❱ Capítulo 1.

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Jacob Black nunca pudo resistir la tentación de ver algo peligroso frente a él y no tocarlo. De pequeño, tras aprender a dar sus primeros pasos, le sucedió con el fuego y las medusas fluorescentes en la playa. Años después con las encantadoras belladonas que crecían en el bosque y con la pirotecnia en las cálidas fiestas de fin de año.

¿En la actualidad? Acababa de sucederle con el estúpido rostro de Edward Cullen. Claro, si con "tocarlo" se refería a haberlo golpeado con todas sus fuerzas. Contra una roca. En medio del bosque.

No debió haberlo hecho, eso podía admitirlo, porque la ira que brotó en su torrente sanguíneo al verle levantarse como si nada tras recibir su mejor puñetazo fue peor. El dolor y las heridas eran algo mundano, corriente y muy por debajo de Edward; aunque siendo justo, lo eran para cualquier vampiro en general.

La otra razón por la que no debió hacerlo, era menos favorecedora, Jacob Black no tenía la menor intención de pronunciarla en voz alta frente a nadie, y era que el engreído chupasangre devolvía los golpes excepcionalmente bien.

El joven Black lo disfrutó. Pudo ver cómo en una fracción de segundo, el perfecto, elegante y siempre contenido hijo de los Cullen rompía su fachada, para levantarse apoyado en la roca quebrada, perdidos en aquel mar interminable de pinos y oscuros tonos azulados del bosque, adornados solo por las copas blancas de los árboles y el tapete de hojas secas a sus pies, antes de enseñar los colmillos y regresarle un violento y rápido derechazo que bastó para hacer que el sabor ferroso de la sangre llenase el labio roto de Jacob.

Sonrió con descaro, presumiendo esa pequeña herida en la boca sin molestarse en secar el rojo que goteaba, queriendo restregarle en la cara el hecho de que sangraba, de que podía hacerlo. Porque él estaba vivo, porque Edward Cullen nunca podría. O al menos, ese tipo de burla quiso transmitir antes de abalanzarse sobre él iniciando esa salvaje pelea a mitad del bosque.

"Pelea" que brilló por su corta duración y el gran número de daños que se hicieron el uno al otro en tan poco tiempo. Porque a diferencia de lo que podría imaginarse, el choque entre dos máquinas de matar no era glamuroso y cinematográfico, no entre un hombre lobo y un vampiro en todo caso, donde lejos de haber golpes y movimientos estratégicos o telegrafiados, solo había dos personas relativamente invulnerables, buscando hacer la mayor cantidad de daño posible, sin siquiera preocuparse en esquivar o bloquear el recibido.

"¿Qué sucedía cuando los colmillos de un lobo que pueden perforar lo que sea se encontraban con la piel inquebrantable de un chupasangre? ¿Se rasga la piel o se rompen los colmillos? " Se preguntó Jacob a si mismo mientras gruñía, dispuesto a averiguarlo.

—La colisión de un objeto indetenible contra un objeto inamovible. —Respondió Edward en un murmullo que parecía más para sí mismo que para nadie más, cosa que solo hizo enfurecer al hijo de la familia Black, sabía que estaba metiéndose con sus pensamientos, leyéndolos, invadiéndolos únicamente para hacerle perder el balance, para hacerle rabiar y ser aún más descuidado, y no iba a negar que funcionaba, pero era una vía en ambos sentidos. Solo tuvo que concentrarse lo suficiente en una imagen insultante y grotesca para desorientar a Edward cuando intentó seguir leyendo su mente, permitiéndole asestar otro par de certeros golpes a uno de los costados y garganta de este, no sin antes claro, recibir una patada que hizo crujir sus costillas.

En menos de dos minutos, el alboroto bastó para que tanto los Cullen como la Manada llegaran al lugar. Estaban en territorio neutral, de modo que no había un agresor y una víctima, solo dos jóvenes idiotas poniendo en peligro un tratado de paz mucho más antiguo que ellos mismos. Al menos, esa fue la reprimenda que Jacob logró descifrar mientras Sam, el alfa y líder de la jauría usaba su pie para lanzarlo y mantenerlo duramente contra el suelo, limitando incluso cuánto aire podía tomar en sus pulmones, forzándolo a bajar su ritmo cardíaco por la falta de oxigenación y por lo tanto a calmarse, al mismo tiempo en que Emmett inmovilizaba a Edward en una firme llave por la espalda y los hombros, mientras Jasper, el hermano de en medio, parecía casi sedarlo con la mirada de aquellos ojos dorados. Le tomó un par de segundos recordarlo, ese vampiro controlaba las emociones ¿Había algo más críptico y retorcido que eso? Se le ocurrían un par de cosas, sin embargo, cayó inconsciente antes de poder ponerlas en palabras.

Lo que acabó despertándolo al cabo de una hora o dos fue la sensación húmeda y seca al mismo tiempo que tenía la bolsa de hielos puesta en su cabeza para atenuar la inflamación y el dolor de los golpes, aunque lo cierto es que, como hombre lobo, ya había sanado prácticamente por completo. Parpadeó un par de veces aturdido, con la oscuridad haciéndose luz desenfocada poco a poco, adquiriendo filo y forma con cada pincelada de sus parpados y pestañas, aún sentía el peso del pie de Sam en su pecho, forzándolo a calmarse, literalmente, aunque fuese un alfa podía ser un gran cabrón. Estaba en un lugar conocido, su padre lo llevaba al consultorio de doctor Cullen desde que era un niño, sus primeras fracturas e incluso, alguna herida o dos que se había hecho como lobo novato las había atendido y supervisado Carlisle. Ya que el problema no era si iba a sanar o no, sino, el que su regeneración funcionara correctamente, acomodando los huesos indicados en los lugares indicados.

Solo tomando una profunda bocanada de aire, preparándose para agudizar el oído e incorporarse un poco mejor, fue que pudo distinguir la voz de su padre al fondo del despacho, en lo que parecía ser una discusión con Carlisle. Las palabras se sentían distantes y borrosas, al punto donde determinar cuando iniciaba y cuando terminaba cada frase era difícil. Apenas pudiendo atrapar algunas palabras sueltas, "Consecuencias" siendo la única que no abandono su cabeza tan rápido como entró en esta.

Jacob rodó los ojos y al girar el rostro se detuvo a ver la camilla de al lado, dónde un Edward, sin camisa, recién examinado por su padre, y probablemente despierto desde el principio miraba al techo, con un semblante molesto. Generalmente no soportaba mirar a ese engreído, pero en aquella instancia era diferente, pues parte de él sintió orgullo al poder detallar el par de buenas heridas que había logrado dejarle en el torso. La ausencia de moretones era fascinante, debió imaginarlo antes, la falta de sangre y todo eso, ya que, en su lugar, las zonas dónde había tenido éxito lastimando la piel estaban abiertas como un cristal agrietado y despicado. Con reflejos y pequeñas inflexiones de luz en cada ángulo de la herida, y un agudo y bajo sonido cristalino que su oído apenas lograba captar a medida que poco a poco este se iba regenerando también.

—Están enojados —Fueron las primeras palabras del chupasangre a su lado que rompieron el silencio, no un insulto, no un reclamo, no una represión por haberlo atacado así a mitad del bosque, tan contenido y frío que casi lograba hacerle sentir que no era nada— No entre ellos, con ambos, con...—Hizo una ligera pausa, incómodo con el término que salía de su boca— Con nosotros. Tu padre está pensando que lo que hiciste sirvió de ejemplo para que otros novatos quieran intentar romper el acuerdo. Carlisle cree que fui completamente irresponsable al regresarte los golpes, porque si se corre la voz otros vampiros podrían usar mi caso como justificación.

El joven Black lo miró incrédulo, a veces olvidaba cuan acostumbrados estaban los vampiros a usar sus poderes, aún si eso incluía forzarse dentro de las mentes de otros para escuchar, como hacía Edward. Los ojos de Jacob viajaron lentos y pesados a la puerta de la habitación contigua al consultorio, de donde las voces de sus padres provenían.

—Tengo oídos, Campanita. No necesito un resumen —Respondió el lobo intentando hacer la voz gruesa, contundente, aunque realmente la información sí que le venía bien.

La mirada seria y reflexiva de esos ojos dorados le dejó claro que solo pensaba ignorar lo que acababa de decirle.

—Tengo la teoría de que te interesará cuando sepas la solución que están considerando— Cuando su mirada regresó al cuerpo de Edward tras escucharlo, lo descubrió ya de pie, acomodándose la ropa, preparándose para salir por la ventana medio abierta.

A través del cristal podía ver algunos copos de nieve bailando y deslizándose dentro, cayendo suavemente y derritiéndose hasta desaparecer antes de siquiera tocar las brillantes baldosas de mármol del suelo, todo gracias al calor del lugar. Casi ignorando su destino inminente y tomando la obstinada decisión de entrar sin importar el resultado obvio. Tal vez no eran tan diferentes.

—¿Qué solución? —Preguntó Jacob moviendo los dedos con cierta impaciencia contra el metal de la camilla y un tono más bien desganado.

Edward había abandonado la habitación mucho antes de que terminara la oración.

"Siempre es lo mismo con él " Pensó incómodo y molesto el obstinado lobo "Primero una sensación fría de vacío, como si pudiera adivinar por un momento lo que estaba allí antes, y luego... Simplemente nada."

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⏰ Última actualización: Feb 11, 2021 ⏰

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Una balada de luna y verano  ▏A +18 twilight fanficDonde viven las historias. Descúbrelo ahora