Efectivamente me estaba enamorando de Jesús. Me gustaba todo lo de el. Su puñetera forma de andar, sus ojos, su boca, el en sí me encantaba aunque yo lo negara. Me he dado cuenta que aunque nos insultaramos nos queríamos, también he notado que lo que más me gustaba era tenerlo cerca mía, lo necesitaba. Mucho, muchísimo.
Caminé hasta mi habitación y me tumbé, no podía parar de pensar en el. A si que hablé con mis BFF y se lo conté. Me puse a hablar con Dani y no venían hasta el jueves por la mañana, estábamos a sábado y como no se me ocurría nada para verle pensé que...