Todo el pueblo sabe lo imprudente que es deambular por el bosque en las noches festivas, menos correr el riesgo de ser capturado por lo que acecha en el interior. Pero, con las fiestas hay hidromiel y los tontos caprichos de los jóvenes. Un desafío...
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La hoguera ruge mientras te ríes, atrapada por la mano de la hija del carnicero mientras te empuja alrededor del círculo de baile perfeccionado por las doncellas solteras del pueblo año tras año. Las llamas son demasiado altas para saltar en busca de suerte a estas alturas, pero no te preocupas de que tu oportunidad de obtener una bendición del dios de la cosecha ya haya pasado.
Después de todo, es posible que el sol se haya puesto y se hayan realizado los primeros sacrificios, pero la fiesta no había terminado. Ni siquiera cerca.
Lugnasad era una de tus épocas favoritas del año. Los largos días de verano fueron sofocados un poco por las noches más frescas, las cosechas brotaban de la tierra en preparación para la cosecha de otoño. Las historias, sin embargo, eran lo que más disfrutabas. Los cuentos te cautivaron, sin importar la repetición, de cómo el dios, Lugh, liberó a la diosa del maíz secuestrada, Eithné, de las garras del dios oscuro del inframundo, salvando posteriormente la cosecha de las garras codiciosas de Crom Cruach.
Fue tanto una lección para los niños como un cuento sagrado, pero descubriste que, como la mayoría de las historias de faes, atrapaba tu atención a cualquier edad. Además, la emoción que rodeaba el festival de verano era algo que esperar, a través del agotador trabajo de la granja de tu familia.
Bailar tu alabanza al cielo te deja sin aliento, mientras tiras de la mano de tu amiga con una risa aireada, "¡Debo descansar! La noche es joven; ¡no deberíamos gastar toda nuestra energía tan pronto!" Ella pone sus ojos oscuros en ti, pero cede cuando su nombre sale de tus labios en un quejido desesperado, enganchando el gaélico dramáticamente en tu lengua, "¡Sibéal!"
"Está bien, está bien", ella también está algo sin aliento por tu baile, a pesar de su ansia por continuar, mientras las guía a las dos fuera del círculo mientras otras dos chicas fácilmente toman sus lugares. "¿Qué mejor momento para tomar una copa, entonces?"
"¿Otra?" atrapas su atención mientras decías su apodo en un regaño juguetón, "¡Liz! Y yo que pensaba que desearías estar más lúcida para cuando finalmente te animes a pedirle a Peadar que se siente a tu lado en el banquete más tarde." Te ganas una mirada fulminante pero divertida mientras le envías besos burlones, la tontería viene fácilmente con el hidromiel en el que ya has participado al atardecer.
"Si se supone que debo tener el coraje para preguntarle a Peter," ella dice, golpeando su hombro con el tuyo y haciéndote tropezar un poco de risa, "entonces necesitaré todo el coraje líquido que pueda conseguir, ¿no?"
