho, al cabo de unos minutos, un leve 'Ajá' salió de su boca, y llevó un libro bastante viejo sobre la mesa donde se encontraban las chicas.
-Hace unos setenta años, un arqueólogo encontró este libro cerca de la tumba de Otheus III, en la versión oficial, el libro desapareció del museo en el que estaba apuntado. Aunque realmente, fue tu padre, Becca, quien lo consiguió. Aunque desconozco cómo. Este libro narra relatos del pasado de Otheus. Además de relatos y hazañas futuras. A tu padre y a mí nos llevó años descifrar al completo su significado. Finalmente logramos descifrarlo. Según esto, Otheus podría volver entre los muertos pero... Pero es imposible. No puede ser Anna.
-Por favor, continua.
-Leeré las palabras mismas sacadas del libro. No me juzguéis, no creo que esto pueda ocurrirte, Anna. "Si resucitar a Otheus deseas, una heredera esperas. Una familia sana, y una descendiente apta. Un sacrificio humano, toda la familia muerta, excepto dicha heredera. Un ritual concreto realizar debes, si resucitar al mal quieres. Cabezas debes cortar, brazos y dedos arrancar. Una estrella y una luna con sangre has de pintar, en una mesa hecha altar. Dicha heredera debe vivir, hasta la mayoría de edad según la regla civil. Entonces el puzzle ha de usar, sangre derramar y a Nergel invocar."
Hubo silencio durante unos segundos hasta que el señor Reeves rompió el silencio.
-Anna estás a salvo. No te preocupes. Tiene que ser alguien tratando de molestarte.
-No sé Señor Reeves.
-Peter, por favor.
Tras una breve conversación Anna y Becca abandonaron el despacho, y tomaron rumbo de vuelta a la universidad. Durante el viaje ambas jóvenes se encontraban en silencio, cada una sumisa en sus pensamientos.
**********
La semana entrante transcurrió como siempre. Laila y Connor recogían a Anna algunas tardes para tomar algo en la cafetería. Becca continuaba con sus rituales y amigos extraños. Las clases continuaban siendo agotadoras, pero fascinantes para Anna.
Anna se encontraba en Introducción a la Criminología, cuando el rector de la facultad entró en el anfiteatro.
-Buenos días. Hoy quería presentarles al Señor Hood. Es un distinguido criminólogo de California. Se ha instalado en Nevada este lunes. Permanecerá con nosotros durante unas semanas y ayudará con su experiencia personal en nuestras clases, agradecería se le mostrara lo mejor de ustedes, gracias.
El rector abandonó el anfiteatro y el 'Señor' Hood se dirigió hacia el profesor Thompson. Parecía irreal que ese 'señor' fuera un reconocido criminólogo, aparentaba a penas 25 años.
-Encantado de conocerlos, soy el inspector Hood y pretendo acompañarles en sus clases durante un tiempo. Espero que sea de su agrado.
Tras estas palabras la clase continuó con el rumbo adquirido como costumbre. El inspector Hood era alto y musculoso. Su piel era morena, cálida. Sus ojos eran de un azul perfecto. El pelo alborotado le daba un toque sexi, era oscuro y corto. Tenía barba de tres días, la cual contrastaba perfectamente con sus perfectas facciones. Su voz sonaba dulce y tranquila, como una melodía para dormir a los niños.
    Hubo un instante de debilidad, cuando sus ojos se cruzaron con los de Anna. Aquel hombre detuvo su conversación y se fijó minuciosamente en Anna, unas fracciones de segundo después, retomó su conversación, aunque sin alejar su mirada de Anna. A su vez, la joven se sentía observada, intimidada. No entendía dicho comportamiento. Una vez acabó la clase Anna recogió rápidamente sus cosas, y se dispuso a salir de allí. Cuando cerca de la salida, alguien agarró suavemente su brazo izquierdo.
-Disculpe.
A pesar de la súplica de aquella voz, la joven continuó su camino, a sabiendas de que aquella no era precisamente una buena forma de comenzar, Anna desapareció de allí y se dirigió a su siguiente clase.
El resto del día Anna lo pasó en su habitación con el portátil de Becca investigando sobre el Puzzle del Zodíaco. Hasta que una idea inundó sus pensamientos. ¿Quién es el inspector Hood? ¿Por qué se fija en ella?. Abrió de nuevo Google y en su búsqueda escribió Inspector Hood, 235 resultados. Debía reducir la búsqueda. Inspector Hood, Nevada. Y una foto de aquel inspector apareció, abrió la página. Policía Nacional, Estado de Nevada. Anna hizo click ahí y aparecieron múltiples nombres con cargos de policías, inspectores, subinspectores, comisarios, etc. Anna volvió a hacer click, aunque esta vez probó en noticias. Y ahí estaba lo que leyó en Google junto a la foto que había visto antes. "El recién trasladado Inspector Hood cuenta con el mayor número de crímenes resueltos en California, y con tan solo 24 años y 4 días en la localidad ya ha resuelto un crimen en nuestra ciudad."
Anna continuó investigando, sintió frustración, ella estaba estudiando y él con tan solo 3 años más ya era un gran inspector. No había demasiada información sobre él, la joven no lograba encontrar ninguna red social ni demasiadas conferencias o apariciones en público.
- ¡Toc! ¡Toc! - Becca golpeó la puerta y simuló el sonido de la puerta. Y entonces la abrió y pasó.
- ¿Ese es mi portátil, Anna?
- Ehm, puede ser.
Ambas chicas comenzaron a forcejear por el portátil, hasta que cayó en manos de Becca. Y comenzaron una larga y tendida conversación sobre el "por qué" de esa búsqueda e investigación hacia aquel inspector.
- ¿Tanto te gusta ese tío? Habla con él.
Beca se sintió orgullosa de su respuesta.
- Te repito, Becca, no me gusta, me parece interesante.
Y ahí acabó su conversación. Anna salió de la habitación, necesitaba tomar el aire, se encontraba mirando al suelo y encerrada en su mente cuando chocó contra algo, o más bien, alguien. Levantó la mirada, y ahí estaba, el inspector Hood. Rápidamente Anna pidió disculpas, y se ruborizó ante la situación.
- Disculpe señorita... - dijo dubitativo -  Perdone, desconozco su nombre.
Aquel hombre comenzó la conversación. De cerca impactaba más aún que cuando lo vio en clase, delante de todos los alumnos, y a varios metros de distancia.
- Evans, Anna Evans. No se disculpe, era yo quien iba distraída inspector.
- Llámame Izan, por favor. Usted está en la clase de criminología que me han asignado, ¿verdad?
- Sí, no me trate de usted, por favor.
- ¿Por qué no? Usted sigue haciéndolo.
Izan remarcó el "usted" haciendo sentir confusa a Anna, cuyas mejillas se tornaron rojas y su mirada se perdió en el suelo.
- Ya nos veremos, Anna.
Esto último la sorprendió aún más, cuando levantó la cabeza para contestar, este ya había desaparecido, y de nuevo la joven se encontraba confusa.

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⏰ Última actualización: Aug 14, 2015 ⏰

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