Maldito corazón incinerado

CAPITULO 2

—Vaya Mael, veo que te divertiste hoy.

Me encontré en la habitación con una elegante y esbelta vampiresa de ojos cafés caramelo los cuales me transmitían una desolada mirada, acompañada de largos cabellos castaños y rizados que resaltan las delicadas facciones de su rostro. En definitiva, Neysa, mi madre, era una reina en todo su esplendor. Ella provenía de una familia noble de alto rango, el poder y la belleza eran sus mayores atributos. Había heredado sus delicadas facciones y su belleza, pero mis ojos, cabello y sobretodo mi mirada eran idénticas a mi padre. Seguía sin comprender como mi padre había preferido a Sasha, una insípida y asquerosa humana como esposa antes que mi madre.

—No exactamente madre —solté con desdén— ¿Qué me ibas a decir?

 Recuerdo que una vez cuando era un niño conocí a los humanos. Mi madre me llevó a un oscuro bosque donde me enseño como atacar y derribar bestias con las manos, entre ellas apareció un ser con idéntica figura a nosotros, pero de aura insignificante y débil, con estúpidos brillos en los ojos como si estuvieran viendo el reflejo de una luna en el mar. Un humano.

Aquel ser tenía la piel arrugada y menos clara que la mía. El olor de su sangre era peor que el de los animales, tan nauseabunda. Unos impostores. Lo ataqué por órdenes de mi madre como parte de mi entrenamiento, el cuello de aquel ser se rompió sin apenas ejercer la suficiente presión y se desangró tontamente en el suelo, falleció en menos de lo que preví, era tan miserable su existencia siendo tan frágiles, nacían para ser dominados. Una raza inferior.

—¿Te recuerdas del manuscrito de tu padre?—preguntó sutilmente mi madre.

—Cada puta palabra, sí. —respondí roncamente.

Mi madre soltó una irónica risa.

El manuscrito de mi padre contenía 50 instrucciones acerca de cómo regir en el reino de los vampiros y otras 50 órdenes de planificaciones estratégicas. Yo respetaba y admiraba a mi padre, pero lo que leí en el último párrafo fraccionó mi expectativa y orgullo.

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Neysa han sido milenios de soledad para mí y ya he logrado todo.

Me informaron que Sasha falleció, no comprenderías jamás lo preciado que es la insignificante vida humana, no te ordeno que trates de comprenderme ni que eludas el juicio de mis pecados. Pero quemaré mi corazón y pondré fin a mi inmortalidad, el único destello de esta fosa de soledad acaba de apagarse. Es la señal que esperaba para descansar de tantos milenios de sangre y sacrificio. Guía a Mael en su camino.

Mi último legado es que corones a mi hijo primogénito, cuando ya disponga de la edad necesaria.

                                                                                                                                                                      Tyrone

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Un supremo gobernador cayó. Mi padre perdió lo que nos hace ser vampiros: inmortalidad, orgullo y cordura.

—Mael el legado de tu padre era tu coronación. —soltó caminando elegantemente alrededor mío.