Su alarma sonó y la apagó con energía, levantándose de la cama. Extendió su brazo detrás de su cabeza e hizo crujir su cuello. Después de haberse duchado y puesto más de la mitad de su uniforme, se paró frente al espejo y se miró con atención y una sonrisa.
Estaba feliz de haber ingresado a Durandal; finalmente se veía como la grandiosa maga que aspiraba ser. Anudó su corbata con paciencia al son de una canción que tarareaba, caminando por la habitación con sus pasos contados. Cuando terminó de anudar la prenda, ponerse los guantes y los zapatos, miró alrededor. Hizo brillar su mano trayendo los libros que necesitaría hacia ella con magia. Sonriente lleva la mano al tripié de su báculo sin prestar atención realmente.
Abre los ojos de inmediato, mirando el lugar. Su báculo.
Palideció buscándolo por toda la habitación con la mirada, fallando.
No estaba.
Intenta recordar, echando un vistazo debajo de su cama. Pero no. Acababa de llegar a la academia, no era descuidada, nunca había perdido su báculo. Después de un intenso proceso mental, se golpea la frente con frustración. Lo dejó recargado en la pared de la habitación de la chica de su clase. Volvió a golpearse tres veces más y después hundió su rostro en la cama, ahogado un gritillo demasiado agudo.
Cogió su celular una vez que tomó un respiro. Escribió como rayo, levantándose y llevando sus libretas consigo en dirección a la cafetería.
¿Cómo había sido tan tonta? No podía creerlo, olvidar la cosa más importante de su vida en la habitación de una desconocida que quería conocer. Era una señal divina.
De repente ya se hallaba dentro de la cafetería en una mesa esquinada. No había muchos alumnos, así que sería fácil identificar a Ezreal que entró con toda la parsimonia del mundo, peinado y sonriente. Lux escondió la cabeza en el hueco de sus brazos.
— ¡Oye! ¡Anímate! — Alcanzó a escuchar, levantando apenas la mirada para ver a su amigo, que osciló un envase de leche de fresa frente a ella, tomando asiento. — Te traje tu favorito. Toma.
Lo puso en la mesa. Instaló los ojos en la vaca del cartón con el ceño fruncido. Qué día tan perfecto.
— ¿Cómo?
— Hoy tenemos varias horas libres, ya terminaste tus tareas y tenemos tres horas de tu clase favorita. ¿Cuál es el problema?
Apretó los ojos con frustración. Se irguió en su lugar y se frotó la cara.
— Ayer me equivoqué de alcoba. Entré a la de Katarina.
— ¡¿Qué?! — Gritó levantándose de su asiento con los ojos bien abiertos. — ¡¿Y cómo saliste de ahí con vida?!
— ¡Cállate Ezreal! Maldita sea.
Lo vio sentarse de nuevo con el mismo desconcierto en su rostro. Abrió y cerró la boca, se llevó las manos al cabello, negó con la cabeza y después la miró con el ceño fruncido.
— Pero, ¿cómo?
— ¡No sé! O sea, iba a guardar mis cosas y luego me pasé como si nada. La vi medio desnuda, pues obvio me cubrí los ojos.
— Espera. — Le interrumpió poniendo el codo sobre la mesa. — ¿La viste en sujetador?
— ¡Pues sí!
— ¿Y le viste su tatuaje?
— ¿Cómo sabes...? — Agitó la cabeza, empezando a sentir que el calor le subía a la cara. — ¡A mí eso qué me importa! ¡Pon atención, Ezreal!
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Casualidad. [Kata/Lux]
FanfictionNunca está durante las clases a las que asisto. Ni siquiera se asoma a las demás. Pero siempre estudia, lee, es excelente en la única clase en la que la puedo ver: simulación de combate. ¿Qué hace entonces fuera de todo?