Rencor

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Hubo un tiempo en que mi versión juvenil sintió un profundo resentimiento hacia Allen, para mí su acción fue desleal, realmente inmunda.

Fuimos mejores amigos, éramos inseparables al punto de que las personas podían llegar a pensar que éramos hermanos. En verdad consideraba a Allen una persona muy importante para mí y pude llegar a meter las manos al fuego por él.

¿Quién diría que nuestra amistad se iría a la mierda por una chica? No se equivoquen, Astrid no era cualquier chica de rostro angelical. Si bien era cierto que parecía un adorable ángel de una belleza peculiar, no fue eso lo que atrapó mi corazón.

Astrid creció siendo nuestra vecina, los tres fuimos grandes amigos, ella se convirtió en mi primer amor. No solo era lista o bonita, no, ella estaba llena de energía y alegría, tenía un carisma que le ganaba los corazones de los adultos, fue así que también se ganó el mío.

No dije nada al comienzo pues no deseaba que las cosas entre nosotros se tornaran incómodas, me gustaba poder convivir con Allen y Astrid, me bastaba estar en compañía de ese par y creí innecesario confesar mi amor por ella.

Fue en secundaria que mis sentimientos se hicieron cada vez más notorios, un día solo llego Allen y me dijo «Si continúas viéndola de esa manera voy a pensar que estás enamorado de Astrid» tras decir aquello se echó a reír por lo que considero una divertida broma, hasta que se percató de mi rostro tan colorado casi a la par de mis cabellos.

—¿En verdad te gusta Astrid? — Exclamó al tiempo que sus labios dibujaban una gran O por la sorpresa.

—¡Quieres callarte! Ella podría escucharte...

—¡Vamos Brandt! ¿Lo dices enserio? ¡Pero si crecimos juntos! Casi somos como hermanos ¿Esto se considera algo así como incesto?

—¡¡Cierra la boca Allen!! ¡Júrame que no vas a decir nada!

—Pero Brandt....

—¡¡Júramelo!! Esto es un secreto... No quiero poner las cosas raras entre ella y yo... tú lo acabas de decir, somos casi como hermanos.

—Vamos, estoy seguro que...

—¡Solo déjalo así!... No estoy listo para decírselo, y no quiero que vayas a dejar que se te escape... ¡Eres mi mejor amigo! Debes mantener esto en secreto.

—Vale... lo prometo, no le diré nada a Astrid.

—¡Gracias! Realmente esto es importante para mí. Sabes Allen, en verdad te considero más que mi mejor amigo, eres casi como mi hermano.

—También lo eres para mí, solo apúrate o te pueden ganar a Astrid, es una chica muy linda.

Nunca pensé que sería Allen el bastardo que me robaría a Astrid...


Todavía puedo verla corriendo hasta mí con aquella ancha sonrisa, sus ojos dejaban ver la dulzura del primer amor, y aunque me dolía adivinar lo que me diría me hice a la idea de que era normal que se enamorara, solo quería saber el nombre de la persona que le daba vida a su rostro.

Intenté sonreír para que no se diera cuenta del dolor que se iba alojando en mi corazón, resultaba tan obvio lo que estaba por decirme, lo iba a aceptar. La amaba a tal punto que me dije a mi mismo que aceptaría a su novio... realmente lo pensaba hacer... hasta que de sus labios salió aquel nombre.

Mi corazón se detuvo por unos microsegundos cuando aquel nombre tan familiar para mi escapó de sus labios, me obligué a sonreír, forcé la débil sonrisa intentando no mostrar lo mucho que me dolía, fue como recibir una mortal puñalada.

—¡¿Puedes creerlo?! Allen se me ha confesado, ¿no es lo más genial que pueda suceder? ¡Mi corazón aún está temblando de emoción!

Su rostro dejaba ver un precioso carmesí, su voz era alegre como el canto de las aves y supe que ella estaba enamorada de él.

No estaba enojado porque Astrid amara a Allen, ella era libre de enamorarse, lo que me estaba matando era el hecho de que él sabía de mi amor por esta chica, un par de años atrás supo de mis sentimientos y juró no decir nada. Al menos supo callar, pero no supo respetar que yo, su casi hermano, su amigo de la infancia estaba realmente enamorado de ella... Simplemente la enamoró y como cereza del pastel la hizo su novia.

Hice acopio de toda entereza para desearle lo mejor a ella, la felicité cuando lo único que quería era llorar.

Al paso de los días me fui distanciando de ellos con excusas simples, fue una suerte que mi padre obtuviera una plaza en otra ciudad y terminamos mudándonos.

Hasta el día de hoy he sentido este resentimiento por ese bastardo que no supo ser mi amigo, y de cierta manera también la odie a ella, debió darse cuenta de que yo la amaba, quizás solo decidió ignorar mis sentimientos.

Nunca llegué a imaginar los giros de la vida, quién hubiera dicho que sería afortunado en la salud y la riqueza, si en el amor fracase la vida me lo compenso con creces.

Ahora gracias a la pequeña fortuna que hice era capaz de obtener mi venganza, tenía en mis manos a Allen y no lo pensaba dejar escapar, no me importaba arrancar sus alas, matar sus ilusiones o exterminar cualquier rastro de esperanza, yo lo iba a destruir.

Nunca tuve gusto por los hombres, no es que me atraigan o algo así.

Esto va más allá de una preferencia sexual, esto es pura y llana venganza.

No me gusta Allen, realmente lo desprecio.

La única razón de que se me ponga dura para violarlo es el odio que siento por él, verlo convertido en una piltrafa humana realmente me excita.

 No disfruto de tener sexo con él, lo que disfruto es el dolor, la humillación y sus deseos de morir.


En cuanto me sienta lleno de esta venganza seré quien cumpla su más profundo deseo de morir, le arrancaré hasta el último aliento.


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⏰ Última actualización: Feb 10, 2021 ⏰

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El precio de la venganzaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora