Capítulo 1

1 0 0
                                    




CAPÍTULO 1



En medio del caos, con el humo y el olor a muerte a su alrededor, un hombre vestido con una larga y oscura capa emblema de su clan, se acercó con pasos lentos hacia su soberano, quien lo esperaba impaciente y cruzado de brazos cerca del pedestal de lo que fue una bella estatua en honor a un rey hechicero muerto hacía siglos, un héroe entre su gente y que ahora lucía roto, partido en dos en el suelo.

—¿Lo habéis encontrado?

Mac Vester inclinó la cabeza, echando la capucha hacia atrás mostrando su aterrorizado rostro enmarcado por un enmarañado cabello castaño.

—¿Lo atrapasteis? —repitió nuevamente el impaciente Soberano.

Mac negó con movimientos suaves temiendo el estallido de rabia de su Soberano. El joven brujo no dejaba de temblar, retorciendo los pliegues de su capa entre sus manos. Cuando le habían ordenado que fuese él el que le comunicase a su Soberano que no habían podido capturar al vampiro que tanto deseaba su Señoría, se temió lo peor, pues todo el mundo sabía que quien enfureciese a William Walton, Rey de los miembros de la raza mortal de los brujos, caminaría directo a la muerte.

—¡Maldición! Cómo es posible que dejaseis escapar a ese monstruo —le increpó el Soberano del clan Walton elevando la voz y haciéndose oír entre los murmullos asustados de sus hombres, que retrocedieron instintivamente.

Mac tembló visiblemente al tiempo que se retorcía las manos con nerviosismo. Sus temores se estaban cumpliendo.

—Fue muy rápido mi señor. Después de acabar con tres de nosotros escapó al bosque y allí le perdimos de vista.

Sin decirle nada más William Walton le dio la espalda y se alejó un paso. Permaneció en silencio cruzado de brazos y con los ojos cerrados. Su mandíbula adquirió un tono blanquecino por la presión.

Su plan, su perfecto plan, no había salido tal y como en un principio esperó. La presa que deseaba para sí se había escapado de sus manos. El vampiro había conseguido sobrevivir a su ataque, logrando escapar de sus garras.

Maldito fuese.

No se le volvería a escapar, conseguiría tenerlo. Su corazón iba a ser suyo.

El poder que del vampiro le catapultaría a la cima. Convirtiéndole en el ser más poderoso de la tierra, después de haber absorbido la magia de decenas de criaturas inmortales. Sonrió torciendo el gesto, al pensar en sus víctimas.

Los inmortales eran seres patéticos que creían que nadie podía matarlos, pero los cuchillos que poseían eran capaces de arrancarles sus corazones impidiéndoles regenerar su cuerpo dañado, consumiendo sus vidas.

Con los ojos brillantes de miedo, Mac suplicó cuando su Soberano se volteó mirándolo fijamente con los ojos inyectados de sangre. William parecía un ángel vengador, con sus cabellos recortados mientras el aura que lo rodeaba se cubría de oscuridad, aterradora, maléfica, mortífera.

—Perdóneme mi señor. No volverá a suceder.

La impenetrable expresión que reflejaba el rostro de William se tornó letal en un instante y Mac a pesar de jurarle lealtad, deseó estar lo más lejos de su Señor y no enfrentarse nunca más a su ira. Esos ojos enrojecidos, con una chispa dorada que iluminaba la oscuridad de su iris le producía auténtico temor.

—Piedad, mi señor —suplicó lastimosamente el brujo retorciéndose las manos—. Conseguiré cazarlo para usted. No le volveré a fallar.

—Por supuesto que no volverás a fallar —le contestó William elevando la voz y entrecerrando los ojos peligrosamente—. Esta noche cometiste tu último error.

Corazones oscurosDonde viven las historias. Descúbrelo ahora