Capítulo I

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La carta apareció un día en su casillero, sin previo aviso y sin remitente. Estaba dentro de un sobre sellado y en la portada del mismo solo se podía leer un nombre; su nombre: Seung-Gil Lee.

De haber sido cualquier otra fecha, muy probablemente esa ligera oleada de nerviosismo no lo habría invadido en cuanto sus dedos estuvieron en contacto con el papel, pero ese día no era cualquier día, y menos lo podía ser aquél sobre.

Era la razón exacta por la que desde que se había percatado de este entre sus cuadernos y libros, se había esforzado más de lo necesario por mantener su habitual expresión de serenidad en el rostro. Lo había tomado por sorpresa.

Jamás había recibido una carta por San Valentín, menos una que parecía ser una declaración de amor. Sin embargo, el hecho de nunca recibir nada por San Valentín no había logrado perturbarlo, aún desde pequeño él siempre prefirió la soledad a la sociabilidad, razón por la cual no contaba con muchos amigos y su lista de amores pasados o presentes era, en realidad, inexistente. Ni siquiera solía celebrar San Valentín, a diferencia del resto de personas, él nunca había considerado esa fecha de gran importancia.

Pero ese sobre no era usual. ¿Sería tal vez una broma? Bueno, no lo sabría sino hasta que lo abriera, pero por alguna razón, desde que el sobre había estado finalmente entre sus manos hacía ya 5 minutos, no había podido apartar la mirada de él ni atreverse a hacer cualquier otro movimiento.

«Bien, ahora sí no hay motivo para que piensen que eres extraño», atinó a pensar con algo de sarcasmo al darse cuenta de que ya era el último alumno que quedaba en el pasillo.

Contempló de nueva cuenta los trazos de tinta negra que dibujaban su nombre. A pesar de que su curiosidad sobre el contenido no hacía más que aumentar a cada segundo, se dijo a sí mismo que tenía que pensar con claridad; si no se apresuraba, llegaría tarde a la siguiente clase. Así que apretó la mandíbula y guardó el sobre dentro de su mochila sin más. Leería el contenido en cuanto tuviera su receso, y conocía el lugar perfecto para hacerlo.

Ya en el salón de clases, no pudo dejar de pensar en la carta en su mochila, pero más importante aún, en quién la habría enviado. Pasó su mirada por todo el salón, descartando casi al instante a todos sus compañeros. Ninguno de ellos podría haber sido, no consideraba que se conocieran lo suficiente como para que le hubieran enviado algo así, aún si sólo se tratara de una simple broma.

Miró a su alrededor una vez más y cuando estuvo a punto de devolver su atención al profesor que estaba hablando de quién sabía que, una voz a su costado lo llamó.

—Seung-Gil. —Sus ojos se dirigieron a la derecha, hacia la persona que había susurrado su nombre.

Una muchacha de piel morena, lacio cabello negro y ojos morados era quien le había hablado. No recordaba su nombre, pero parecía que ella sí que conocía el suyo.

—¿Qué pasa? —preguntó con simpleza. La chica emitió unas leves risitas, se aseguró de que el profesor no los hubiera escuchado y prosiguió.

—Bueno, hoy es San Valentín y quería preguntarte si tenías planes para después. En la tarde nos reuniremos un grupo de amigos y yo para ir al cine, si deseas puedes ven...

—Perdona, ¿cuál es tu nombre?

—¿Eh...? ¡Ah! Soy Sara —sonrió ella —. ¿Y qué dices? ¿Deseas unirte?

Seung no quería ser demasiado descortés, pero ya había tenido experiencia asistiendo a reuniones de "chicos de su edad" y no había resultado del todo agradable, no estaba preparado para asistir a otra y tener que, obligatoriamente, relacionarse con personas desconocidas. Así que declinaría amablemente y mantendría la esperanza de que gracias a ello aquella chica no le volvería a hablar.

Entre trazos y enredosDonde viven las historias. Descúbrelo ahora