CAPÍTULO 7

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Evangeline había leído cientos de libros plagados de fantasía y ficción donde seres mitológicos y antiguos merodeaban el mundo humano de forma mágica, varias de estas lecturas lograron expandir y vislumbrar aún más la creatividad y el amor a la literatura en Evangeline desde muy niña.

Nunca espero que algunas de esas criaturas fantasiosas fueran reales y mucho menos que tuviera frente a sus ojos a una de ellas.

No es un sueño, es una maldita pesadilla.

La pelinaranja en un instinto de defensa se agachó al suelo velozmente y atrajo a sus manos una rama gruesa de algún árbol que se encontraba regado por el suelo, lo sujeto firmemente alzándolo en frente de la mujer que la observaba, aquella posición que tenía Evangeline la hacía ver como una guerrera sosteniendo su espada frente al enemigo.

— Y yo soy ''la mujer maravilla'' no te creo nada —la miro con coraje— Dime la verdad.

La vampiresa con una mirada cargada de fastidio e impaciencia tocó con una de sus pálidas manos aquel trozo de árbol y presionando sus dedos lo terminó por fracturar, varios pedazos cayeron al suelo, lo realizó con tanta facilidad que cualquiera creería que había roto una simple hoja de papel.

Sus ojos plateados se cubrieron de un rojo sangre.

— Jamás negaría qué especie soy. —exclamó con arrogancia.

La expresión de la humana era un huracán de emociones, sentía pánico por el poderoso ser que presenciaba, eran claras las evidencias de que era real, al mismo tiempo la intriga y curiosidad tan características de Evangeline salían a flote y por último todo se mezclaba con la perenne negación. Ella luchaba por superponer la ficción en la realidad.

Muy dentro de su revuelo de pensamientos, la pelinaranja sabía que los vampiros existían desde hace mucho antes.

Retrocedió unos pasos, pero no fue consciente de los charcos inundados de gotas de lluvia que estaban esparcidos por el suelo.

Resbaló torpemente.

— ¡Diablos, Auuu! —vociferó.

En el duro suelo ella estaba sentada con las piernas flexionadas, frotaba la zona golpeada de su rodilla.

La vampiresa cambio su expresión facial por una de angustia, un escalofrío le recorrió toda la espalda.

Un recuerdo la alarmó en todo su ser.

Hace 1 semana

En la amplia sala central de la mansión se encontraba sentado Mael, tenía su incondicional mirada arrogante y sutil enfocada al vacío, que maliciosos escenarios estaría maquinando el soberano del mundo de las tinieblas.

Sus pensamientos fueron interrumpidos.

—Majestad —se arrodillo— La humana sigue oculta en el subterráneo. Me encargué personalmente de sumergir su cuerpo en las aguas del río Sagrado así que ya no hay rastros de heridas ni sangre en su débil cuerpo.

— ¿Aun está dormida?

— No tengo la suficiente información sobre la vida y manejo de los humanos, por el momento no sé cuándo despertara, Alteza.

La mirada del gobernador por milisegundos se tornó intranquila luego volvió al semblante original.

— Zyr, tengo una orden primordial que encomendarte —su gélida mirada apareció.

La vampira lo observó nerviosa tratando de mantener su mirada estable frente al soberano.

El don innato de Mael hacer temblar hasta su propia especie.

Maldito corazón incineradoDonde viven las historias. Descúbrelo ahora