Un día más

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— Oye mami ¿podrías contarme un cuento?

La mujer sonrió y se sentó sobre la cama junto a su hijo mientras pensaba en que contarle ocasionando un silencio momentáneo que generaba expectativas en el niño, que emocionado, esperaba la historia.

Narra la Mujer

Existió un señor llamado Yang que amaba a los dragones, y los amaba con tal devoción, que los tenía por toda su casa en ilustración sobre cualquier pared, en delicadas tallas de jade, sobre cualquier estantería.

El niño escuchaba atentamente.

Cada día el señor Yang comía sobre su porcelana con dragones esmaltados y vestía su ropa con dragones bordados, cada día el señor Yang leía un libro sobre la legendaria vida de los grandes dragones, aun que su juguete preferido era su cometa con forma de dragón.

Antes de ponerse el sol cada tarde, el señor Yang se subía a la colina más alta y se deleitaba con las piruetas de su cometa, mientras imaginaba como seria volar en los lomos de un dragón, yendo haya donde quisiese, viajando libre, feliz, radiante atravesando las nubes.

El sol se escondía, el señor Yang recogía su cometa y regresaba a su casa, ahí se vestía con su pijama con dragones bordados y las lámparas proyectaban sobre el techo luces en forma de dragón, y así, pensando en ellos les pedía cada día.

El niño comienza a bostezar.

La devoción del señor Yang hacia los dragones se convirtió en un rumor que creció y creció, yendo de un lado para otro, volando y viajando cada vez mas lejos hasta alcanzar una nube.

Al llegar a una nube, llego también a los oídos del gran dragón de los cielos, que conmovido por la historia de aquel extraordinario hombre, decidió salir en su búsqueda, sobrevoló toda la comarca tratando de encontrarlo, de un lado para otro.

Y cuando estaba a punto de desistir, divisó a lo lejos una cometa en forma de dragón y siguiendo su hilo encontró al hombre. El dragón de los cielos espiaba detrás de una nube, y emocionado decidió darle un regalo a aquel hombre, hacerse presente ante el.

Cosa poco habitual puesto que los dragones no se dejan ver por los seres humanos ¿O acaso has visto alguno?....

Pregunto ocasionando una pequeña risa del niño mientras negaba.

El dragón espiaba tras una nube y espero a que el señor Yang regresara a su casa, y asi fue al ponerse el sol, con su cometa.

Una vez este estuvo dentro, el dragón introdujo su cabeza por una ventana y su cola por otra atrapando en medio al señor Yang, que en un principio quedo paralizado, para después saltar, huyendo despavorido por la primera ventana que vio.

El señor Yang corrió y corrió sin echar la vista atrás, aterrorizado, nunca se volvió a saber de el en toda la comarca, jamás regreso a su casa. 

¿Por qué? le gustaban mucho los dragones ¿No? — Pregunto en niño.

Supongo que el señor Yang...no amaba tanto los dragones como el creía — El niño la mira sin entender.

Lo que amaba era la idea que tenía de ellos, esa proyección imaginada, pero en ningún caso un dragón de verdad — Formulo la madre.

— Pero...era su sueño ¿No?

La mujer se queda callada pensando en que responderle al niño — A veces sucede...amamos lo soñado como promesa y no tanto como realidad...a veces sucede que le tenemos miedo a nuestros sueños como quien le teme a la felicidad.

— Mi sueño es ser Hokage...y se que es más que solo ser el más fuerte ¿No mamá? Así que velare por mi sueño con sinceridad

— Me gusta saber que lo entiendes...mi niño listo — dijo mientras lo abrazaba y conseguía una risa del niño — Bueno, es hora de dormir.

— Si mamá...buenas noches.

— Buenas noches amor...descansa — Le dio un beso sobre su mejilla mientras lo recostaba y lo cubría con mantas para salir de la habitación cerrando la puerta tras ella.

La madre va camino a la sala para encontrarse con una mujer que cenaba mientras leía unos informes, que al notarla pregunto — ¿Ya está dormido?

— Si, ya está dormido...¿Cómo te fue en tu misión Anko?

— Todo bien...solo un par de ninjas molestos y unos cuantos interrogatorios, nada interesante y tú Kurenai ¿Cómo estuvo el día?

Un día más, solamente eso...un día más...— comentaba mientras esbozaba una gran sonrisa.

FIN

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Siempre serás mi niñoDonde viven las historias. Descúbrelo ahora