Introducción

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Era un día normal, pero hoy la familia de Lía, iban a embarcar en una nueva aventura, no eran una familia adinerada, pero llevaban tiempo ideando este viaje, iban a dar la vuelta al océano Atlántico, comenzando por un pueblecito pequeño de Galicia llamado Cedeira, como vivían en Cataluña, tenían que dar un largo y pesado viaje con coche, pero eso no los paraba, sus padres querían hacer el viaje y Lía con tan solo 5 años, no sabía que podía opinar, solo se dejaba llevar por el entusiasmo que sus padres desprendían. Lo tenían todo planeado, Dominic, el hermano pequeño de Lía de tan solo 1 año, iría con ellos, a pesar de que sus abuelos querían que se quedara con ellos, pero no fue así. Irían a Cedeira con sus dos únicos hijos y subirían al transatlántico cruzando el océano Atlántico hasta llegar a Noruega.

Ya era hora de que los padres de Lía fueran yendo hacía Galicia, y como ya lo habían preparado todo, solo les hizo falta poner a sus hijos en el coche y despedirse de sus padres por teléfono, donde ellos les deseaban que pasaran unas vacaciones inolvidables, y es que no lo dejarían de ser. Después de hablar y hablar, se fueron rumbo hacía Galicia, pasando por casi todas las ciudades más bonitas que Lía había visto en su corta vida, eran verdes y tenían muchos  árboles, la pequeña solo podía imaginar cómo podría hacer su casita en el árbol. El trayecto no era muy aburrido, Lía disfrutaba mucho viendo a sus padres cantar las canciones que ponían en la radio y que Lía ya harta de oírlas, para no aburrirse tatareaba las canciones junto con ellos.

Ya habían estacionado varías veces, para descansar y comer un poco, hasta que pararon por última vez en Cedeira, salieron a caminar, ya que faltaba una hora para poder entrar en el transatlántico. Cuando ya era hora de subir Lía cogió la pequeña manita de su hermano, que estaba en el cochecito y noto como el pequeño le regalaba una de sus sonrisas, al subir, fueron directos al camarote y aún con el cansancio en sus huesos, sus padres guardaron toda la ropa en el armario, mientras Lía, se fue del camarote con el consentimiento de sus padres y se mezclo con la multitud, ella toda feliz iba mirando a su alrededor, gente de todas las nacionalidades habidas y por haber estaban en ese transatlántico, encontró un pequeño sitio donde poderse asomar y vio el mar, un sentimiento de felicidad se quedo instalado en ella al ver como las olas del mar parecían plastilina al moverse, era precioso, ese azul no lo podría olvidar, no era el azul que ella miraba cuando se hacía de noche y suspiraba al verlo no, era simplemente único.

Des de la borda se pueden ver los delfines saltar y los peces pasar al lado de ellos, para Lía esto es una parte de cielo bajada a la tierra, ver su color favorito y los animalitos saltando a su alrededor es algo mágico.


Pasan los días y a mida que se va haciendo escala, Lía y su familia visitan todo lo que pueden de esos sitios tan bonitos e inhóspitos. Su madre, Laura y su padre Carlos, se pasan el día sonriendo y se nota mucho la felicidad que llevan encima, en cambio, los ricos que habitan los más caros camarotes, parecen estar aburridos, ellos no valoran tanto como lo hacen los padres de Lía.

Hace una semana que están de viaje y Lía decide ir a la piscina con sus padres, su madre le ayuda a ponerse el bañador y le hace la coleta frente el espejo, los dedos hábiles de su madre le hacen una coleta alta con su precioso pelo rubio. Al salir con su hermano de la mano y sus padres detrás pasan hacía la piscina, Lía se pone poco a poco dentro del agua mientras ve un grupo de chicos jugar con una pelota hinchable en la piscina de los mayores, parecían tener su edad al igual que unas niñas que tiene en frente suyo que la invitan a jugar, ella encantada juega con ellas al pilla, pilla o al escondite. Nunca se lo había pasado tan bien.


Era de noche y Lía como no podía dormir se fue a dar una vuelta por el barco con su hermano, sin que sus padres lo subiesen, parecía que todo el mundo dormía o estaba en el bar, pero no, no estaba sola, parecía haber un chico un año más mayor que ella allí, se miraron a los ojos y a Lía le sorprendió ver que sus ojos eran como el azul que se hace en el cielo cuando aparece por primera vez la luna y es muy rubio, él también la mira pero después, le aparta la mirada. Hace nueve días que empezó el viaje y es la primera vez que lo ve y le parece un poco frío, pero se fija en un collar que lleva, parece que tenga grabada la letra A en él, y Lía sin querer, toca el suyo, que es muy parecido al de él, solo que en el suyo pone sin nombre completo.


Pasan algunas noches y Lía junto con su hermanito de la mano salen discretamente hacía el sitio donde vio ese niño, y siempre se lo encuentra mirando el mar, sin darse cuenta que la pequeña Lía, lo mira.

Hasta que una noche que Lía estaba en la cubierta jugando con su hermano pequeño y el chico misterioso estaba mirando el mar, una ola gigante se comió aquel barco, Lía, sin saber cómo, cogió a su hermano y se lo ato dentro de la chaqueta antes de caer en el mar, todo el barco estaba hundido, no había ningún superviviente, el pequeño Dominic lloraba al tocar el agua i Lía no podía soportar las lágrimas, pero no tenía tiempo se estaba ahogando y junto a ella su hermano, así que busco algo donde poder agarrarse para así no hundirse y morir junto su hermano, era el instinto de supervivencia lo que la llevaba a actuar así, al final encontró un pequeño trozo donde poder apoyarse, pero no soportaba su peso, y su hermano seguía llorando, gracias a sus llantos el niño de la cubierta, pudo acudir a salvarlos, había conseguido un trozo de madera lo suficientemente grande para estar encima unas tres personas como mínimo, y aunque era un poco frio ayudo a Lía a subir.

Lía no sabía qué hacer, solo podía llorar y en cambio el chico de la borda no derramaba ninguna lagrima. al llegar a la orilla, el chico condujo a Lía hasta una casa pequeñita de piedra muy bonita y acogedora, y al entrar por fin el chico pudo articular una palabra:

─Lo siento, siento tu perdida─ Lía medio asustada, lo abraza y gracias a ello, sabe que la pobre chica está a punto de tener una hipotermia, así que se dirige al baño y le prepara un baño de agua caliente, mientras Lía ha conseguido hacer callar a su hermanito.

─Ve al baño y báñate, si no te vas a poner mala─ era increíble ver un chico así de frío, Lía solo entro sin decir nada y se baño con su hermano medio llorando, mientras el chico, le deja un pijama muy pequeño y otro de más grande para los dos hermanos ahora por ahora huérfanos, Lía al salir se pone el pijama y se lo pone a su hermanito, medio dormido, mientras ella tiene los ojos hinchados de tanto llorar, al salir, el chico le enseña su habitación y duerme junto a su hermano, pero no puede dormir, y cuando casi lo consigue, entra el chico y se pone a dormir en la litera de arriba, ella lo oye llorar y sin querer le dice:

─Gracias─ Medio vergonzosa y antes de que se lo espere el chico baja de la litera y le da un beso en la mejilla, sin querer, Lía se tapa y por fin consigue dormir, la mañana siguiente es un poco confusa, y como el chico también es huérfano deciden ir al orfanato, el niño no deja la mano de Lía y como saben que tarde o temprano se separaran deciden intercambiar los collares por si alguna vez se volvieran a ver poder reconocerse.

Bajo la luz de la lunaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora