Habían comenzado las vacaciones de verano, para alguien que vive literalmente a la orilla del mar no es algo muy emocionante pero si disfrutaba de poder nadar en esas tibias aguas turquesa, la verdad, vivir aquí era de lo mejor, levantarme todas las mañanas a abrir la ventana y sentir la briza del mar, todo eso me encantaba, no había día que no saliera de casa a disfrutar del sol.
Cuando nos mudamos aquí, nuestra casa estaba literalmente abandonada, completamente destruida, creo que es por eso el bajo valor que nos dieron, pero, tenia bastante espacio, literalmente, tenia tantas habitaciones que no hallábamos que hacer con ellas, entonces a mi madre se le ocurrió la brillante idea de convertir nuestra casa en un hotel, así juntamos dinero para arreglarla y ejecutar nuestro plan, lo bueno de tener un hotel a la orilla del mar es que el costo sube, así que no tardamos mucho en recuperar el dinero de las reparaciones, el hotel esta abierto todo el año, pero es en verano cuando hay mas ajetreo, así que ahí estaba yo, parado en la recepción esperando ansiosamente la llegada de los clientes, no era mi obligación estar aquí, pero me gustaban las propinas, y para ganarlas tenia que ayudar a los turistas a subir sus maletas por la gran escalera que llevaba a los cuartos, el mío también estaba arriba, el ultimo a la izquierda, no era molestia para mi compartir mi casa, ya que yo había puesto algunas de las reglas, por ejemplo, hacer ruido a altas horas de la noche y hacer fiestas, no es que no me gusten pero obviamente no hechas por desconocidos en mi propia casa. De hecho, el día de hoy había quedado con unos amigos para ir a una fiesta en la playa, con fogata, música y alcohol, las noches aquí no eran muy frías así que a veces nadábamos en grupo o jugábamos voleibol. Al ser la primera fiesta de las vacaciones estaba bastante emocionado, me había puesto una camisa de una tela suave y elasticada amarilla y un short blanco.
Estuve toda la mañana subiendo maletas hasta la hora de almuerzo, el patio era bastante grande, lleno de pasto y flores, el día estaba tan lindo que decidimos comer en la gran terraza, la mesa era enorme, y estaba bien decorada con los vasos, servicios, servilletas, y ensaladas, al sentarnos, Isabel -la señora del aseo- nos trajo nuestros platos a la mesa, la comida se veía realmente buena, y claro que estaba deliciosa, Isabel era la mejor cocinera del mundo.
-Creo que este verano llegaron mas turistas que el año anterior -Dijo papá sin apartar la mirada de su plato- Como te ah ido con las propinas Leo?
-Bastante bien para ser el primer dia, lamentablemente tendré que gastar todo en una espalda nueva -Dije al tiempo que metí un trozo de carne a mi boca- creo que los clientes coleccionan piedras en sus maletas -Dije con la boca llena-
Mi mamá me miro un poco molesta, detestaba que hiciéramos eso.
-Puedes tragar antes de hablar?
Papá y yo nos miramos y tratamos de evitar reír, en eso suena el timbre, todos nos miramos y me levante antes de que alguno de los dos lo hiciera.
-Yo voy, no se preocupen, ustedes sigan comiendo
Caminé hasta la recepción, habia un chico alto de pelo negro perfectamente peinado hacia atras, gafas de sol y, vestido de traje? Con este calor?
-Hola, tienes reserva?
-Si -Su voz era bastante gruesa-
-Tu nombre?
-Thomas Bristol
Busque su nombre en la computadora y si, tenia una reserva para la habitación número 4, justo a un lado de la mía, saqué la llave del cajón y se la entregué.
-Te ayudo con las maletas?
-No
-Seguro? Son muchas escaleras
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Leo Y Las Cartas-
Teen FictionLeo esta preparado para disfrutar sus vacaciones, pero un turista que se hospeda en su casa le arruina la fiesta, haciendo que los padres de Leo le obliguen a ayudarle con algunos asuntos, pasan de odiarse a disfrutar pasar tiempo juntos volviendose...