CAPITULO 1

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Una tarde como cualquier otra, era un día perfecto con el sol a punto de ocultarse, pintando el cielo de múltiples colores hermosos, reflejándose en las altas construcciones, pero dentro del Palacio Real de Valaskjalf todo era diferente, sintiéndose oscuro y pesado con tensión y miedo, Odín se encontraba reposando en una de las sillas del comedor, dejando caer su cabeza junto con su trenza perfectamente peinada, la sala increíblemente alta con paredes de mármol y piedras preciosas impedían que toda la energía saliese. La puerta se abriría ante Thor y múltiples guardias, todos con una armadura dorada.

- Lo hemos perdido señor –Decía Thor con un pequeño titubeo y bajado su cabeza.

Su padre comenzaba a levantarse de la silla sin decir una sola palabra, el sonido de la armadura sería el único sonido en la sala, al ponerse completamente de pie se notaría a simple vista su grandísimo poder, era un hombre grande que a pesar de los años seguía manteniendo su poderosa presencia.

- Quiero que lo encuentren... -Comenzaba a decir.

- Pero señor... -Interrumpía Thor.

- Quiero que lo encuentren –Seguía diciendo después de levantar un poco la mirada hasta mostrar su ojo repleto de furia- no me importa que es lo que hagan, ese blasfemo... -Hacia una mueca de coraje- encuéntrenlo y acaben con cada persona... cada aldea... que sepa algo de esto.

Todos seguían mirando sin decir una sola palabra.

- ¿Qué esperan? –Gritaba con una voz áspera, cada soldado salía rápidamente de la sala después de hacer una reverencia, excepto Thor, que después de unos segundos saldría junto con todos.


Se miraban fijamente, cada uno con su respectiva pose de batalla y arma que solo eran varas. Ela da el primer movimiento, con una patada hacia las piernas de Acon que este se aleja fácilmente con un ataque directo al abdomen por la derecha, Ela lo desvía sencillamente para después golpear una de las rodillas de Acon haciendo que este se doble un poco para enseguida recibir una patada por el costado derecho, a pesar de que este coloca su brazo sale disparado hasta estrellarse contra una roca a un metro de él, hace un pequeño quejido pero para cuando trata de levantarse Ela tenía la vara justo enfrente.

- Tres de Tres –Dice de forma burlona- vamos, levántate... no me digas que te dolió.

- Claro, estrellarme contra una roca no duele para nada –Contesta sarcásticamente- ¿Es todo por hoy cierto? Se empieza a hacer tarde.

- Vamos, una más, siempre que vas perdiendo te quieres ir –Acon tomaría con ambas manos su vara y se colocaría de nuevo- Solo no digas que ahora si vas enserio...

- Me quitaste las palabras de la boca... -Ambos soltarían una pequeña risita.

Ela se lanza rápidamente un poco agachada para embestirlo, pero Acon se agacharía de igual forma tomando una roca del suelo y lanzándola justo a la cara. Su hermana se detendría en seco cubriendo con la vara la piedra, lo nota a su izquierda, pero cuando trata de reaccionar es demasiado tarde por lo que recibe la patada justo en su abdomen haciendo que rodara en el suelo un par de metros.

- Te dije –Se mofa.

Sin quejarse mucho esta se levanta colocándose de nuevo, siguiéndola Acon. Ambos salen disparados, Ela nota que su hermano levanta varias pequeñas piedras con sus pies al correr.

- No servirá dos veces –Dice mientras da un paso a la derecha y se reincorpora rápidamente.

Ambos chocan con sus varas frente a frente, para seguir con movimientos rápidos, arriba, derecha, abajo, derecha de nuevo, izquierda, al centro. Ambos notan el comienzo del cansancio por lo que si alguien quiere ganar rápido lo tienen que hacer ya, Acon es el primero en intentar algo, tirando un golpe al abdomen por debajo del encuentro de varas que es detenido rápidamente por la rodilla de Ela. Inmediatamente después de eso aprovechando que Acon tiene solo una mano sobre la vara esta hace un salto, lo más alto que pudo, alcanzando la altura de Acon, cuando este trata de poner la vara arriba de él para detenerla esta la hace hacia delante con la suya, seguido de esto al momento de empezar a caer lo golpea justo en el rostro haciendo que Acon caiga al suelo rápidamente.

