Capítulo 1: Nuevo comienzo.

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Capítulo 1: Nuevo comienzo.

Los días pasan volando, todavía recuerdo cuando recibí la carta de aceptación de parte de la Universidad de Nueva York. Estoy feliz, cambiaré de aires, confiaré en mi misma y seré una nueva persona, una universitaria enamorada de su mejor amigo. Espero que todo salga como quiero que salga. Llevo un poco más de un mes que no sé nada de Matthew, no me resulta raro, la verdad es como pensé que sería, sin una carta, un correo, una llamada o algún mensaje, nada de comunicación, como se lo pedí, no ha intentado, al menos que yo sepa, comunicarse conmigo, ha de estar muy ocupado con sus nuevos amigos y tal vez alguna mujer detrás de él, o muchas.

—Cuidate mucho—mi mamá me despide en el aeropuerto—, estarás muy lejos para que yo te cuide.

Está al borde de las lágrimas pero a la vez está muy contenta porque su única hija logrará uno de sus sueños, tal vez, aunque ella no sepa cuál es exactamente.

—Me cuidaré—le doy  un abrazo—Tú no te hagas daño, también cuídate.

Una voz metálica a través de un micrófono informa que el vuelo de San Francisco a Nueva York está a punto de despegar. Despedida definitiva.

Me separo de mi mamá para verla con lágrimas en sus mejillas y yo la recompenso con una sonrisa tímida. Tomo mi maleta y le doy último abrazo y un beso en la mejilla, camino hacia el avión a punto de despegar. Matthew pronto te veré.

No tengo ni idea de cuánto tardó el vuelo, y no pienso averiguarlo; lo único que me importa es que llegué bien y que apenas está cayendo el sol de la tarde. En mi mochila tengo la dirección de apartamento donde viviré mientras este cursando la universidad. Salgo del aeropuerto un poco cansada por el vuelo, la verdad fue muy agotador, pero aproveché el tiempo y leí “Saeculum” no lo terminé pero si le avancé un buen tramo; le hago la parada a un taxi y se detiene justo frente a mí, Nueva York es todo edificios grandes y modernos, le entrego el papelito con la dirección al taxista que aparenta tener treinta años, tiene el pelo castaño y ojos oscuros, también lleva barba y bigote.

El taxista se portó amable conmigo y me dio la bienvenida a esta ciudad; me dejó en la entrada de un edificio lindo y creo que está cerca de la Universidad pero eso ya lo investigaré con más detalle después. Entro y veo un lobby de paredes de cristal y cantera como piso, la recepción es buena y que cuando llego y pregunto por la habitación me indica exactamente cómo llegar hasta ahí. “Subes en el elevador hasta el piso 13, bajas y giras a la derecha ahí están las puertas con los números y buscas el tuyo” eso fue lo que dijo la recepcionista de pelo rubio que me atendió. Llego a una puerta con el número 1801, puerta café claro y pasillos blancos. Toco y se escucha una voz a lo lejos.

—Si eres Wendy Lawton pasa.

No quería pasar, bueno es que no soy Wendy, soy Weddy y no es lo mismo. Ah pero como acostumbran a confundir mi nombre. Abrí la puerta poco a poco y asomé la cabeza.

—Soy Weddy… Lawton—anuncié.

—Da lo mismo, me entendiste—se escuchó una voz.

No logré distinguir de donde venía esa voz pero me atreví a entrar por completo al departamento. Es amplio, paredes blancas, ventanas que dan a las calles, calles abarrotadas de  gente, cuadros pintados colgados en las paredes, no parecen ser de alguien reconocido pero reconozco que son hermosas, hay una pequeña maceta a lado de la puerta y se alcanzan a ver dos sillones y una mesita para té en el centro de la primera habitación, a la izquierda tres puertas muy juntas, deben de ser las recamaras, a la derecha una pequeña cocina y otra puerta, que creo que es el baño. Di pasos lentos y deje mi maleta a los pies del sillón, una puerta, de las tres a la izquierda estaba abierta. La miré fijamente como esperando a que saliera alguien para espantarme, sí salió alguien pero no me espantó, me recibió con una enorme sonrisa.

Tan solo un poco de tu corazón -suspendida-Donde viven las historias. Descúbrelo ahora