Ryo, él niño que parecía un ángel.

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Primera parte: niñez.

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El piso debajo de él era resbaladizo y pegajoso, pudo observar cómo en donde se encuentra hay pequeños charcos de agua sucia; los cuales parecen crecer conforme continúa la lluvia. El aire pasó de ser fresco a helado en cuestión de segundos; su cuerpo solo supo temblar del frío causado por sus prendas, que con lentitud se mojaban. Correcto, la situación para Akira no lucía nada bien.

Sin embargo, no planeaba soltar al gato en sus brazos y dejarlo a su suerte; prefería resfriarse antes de hacer algo tan cruel. Fue casualidad encontrarlo, el niño iba de paso hasta que escuchó los sollozos del felino y no dudó en ir a rescatar en ningún momento. Yendo en contra del cuento que Mi-ko solía decirle para asustarlo.

El bosque te comerá en cuanto cruces la cerca.

Aun sabiendo eso decidió ir, la vida de un gatito es más importante que los inventos de la niña. Para su mala suerte se alejó tanto del camino que ya no reconocía nada a su alrededor, se perdió en el frondoso bosque, nuestro protagonista busca refugio debajo de un árbol, pero el viento lo hace estremecer.

Quiere llorar. El gato en sus brazos comienza a sentirse frío y puede asegurar que dentro de poco morirá, lo apega más a su cuerpo tratando de darle todo su calor de ser posible. Las gotas de agua se estrellan con fuerza en su piel, sabe que la tormenta no se detendrá, lo que significa una cosa: no podrá salvar al inocente animal.

Con sus inestables piernas intenta moverse, buscando un refugio que pueda protegerlos a ambos. No es capaz de mirar del todo bien, y eso lo lleva a caerse por un barranco que había en la zona; cada golpe se siente horrible en su helada hipodermis. Fudo, sin embargo, es afortunado de no hacerse ningún corte profundo por las filosas rocas que se escondían en la tierra.

Al caer llega a un jardín repleto de flores, las aves que antes se refugiaban de la tormenta en los troncos ahora aleteaban libremente a su alrededor, incluso con el pésimo clima el lugar sigue intacto; fue como sí ese pequeño rincón estuviera alejado de la realidad.

Él menor revisa que su acompañante esté bien antes de levantarse, le toma más de un intento, pero lo logra a la sexta vez. Fija su vista en la enorme mansión frente suya, sabe que allí conseguirá protección; aunque sus delgadas extremidades tiemblan.

Tiene miedo, su mamá le ha dicho muchas veces que nunca hable con extraños. Claro que eso no es nada, Akiko - la madre de Miki - le ha dicho cada que puede una sola cosa. "No te acerques al bosque, los monstruos te comerán", un cuento para asustar niños, uno que hasta Mi-ko utiliza para burlarse de él.

Akira está muy seguro de que entrar en la casa de un desconocido es mucho peor que estar en ese lugar, y no quiere problemas; por lo que, resignado da la media vuelta esperando encontrar su hogar. Entonces algo cálido comienza a brotar dentro de sus brazos, parece arder a comparacion de su piel de muerto, deslizándose desde sus brazos a la palma de su mano. Curioso, baja la vista buscando el origen de tan cómoda sensación.

Su protegido está sangrando.

El pánico se apodera del chico, quién inútilmente busca ayuda con la mirada. Comprueba qué sigue solo y la única forma de vida capaz de salvar al felino esta detrás de él, mira de reojo para comprobar que la estructura es real y no está alucinando. Suspira aceptando su destino y da media vuelta para dirigirse a la entrada de tan majestuoso sitio, con pasos lentos y tortuosos llega a su objetivo; toca el timbre.

Lo recibe un hombre de mirada cansada, deduce que tal vez duerme poco. ¿Será consciente de su aspecto?

—Oh —dice él adulto al ver a Akira en su puerta, a juzgar por su rostro, este intuye que él niño no debería estar aquí—. ¿Te perdiste?

Ángel. ¦Ryokira¦ Devilman Crybaby.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora