¿Cambiarías si, tras un intento de v*o*ación, la verdad se vuelve corrupta a tal punto de que el culpable es declarado inocente y ella como la fabuladora?
Sí, claro que sí.
Y esta es la historia de S I C A R I X.
Cuando necesitó escapar para d...
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—Te pedí que le dejaras pasar su error y no quisiste, lo quise ver para conversar ¡Y me seguiste! —reprocha el ruloso casi a los gritos— ¡Deja ya de hacer eso, todos cometemos fallos! O sea, ¡Nosotros somos la encarnación y representación de lo que es la pifia! ¿Cómo pretendes que él sea algo atípico a todos nosotros, si somos iguales?
— ¡No nos compares con el hijo de puta ese! —golpeo el mesón enfadado— eso a lo que tú sigues protegiendo y manteniendo lejos de mí, eso a lo que llamás "amigo" cuando claramente no somos capaces de interesarnos por el entorno, eso no nos llega ni a los talones: Ese perro mató a alguien OTRA VEZ, y porque tú lo sacas de mi camino sigue respirando —volteo a servirme una copa de whisky y le doy fondo blanco— pero te prometo Mirráh que a la primera que lo vea, recargo la 44 y le vacío hasta los huesos.
—A ver, ya cálmense —nos frena Feróz, recién sale de la ducha ya que tiene enredada una toalla a su cintura— tiene razón en todo Saw; estas defendiendo a lo que nosotros aniquilamos.
— ¡No lo defiendo! Solo cometió otro error ese estúpido —se pasa la mano por el rostro frustrado— además, saben que lo conservamos para un beneficio.
—Ese beneficio caducó hace tiempo Mirráh, aceptá que la...
— ¡Basta! —grita nuevamente y se acerca a mí hasta quedarnos enfrentados, listos para explotar cuando alguien se mueva— lo defendí, lo sé; la cagó, también lo sé. ¿Querés matarlo? ¿Tenés hambre de sangre? ¡Pues cuando lo veas, al carajo los beneficios! ¡Matalo, tema terminado! No pienso dar más explicaciones —escupe a un costado mío y se va golpeando sonoramente la puerta.
—Está algo alterado últimamente Mirráh; no consigue lo que quiere y eso lo desestabiliza —sacude su cabello mojado esparciendo sus gotas por todos lados.
—No es novedad —bufo. Abro la heladera y cojo una lata de Speed— probablemente se haya ido a correr a 140 Km/h en la Hilux. Roguemos que no destruya nuevamente el motor; la última vez lo mandé a arreglar con mi dinero.
—Y dio la casualidad de que el mecánico estaba de vacaciones y te tocó el suplente que te arrancó el pene con esos precios —ríe y lo mojo con mi bebida— ¡Ey, estoy bañado! —se saca la toalla de la cintura y se seca el torso pegajoso por el líquido sabor uva— maldito cabrón, me las pagarás —me carcajeo mientras vuelve del lugar en que vino.
Vuelvo a recordar al despreciable individuo que Mirráh defiende y me provoca repulsión; cualquiera que no lo conociera diría que es su amigo. No, no lo es; él no tiene la capacidad de interesarse en el entorno.
A nadie de nosotros nos interesa el entorno, es más: Nos da igual los litros de sangre que corren por los barrios bajos. Por eso somos una familia: Compartimos el desinterés por el prójimo.