Capítulo 20

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Julio 18, 2016

LUIS ANGEL POV:

Era semana de exámenes semestrales, todos estaban muy preocupados por que tan bien o mal saldrían. El café y las desveladas eran los compañeros favoritos para esta temporada. Gracias al cielo, mis amigas y yo éramos las grandes excepciones. Nos preocupaba, sí, pero nuestras vidas académicas no dependían de ello a comparación de los demás.

Por cierto, nadie había reparado en la presunta desaparición de Willow. Por lo que pude escuchar por ahí, sus amigas piensan que se fue de viaje con su padre al Caribe y que lo están pasando de maravilla. Son solo rumores, claro está, pues ambos habían hecho un viaje sin retorno al más allá. Otra prueba más de que los chismes son siempre puras mentiras.

En cuanto al asunto con Mateo, ese sí era un tema complejo. Después de nuestra charla en la torre del reloj, ni él ni yo habíamos vuelto a cruzar palabra alguna, salvo para excepciones muy puntuales que tenían que ver con el grupo, pero después de eso, ambos éramos unas tumbas en presencia del otro.

A las chicas les parecía muy extraña nuestra actitud, en especial a Fernanda, quien no dejaba de preguntarme todos los días qué había sucedido entre ambos. Obviamente no le confesé nada, no quería ganarme un sermón de su parte.

Sin embargo, mis evasivas no bastaban, pues si bien es cierto que yo ni hablaba ni miraba a Mateo, él, por otro lado, había sido atrapado in fraganti varias veces observándome con cierta nostalgia, como bien me lo hacía saber Fernanda.

—Es la cuarta vez en el día que se queda enganchado de ti, Luis Angel — comentó Fernanda.

—¿No sabía que estabas contando? — pregunté para evadir el tema.

—Déjate de bromas y dime de una vez por qué está así — giré a verla, estaba con el ceño fruncido. Quería una respuesta, que yo claramente me negaba a dársela. El cielo había visto mis problemas y decidió ayudarme. Ian entró en escena.

—¿Ese de ahí no es Ian, Fernanda?

—No caeré en tus... — se cayó en cuanto vio al chico de sus sueños acercarse al sitio de Mateo.

—¡Jajaja! Qué gracioso eres — comenzó a reírse como loca para llamar la atención del chico.

—Creo que existen mejores formas para atraer su atención que una escandalosa risa.

—No sé de qué hablas ¡Jajaja! — volvió a reír exageradamente.

—Que tan desesperada puedes estar como para reírte como Danna.

—¡Ey! — se quejó la aludida — Pero Luis Angel tiene razón, Fernanda. Te ves rara así — Nuestra amiga nos miró con cara de pocos amigos, luego se paró de su sitio para ir a botar una imaginaria envoltura a la basura — Sí, está demasiado desesperada — sentenció Danna.

—Ya lo creo, le daré una mano — dije.

—¿Qué harás?

—Solo mira,**Ian, ve donde Fernanda** — el jugador de fútbol dejó de hablar con Mateo y se dirigió hacia Fernanda, quien se sorprendió al verlo — Me lo agradecerá después.

—O te matará — sugirió. Ambos reímos ante la cara roja que había puesto Fernanda, pues el chico por el que se muere le está hablando "por arte de magia".

Mi buen humor se vio interrumpido cuando por descuido mi vista chocó con los penetrantes ojos oscuros de Mateo. Nos sostuvimos la mirada unos breves segundos hasta que decidí girarme hacia mi libro. Fernanda tenía razón, Mateo había estado observando. Vamos, Luis Angel, tú puedes, tú puedes.

Las 7 Maravillas: El ComienzoDonde viven las historias. Descúbrelo ahora