capítulo tres

109 17 13
                                    

No sabía por qué, pero había pasado dos días seguidos dudando en si escribirle a Reborn o no, en si llamarlo, en si debería de comenzar a tener una relación más cercana con él. En parte quería, joder claro que quería, lo admiraba. Pero, por otra parte temía el no agradarle, nunca se consideró una persona realmente agradable. Por más que le sacara risas a los demás sentía que siempre hacia mal tercio, que era el amigo al que todos siempre olvidaban, el amigo que si el trabajo es de ciertas personas tú lo dejas de lado porque ya no se puede de más. El amigo que solo está haciendo el extra, si el no estuviera todo iría igual e incluso mejor.

Viendo la hora en su teléfono móvil logró ver que ya era la 11:32am de la mañana, así que se levantó a duras penas de la poca comodidad que podía haber en su incomoda cama para así ir al baño y del cajón que había en el espejo sacar dos frascos de medicinas.

La dosis que estaba tomando no le estaba haciendo efecto y temía no solo por él, sino que también por los demás. Seguir sus impulsos, aquella voz, nunca traería algo bueno ya que sería dejar de ser él. Esa era la conclusión final a la que había llegado, así que decidió el mismo aumentar la dosis

Auron sacó una pastilla de cada frasco, pero en un momento pensó que si nadie lo iba a ayudar el se ayudaría a si mismo. Así que que decidió el mismo aumentar la dosis, y acercando su cabeza al grifo del baño llenó su boca con agua para tomarse las pastillas, aquel acto repetido dos veces. Luego de haberse tomado las pastillas restregó sus ojos con sus manos y guardó los frascos donde siempre.

Dentro de poco tendría que caminar dirección a su instituto, ésta semana se suponía que el padre de Perxas lo llevaría a la escuela como el día anterior ya que se había pedido la semana libre para pasarla con su hijo ya que nunca estaba tiempo con él, y como era tan querido en el trabajo por su buen rendimiento y actitud no dudaron en acceder.

Todo iría bien.

• • • • • • • • • • • • • • • • • • •

──Tan solo me gustaría que apreciaras al menos una de las cosas que he hecho por ti. ──Los ojos del chico de sedoso y largo cabello anaranjado hacían todo lo posible por no derramar aquellas lágrimas que tanto luchaban por escapar

──Lolo, que lo hago pero es que...

──¿Por qué es que no puedes quererme como yo te quiero a ti? ──Aquella pregunta más que para el contrario es como si estuviese hablando consigo mismo mientras que una lágrima se resbalaba por su pecosa mejilla a la vez que sus labios realizaban un puchero y su celo se fruncia── ¿Por qué? Lo he hecho todo bien. Hemos reído juntos, tus problemas los he escuchado, cuando has necesitado ayuda te he ayudado y siempre te he apoyado, te di aquellas galletas del primer día de taller, tenemos pulseras que combinan. Pero ¿Por qué no me quieres?

Sus manos temblaban, no solo sus manos, todo él era como una gelatina a causa de los nervios y el decir lo que sentía por primera vez con el contrario. Lo estaba soltando todo y le dolía porque eso sería afrontar la realidad, algo que había estado evitando a toda costa porque aceptaba que se había enamorado de su amigo quien se caracterizaba tanto por llevar esa bandana siempre en su frente y su olor a tabaco el cual ya era como si se encontrase impregnado en su ser.

──Tú lo sabes, sabes que quien me gusta es otra persona y-

──Pero si él no siente lo mismo por ti, ¡Él te dejó de lado por alguien más! ──Su pecho dolía y su mano posicionada a esa altura era como si intentase regular el dolor, su corazón dolía por tantas cosas guardadas── Es que, en serio yo... Soy incapaz de comprenderlo. ¿No podrías comformarte conmigo? Él te rechazó, en cambio yo he estado siempre a tu lado, desde hace tres años. ¿Es que no soy suficiente?

Cartas para ti ; RebornplayDonde viven las historias. Descúbrelo ahora