- ¡JA! Así nunca vas a poder ser un soldado honorable–Dice orgullosa al caer al suelo, Acon solo se queja en el suelo- cuatro de cuatro y sigo invicta.

- ¿Ahora si ya podemos irnos? –Contesta con poco de enojo, sintiendo una gran punzada y ardor en el rostro, al pasarse la mano por la mejilla nota algo de sangre.

Caminaban rumbo al pueblo "Landsby". Ambos bajaban por la gran montaña, bajaban del lugar donde todos los días después de terminar sus tareas subían a entrenar, poniéndose varias pruebas como subir a la mayor velocidad posible o bajarlo, trepar por el acantilado y sobre todo pelando entre ellos. Ela llevaba ganada el 92% de sus encuentros, el sueño de ambos era incorporarse al ejercito de los dioses, poder defenderlos (Aunque estos no lo necesitasen), poder estar a su lado y librar gloriosas batallas.

Los dos hermanos corrían y saltaban todas las trampas que ellos habían colocado, Ela como siempre más ágil esquivando todas haciéndolo parecer sencillo, haciendo parecer que fuera solo un baile. Saltaba entre ramas de árboles para caer en grandes rocas y rodar debajo de cuerdas.

Después de una hora de trampas y desafíos llegaban al pie de la gran montaña, un poco más abajo se podía ver su pequeño pueblito, los techos de madera caídos, húmedos y llenos de moho, los pequeños pasillos entre casas vacíos, sin duda era un pueblo pobre y triste, el rostro de las pocas personas que estaban fuera era triste, con sus ojos caídos y agotados. El rio que pasaba al lado del pueblo estaba seco, haciendo que todos trajeran el agua de otro lugar mucho más lejano.

A lo lejos y sin notarse estaba su casa sobre una colina, tan simple y débil como las demás, su hogar donde esperaba su madre donde todos los años parecía ser el último.

- Hogar dulce hogar –Dice Acon de forma burlona sin tener una pizca de gracia al decirlo.

- Allá te veo entonces –Contestaría Ela.

Cada uno tomaría su camino. Acon cruzando el pueblo y Ela rodeándolo. Desde pequeña nació con una maldición al sentirse mal estando encerrada, no podía siquiera pasar por los callejones del pueblo sin derrumbar una pared al sentirse sofocada y sin espacio por lo que desde que empezaron a entrenar a la cima de la montaña decidió rodear el pueblo. A pesar de esto ambos llegaban casi al mismo tiempo, pero notarían algo... la puerta de su casa estaba entreabierta.

Ambos se detendrían debajo de la pequeña colina donde se encontraba su casa, Su madre no podría siquiera mantenerse de pie, y esta no sería la primera vez que alguien quisiera entrar a robar. Después de una leve mirada Ela indicaría a Acon ir por el lado derecho detrás de ella, se acercarían rápidamente. Ela miraría por la rendija hacia el pequeño baño que tenían. Nada. Abriría poco a poco hasta dejarla totalmente abierta, todo parecía estar normal.

- Espera aquí hasta que te diga –Susurraría para su hermano.

Ela entraría mirando el cuarto de su hermano y el suyo primero, pero nada. después se dirigía al cuadro de su madre, cada paso rechinaba en el piso de madera, lograba escuchar algo dentro del cuarto. Muy pocas veces iba al cuarto de su madre por el pequeño pasillo que tenía que cruzar que por obvias razones no quería destruir al desesperarse. Rápidamente empezaba a sentirlo, su aliento dejaba de estar controlado, comenzando a respirar por su boca. Empezaba a sentirse con calor, sentía haber recorrido varios metros, aunque en realidad no había pasado la mitad de los tres del pasillo, no podía, no aguantaba, a pesar de escuchar ruidos en el cuarto de su madre no podía dar un paso más, sin pensarlo dos veces retrocedería hasta llegar al lugar donde cocinaban. Respiraría hondo y tomaría una pequeña daga que estaba sobre una mesita. Si a eso se le podía llamar mesita. Respiraría y correría estrellándose con las paredes haciendo ruidos por el camino hasta entrar a la habitación. Su madre estaba... estaba muerta a los pies de una figura encapuchada.

Libro 1: Caza FamiliarDonde viven las historias. Descúbrelo ahora