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Que hermoso,
cuando todo sucede por casualidad,
sin fecha, sin planes,

sólo es una coincidencia o
el destino.

.
.
.

Corría a todo dar... Me quería ocultar de todo...
Ahh..., la explicación por la que estaba corriendo fue porqué, mi novio, más bien, mi ex-novio me cortó.
Odio cuando me pongo así por alguien, parezco impotente y débil.

Después de tanto correr, llegué a un lago que quedaba cerca de ahí. Al llegar solamente caí de rodillas y comencé a gritar y llorar, quería sacar todo.

No sé que tanto tiempo me quedé haciendo eso. Que no me di cuenta que había alguien más.

- ¡Por Dios !, ¿podrías callarte ya? - me sorprendí. Di un brinco del susto. Me gire para verlo. Ahí, estaba un chico de pelo rojizo, tenía sus ojos cerrados, su expresión era de molestia por los gritos que había hecho -. Uno que viene a relajarse y, llegas tú con tus gritos.

Me quedé observando hacía él, aún mantenía sus ojos cerrados. -- ¡Y-yo puedo gritar to-todo lo que se-sea! -- me sentí nervioso ante su presencia. Y sí, no pude evitar trabarme con unas palabras.

Vi que comenzó a caminar hacía donde me encontraba, al parecer sus ojos eran color ceniza. Era lindo el chico, en mi parecer.

Pero para mí, es un grandísimo patán.

- ¿Ya te vas a callar? - me preguntó en cuanto se puso en frente mío.

- No. Yo puedo hablar, gritar y llorar todo el tiempo que quiera - objete. Me paré para estar a su altura.

Mala idea.

- Bien, entonces - me empujó hacía el agua.

No había reaccionado, así que me tragué un poco de agua. En cuanto salí, vi como él se reía. Que gracioso.

- Ups, perdona - estiró su brazo para que me ayudará a salir, yo lo miraba enfadado. Tomé su mano y lo jale hacía el agua.

También me reí de él.

- Uff, lo bueno es que no traía nada valioso - comentó cuando se recuperó. ¡Maldición! Sé me olvidaba.

- Gracias - dije enojado -. Me he quedado sin celular.

- Que gran favor te hice - se defendió, lo miré más enojado-. Perdona, ya luego te lo repongo.

Salió del agua, después me ayudó a salir. Suspire y me fijé en mi ropa mojada.

- ¿Queda cerca tu casa? - me preguntó. Negué -. Acompañame.

No sé el porqué, pero lo seguí. Era cierto no estaba lejos su casa.

El lugar era muy solitario. Su casa era pequeña, al parecer vivía solo. Habían muchos libreros, varios cuadros de pinturas y había un gato color gris.

- Puedes bañarte aquí, te puedo dar ropa mía - ¿qué? Es raro este tipo, no sé su nombre, ni él el mío, no nos conocemos. ¡Y me está ofreciendo cosas suyas!

- ...pero...

- Sin peros. Estoy siendo amable - me llevó a rastras al baño -. Ahorita te traigo una toalla.

No pude ni quejarme. No sé que me está pasando. Me metí a bañar, si no, este tipo hasta me bañaria sólo para que no me enferme. Oí que se abrió la puerta, era él, dejó la toalla y se retiró.

El Hermoso Color De Tus OjosDonde viven las historias. Descúbrelo ahora