Killing Me Softly.

Campanas.

Drabble.

Aclaraciones: los personajes no son míos, todos pertenecen a Hajime Isayama.

1/: Angst, tragedy.
2/: Categoría T, (+13)
3/: Levi Ackerman y Eren Jaeguer.

Disculpen las faltas ortográficas.
...

Sombras sumisas encantadas por el brillo de un par de ojos lujuriosos, un rostro desconocido, seducido por el oscuro recuerdo al que juró amor. Caricias lascivas, suaves toques capaces de marcar heridas profundas sobre algo que ya no se asemejaba a auténtica piel. El amor hacía el aroma que embriagaba, suaves embestidas que arqueaban la ligereza de una pequeña espalda. El deseo a la campanilla tocando, susurros que se convertían en ahogados gritos tragados por la saliva mezclada. Eren amaba los besos que cubrían el ardor de las heridas, golpes y ataduras. Lo amaba a él, un olor húmedo que se envolvía sobre sus hebras negras junto al maloliente aroma del cigarrillo que solía escapar de sus gruesos e insidiosos labios. Eren lo amo, al cuento opacado por la oscuridad de un sótano que se oscurecía con la sonrisa siempre fiel de un recuerdo dichoso. Promesas que guiaron al impulso de querer arrancar con rasguños la piel que se juraba querer. Morena, embriagada por el salado rastro del sudor. Un restriegue de pieles que bañaban el tacto, electrizantes roces intencionalmente capaces de provocar el llanto.
Amaba el golpeteo del sonido hueco de el duro metal que caía entre el pavimento, tan ensordecedor como la fuerza de su cuerpo que podía desplomarse desastrado entre el frío del agua podrida. Goteras callando el silbido del aire que impulsaba un nuevo golpe. Él quiso amarle, aunque resultará insano, enfermo y doloroso cuando la respiración misma lo matará entre la espera que le asfixiaba. Anhelando mucho el sonido fuerte, alarmante y tenebroso de los pisotones que suaves advertian la pronta espera del ardor que recorrería y cortaría. Una deseosa necesidad demente, impulsiva a herir y marcar. Porque Eren podía quererle, al pequeño pedazo de un desconocido corazón necesitado del indescriptible amor: forzado, hiriente y mentiroso. La falsedad de un te quiero acompañado del dolor de un golpe. La sangre que escapaba, causando pánico entre las pupilas dilatadas de unos bellos ojos avellana. No podía amar el apellido viejo que se envolvía entre el polvo de una cruel memoria, era el desenfreno de la irá, los celos y el empañoso engaño del amor lo que parecía podía amar. Una fuerza, la cordura deshonesta que caía sobre el agrio sabor del te amo exigente. Un odio que opacaba los latidos ocultos del cariño, resentimiento llenando los tímpanos con fríos canturreos escritos encima de mentiras y recuerdos de celos injustificados, la tristeza del no forzado por el sí.
Era él, un nombre [Levi] vacío que no provocaba calidez, un llamado de auxilió [No..] tragado por los jadeos. gemidos creados para arrancar más de un solo cabello, arañazos que cortaban una piel helada, falta de calor y saliva dejada por los labios que ahora no eran más que resequedad y tabaco.
Besos, marcas y promesas callendo entre la frialdad de un cuerpo podrido, asesinado bajo la melodía de campanas tocando [Uno] [Dos] [Tres] interrumpidas bajo el silencioso segundo de los golpes que borraban el rastro de [cuatro] [cinco] [seis] tactos enfermizos. Palabras sutiles, [siete] [ocho] [nueve] melodías de una garganta reseca que exclamaba la canción de cuna que aquella iglesia alguna vez tarareo.

Cenizas que desaparecían entre flamas que hacía arder.
Cuchillos ocultos, el metal chillando sobre la madera que se consumía.

Un sótano pronto atacado por el humo asqueroso de huesos ardiendo. Pálidos pies siguiendo el rastro húmedo del cuerpo muchas veces acariciado bajo las pieles morenas que despedían la ahora irreconocible melodía. Voz tierna, idílica, tan llena de promesas. Tan presusora por despedirse de los ojos azules que las lágrimas de aquellas campanillas mataron.